miércoles, 29 de mayo de 2013

He sido infiel



Vale, quizá no sea este el medio más adecuado para confesar lo inconfesable, pero mi conciencia no puede más. No quiero echarle la culpa al  amigo que me incitó ya que el responsable de mis actos, aunque me pese, soy yo. 
 
Una de los valores que más admiro en el ser humano es la fidelidad, y yo hasta hace uno días presumía de ello. Pero mira por donde, en un momento de bajón por un disgusto sin importancia, caí en la tentación y no pude parar.

Fue precisamente mi “supuesto” amigo quien me la presento al empezar a caer la noche sevillana. A lo mejor me deje embaucar por el escenario, la calle Betis, a la orilla del Rio Guadalquivir. O fue por la gente que tenía alrededor, visitantes foráneos con ganas de alargar la seductora noche hispalense. No sé, pero el caso es que me dejé llevar. 

Mi amigo, por su trabajo y por su soltería, está acostumbrado y él lo ve normal. Incluso en más de una ocasión han sido dos distintas en el mismo día. Pero yo no, yo siempre he sido fiel, al menos hasta esa noche.  No dejo de arrepentirme.

Con la excusa de saludar a una amiga que paseaba por la acera, me dejó solo con ella. No puede evitar mirarla y me deje seducir. Con la complicidad del anonimato que me proporcionaba la multitud, la así por la cintura. Su vestido verde me trasmitió la frescura que andaba buscando en la calurosa noche que se avecinaba. Sin pensar en las consecuencias que vendrían luego, me atreví a acercar mis labios y… Más de diez minutos estuve dedicado a ella. Más de diez minutos que, a pesar de que me sentía culpable por lo que estaba haciendo, no veía nada alrededor, solo la sentía a ella.

Cuando llegó mi amigo ya nos habíamos separado y nos encontró sentados frete a frente. Él, con una sonrisa descarada y ojos maliciosos me preguntó:

-¿Qué te ha parecido mi amiga danesa?

No le respondí. Solo con mi cara de culpable sabía él que no lo volvería a hacer.

Tenía un regusto amargo en la boca, pague la cuenta y me despedí de mi amigo. A ella no quise ni mirarla, quería marcharme y pensar en lo que había hecho.

De regreso a casa donde me esperaba mi mujer y mis hijos, arrepentido de mi acto, me lo prometí a mí mismo:

¡Nunca más tomare una Carlsberg!. ¡Nunca! Seguiré como toda la vida siendo fiel a mi rubia de la calle Oriente, a mi Cruzcampo fresquita en un buen vaso fino. Y encima la cerveza danesa, amarga. ¡Seré tonto!
La próxima vez que esté con mi amigo, el podrá tomar una verde, una negra, una mexicana, pero yo seguiré fiel a mis principios.

 Solo una vez te engañé Cruzcampo, solo una y te prometo que será la única.

domingo, 26 de mayo de 2013

Dublinners



Imagen rebuscada en interné



No suelo salir mucho de noche por varios motivos. Al principio porque los niños eran pequeños y ahora que son grandes, porque son ellos los que salen. Aunque son muy “formalitos”  y regresan a casa pronto, tan pronto que alguna que otra vez son los primeros del día siguiente. Pero bueno, afortunadamente tienen los pies en el suelo y saben muy bien lo que hacen, incluso me atrevería a decir que son más maduros que su madre y un servidor.

De esta manera, aprovechamos cualquier ocasión, muy de tarde en tarde, para darnos un garbeo en compañía de parejas amigas. Y que mejor ocasión que visitar a unos amigos que hacía veinte años que no veíamos. La cena mereció la pena, la charla, los recuerdos, las vivencias,… Cuando la cosa se empezó a poner nostálgica, mi amigo tuvo una feliz idea.

-¿Por qué no dejamos a la féminas con las cosas de mujeres y nos piramos a tomarnos unas copas en un local que hay aquí al lado? ¡Como en los viejos tiempos!
-Viejos sois ustedes. Anda iros a dar una vuelta que nosotras nos quedamos, que tenemos mucho tiempo que recuperar.

Que “las parientas” nos dieran permiso  (en los viejos tiempos… ¡enseguía!) fue un regalo para mi amigo y para mí. Así que cogimos escaleras abajo y nos dirigimos a un local de copas de moda. 

