miércoles, 28 de noviembre de 2018

Una de viagra o lo que sea



Hola, ¿Qué tal? Po ná que ahora que tengo una mijilla de tiempo me pongo a aporrear teclas y contar batallitas. Pero lo primero es lo primero, contestar a los comentarios que tengo pendiente desde hace una jartá. ¿Y con que me encuentro? Pues con esto (recomiendo ampliar)

Captura de pantalla


Puntualizo una serie de cosas para entrar en materia:

Que si  por casualidad, busco información sobre, pongamos por caso, cámaras réflex, en todas las páginas que visito aparecen anuncios sobre estos curiosos artilugios.

Que si por casualidad, busco información sobre, pongamos por caso, mamparas de cristal para la bañera, cuando consulto el tiempo me aparecen anuncios sobre estos biombos transparentes.

Que si por casualidad, busco información sobre, pongamos por caso, el último libro de Pérez Reverte, en el Kindle lo primero que aparece es un anuncio de  “Sabotaje” el tercero de Falcó.

Que si por casualidad, le digo a mi santa esposa que cuando pueda, cuando se acuerde, cuando le venga bien, si lo considera oportuno, me compre capsulas de café de esas compatibles que salen más baratitas, recibo emails   de Amazon con las últimas ofertas.

Vale, hasta aquí todo normal, nos controlan, nos estudian, conocen nuestras necesidades o deseos. Será cosa del bigdata o de los algoritmos o de los logaritmos neperianos o de los rusos o de los chinos, o de los microchips  ¡yo que sé! Entonces ¿Dónde está el problema?    Amos a vé:

Yo no sé lo que es el toko, ni el jual, ni el asli, ni el obat, ni ná de eso. Y, por supuesto, no me hace falta el toko, el jual, el asli, ni siquiera el obat. ¡Vamos! ¡Faltaría más! Que poco me conoce el Toko Papi Nikmat ese que me parece que tiene que ser hindú o de por allí cerca. Y yo no he buscado información al respecto, que conste. Además, que estoy hecho un chicarrón del norte. Del norte de Sevilla, pero chicarrón al fin y al cabo y con las facultades intactas. Puedo dar fe de ello pero este no es el lugar más indicado. Bueno, a lo mejor se refiere a algo para el colesterol que lo tengo casi al límite, en ese caso ¡tampoco!

Por si las mosca, he borrado el comentario y