Nada, que allí estábamos los dos, pegaitos a la barra, hablando de las cosas que pueden hablar dos puretas en medio de tanta juventud. Pero algo me llamó la atención. Entre tanta juventud observé que había mucha gente de mi quinta. Y también me llamó la atención que el local estaba a rebosar. ¿Qué pasa? ¿Qué no hay crisis en Alcalá? pensaba. Pero el caso que en el local, La Cubatería por más señas (vaya nombrecito para que dos carrozas salgan de marcha), esta noche tocaba concierto. Nada menos que un Tributo a U2. El grupo irlandés no es de mis favoritos, yo soy más de Freddy Mercury y compañía, por lo que cuando empezó a sonar lo de uno, dos tres, ¡catorce! no presté mucha atención. Pero tocó el turno a “With or without you”  fue cuando a mi compadre y a mí se nos llenaron los ojos de nostalgia. Entonces  prestamos atención al grupo. El cantante no se parecía mucho a Bono, ni el batería, ni el melenudo de los teclados, ni el  guitarrista, ni el del bajo, pero la música, la música era puro U2. Cogimos un panfleto y empezamos a interesarnos por lo interpretes. Habían escogido el nombre de Dublinners; sé que existe en el mundo otras bandas con este nombre, pero en Sevilla solo esta. Cinco amigos que cuando sus obligaciones laborales se lo permiten, se junta para ensayar las canciones que después nos regalan en los conciertos.

Van de garito en garito (garito en la mejor acepción de la palabra), de local en local, llevando su música y haciendo pasar un buen rato a la gente. Sin tanto escenario ni tantos efectos especiales como la mítica banda dublinesa, pero con buena música que une a gente de varias generaciones, de hecho, en La Cubatería había gente desde los veinte años hasta, incluso, mayores que yo.

Hacen un homenaje a U2, pero le dan su toque particular ya que no tratan de imitar a nadie. Merece la pena, si tenéis ocasión, asistir a un concierto de esta banda sevillana. Seguro en muchas ciudades existen grupos parecidos. Grupos que apenas tienen apoyos, ni mucho menos una discográfica que les promociones, pero que le ponen ganas, ilusión y profesionalidad.

Al día siguiente, ya tranquilito en casa, me arrepentí de no haber ido al concierto que dieron en el Estadio de La Cartuja los irlandeses, pero me sentí muy  a gusto de haber disfrutado de esta banda. Mi hijo dice que tengo que salir más, que me asombro con cualquier cosa, pero es que con la buena música en directo cualquier asombro es poco.

Bueno, ya tengo a los Dublinners, ahora solo me falta que alguien cree una banda para homenajear a Queen. Con eso y con una Harley sería un carroza con pedigrí.

Uno de los recuerdo que conseguí, pa presumir

jueves, 23 de mayo de 2013

De perros y su educación



Un compañero de trabajo, llamémosle F para preservar su intimidad no sea que tenga represalias, me contó lo que le ocurrió mientras paseaba a su perro. El bueno de Fran, digo F, lo saca a pasear a diario turnándose con su compañera y esposa. Pasea por las calles de la urbanización y el labrador (labrador de raza, que no de los de los arados y el campo) aprovecha estos paseos para hacer sus necesidades fisiológicas. F lo lleva siempre con su correa, pero en una ocasión que  iba suelto, el animalito no se le ocurrió otra cosa que hacer sus caquitas en la mismísima entrada de un chalet. Pero nada, sin problema, F armado de la consabida bolsita, se agacha para coger los excrementos y en ese momento se percata del lugar donde su can ha dejado un recuerdo. ¡En la mismísima puerta de la casa del Jefe! Pero no de un jefe cualquiera de los veinte que tenemos, no, del Jefe Jefe Jefe. Ese Jefe que por encima de él no hay nadie ni nada. Si el perro tardó poco en hacerlo, él tardó menos en recogerlo. Rápidamente le puso la correa y se marchó de allí no sin antes mirar a todos lados para comprobar si alguien había visto algo. De camino a casa empezó a educar al chucho con sabias palabras.

-En la puerta del que nos da de comer no se caga uno, apréndetelo o te llevo al veterinario para que te corte tus atributos masculinos.

A los pocos días de contarme esto me encontré bien tempranito con mi amigo Javi, él de los toldos (hoy no digo el nombre de su empresa porque todavía no me ha invitado a la cervecita pendiente). Otro amante de estos animales y otro que se turna con sus hijos y su mujer para sacarlo a pasear. A estas alturas ¿alguien duda a quien le toca siempre sacar a los perros? Vale, los tenéis claro, ahora sigo con la historia.

A esas horas de la mañana, sobres las siete y media más o menos, muchos vecinos y vecinas del barrio hacen la peregrinación de las correas acompañados por  “amigos” con cuatro patas. En una zona despejada de las pocas que quedan sin construir, coinciden varios canes y ya se sabe los distintos caracteres y educación que tienen estos animales. Siempre está el más pequeño y  porculero incordiando a los demás. Y siempre está la señora que no tiene otra cosa que ponerse para bajar al perro que una bata güatiné y unas babuchas. 

Y ahí están, el perro porculero y la señora de la bata. El perro, ladra que te ladra a todo bicho viviente, la señora, protesta que protesta por todo lo que le parece bien. Pero Javi no se inmuta, ni Javi ni Urko. Este último, pendiente  de las palomas e ignorando los ladridos. Los ojos abiertos como platos, las orejas tiesas, las piernas en tensión, la lengua fuera, la respiración jadeante pero tranquilo, de espaldas al caniche peleón. La señora no puede más

-¡Este perro me tiene jartita! Cada vez que lo saco igual, se quiere pelear con todo el mundo. ¿Usted como hace para que el suyo sea tan bueno?

-Mire usted señora, yo llevé a mi perro a Estados Unidos para que lo educara Cesar Millán, el encantador de perros de la tele. Yo por mi perro lo que haga falta. ¡Vamos Urko!

Le dio un pequeño tirón a la correa, comenzó a andar  y Urko, obediente lo siguió pegado a su pierna derecha camino de casa. La señora se quedó con el suyo en brazos y cara de envidia.

Se lo conté a Fran, perdón, a F, para que aprendiera lo que es un buen perro educado y no tener el problemilla de que el suyo se acostumbre a hacer sus cosas en la puerta del Jefe Jefe Jefe. Anda  F llévalo a un buen adiestrador como hizo mi amigo Javi, le dije. Después me preguntó por la raza de Urko y yo le contesté gustoso: Bulldog francés albino.    

Lo de albino podría ser secundario pero, no se lo digáis a la señora de la bata güatiné, no sea que sepa que el Bulldog francés albino es propenso a padecer !sordera bilateral!.

Para proteger la identidad de Urko, he buscado en interne la foto de un pariente muy parecido

     

domingo, 19 de mayo de 2013

Tuneo trianero



Quizá parezca que esto es publicidad gratuita pero no es mi intención. Bueno, si el protagonista me invita a una cervecita en el sitio habitual, no le diré que no, aunque eso ya lo hace muy de vez en cuando. 

Dicen los buenos contertulios de televisión, esos que tienen la solución a la crisis y  a todos los problemas que tenemos las personas normales, que hay que innovar para seguir creciendo y estar en el mercado. Listos que son los tíos, mucha sapiencia y visión de futuro. Anda que ya les vale. Miarmas, daros una vueltecita por la realidad, que veréis que esto ya lo hacen aquellos que pueden y tienen visión de futuro, ¡porque no les queda más remedio!

Bueno, po eso, que mi amigo Javier Zamorano, de Toldos Zamorano, (cuidadito con la rima consonante) es uno de estos pequeños empresarios que luchan, día a día, para sacar una empresa adelante y, de camino, dar empleo a unas cuantas familias.

El bueno de Javier empezó con su padre en un corralón de la Triana profunda. Allí aprendió el oficio: -Niño, mide. –Niño, corta. –Niño, cose. –Niño, monta. Y Javier medía, cortaba, cosía, montaba. Los que sois de Sevilla y  nuestros distinguidos visitantes, recordareis las calles del centro cuando llega nuestra genuina y auténtica “caló” veraniega sevillana. Sierpes, Tetuán, Cuna, Plaza de San Francisco y muchas de ellas, como si fueran barcos veleros dispuestos a navegar por los sietes mares, tienen toldos para que nuestro astro rey, el Lorenzo, no nos castigue más de la cuenta. 

Por los tejados de estas calles correteaba Javier, Javi para los amigos, colocando anclajes, tirantes y las telas que nos dan la sombra adecuada para pasear por el centro y sus aledaños. Yo que tengo una mijilla de guasa siempre miraba a ver si se había dejado un hueco sin tapar por donde escapar los rayos del Sol. Pero nada, que su padre le había enseñado bien.

Y aquí lo tenemos hoy en día, diseñando, fabricando y montando capotas, toldos para balcones y ventanas, para piscinas, carpas, jaimas y montón de artículos más. Si queréis información visitar su página: www.toldoszamoranos.com. (Tampoco es publicidad, es un poquito de peloteo. ¿A qué me he ganado otra cervecita?). En una entrevista en El Correo de Andalucía, dice, aparte de lo que dicen todos los empresarios, lo de que si los bancos no nos ayudan, no nos financian, etc., que hoy desde el Iphone se puede subir y bajar el toldo a distancia. O sea, ¿que estas en el Quema viendo pasar las carretas de las hermandades y te acuerdas de  los geranios?, sin problema, tiramos de móvil y se baja el toldo para proteger nuestras plantas. Si queréis leer la entrevista lo podéis hacer aquí. (Quillo, ya van dos enlaces, la cervecita será con tapa ¿no?)

Bueno, y ahora vamos a continuar con lo del principio. Renovarse o morir, renovarse para seguir creciendo, renovarse o tunearse como dicen los canis. ¿Tunear?, pues sí, Javier Zamorano (repito lo de cuidadito con la rima consonante) también se atreve con eso de tunear vehículos. Y esta es la prueba de lo dicho:

 Foto de J.Z. en las puertas de sus instalaciones

                                                                                                                                                                                
Esto es tunear al estilo trianero. Coges un charret, le cambias la carrocería y ya tenemos un “carro” para el mayo florido repleto de romerías. Venga, dejaros de 16 válvulas y 200 caballos, buscaros un buen par de mulas que tiren bien y a presumir de vehículo en todas las épocas del año.

Y ahora que, Javi, ¿te atreverás con las bicis?


P.D. Javi es vecino de barrio y amigo. No tengo intención de colocar toldos en mi terraza ni en mis ventanas (de momento). Lo de que me invite a cervecitas es casi mentira, algunas la pagaré yo. Me llamó la atención la foto de la carriola y es por lo que hice la entrada. Bueno, que me voy a dar una vuelta con mi mujer que desde mi terraza (sin toldo) he visto a Javi y Elo, su esposa, paseando a Urko, su bulldog francés, de camino a una “farmacia” de guardia donde coincidimos.

martes, 14 de mayo de 2013

Fomento de la lectura



Con permiso de la madre, Rocío mi frutera de La Repera, que cuando habla de su hija se le abren de par en par los ojos y la sonrisa le ilumina el rostro. 

Nerea es una niña inquieta, menudilla pero con un gran corazón. Su inquietud le lleva a leer todo lo que le caiga en sus manos. Juanjo y Rocío son los culpables de esta afición. Aprovecha la menor oportunidad para, a sus 7 años, sentarse cómodamente y ponerse a devorar letras, relatos, cuentos, historias. Aunque cuando se le cambian los cables es una fiera indomable. ¡Como todas las mujeres desde chiquititas! Su madre me envió la foto:

 -Mira mi niña que relajadita está en el salón de la "república independiente de mi casa".

Nerea enfrascada en una amable lectura


Concentrada en su lectura se lleva las horas sin molestar a nadie y sin permitir que nadie le moleste. Se empapa de todo lo que lee y pregunta aquello que no entiende. Y se lo preguntó a su tío.

-Tito tironini, llevo una hora con este libro y no entiendo lo que pone. ¿Me lo puedes explicar?

El hermano de mi frutera cogió el libro. Con paciencia se sentó al lado de su sobrina y empezó a leer

-Och på våren, jag gillar att promenera genom dess gator. 

-Vale Nerea, ya he terminado de ver las estanterías Billy, los Trogenfun y los Akerfragen. Anda, vámonos que tu madre nos está esperando para darte las almondigas suecas.

Gracias queridos nórdicos por facilitarnos a los españolitos fomentar la lectura entre nuestra gente menuda. Los sofaces muy cómodos, la iluminación la adecuada. Pero

¿Podríais colocar en las decorativas estanterías libros de, por ejemplo Manolito Gafotas?

Es que Julio, el hermano de mi frutera, cuando lleva a su sobrina a este Centro de las Horas Perdidas, se queda muy tranquilo sabiendo donde encontrar a la querubina:

Sentada en el salón, disfrutando de un buen bok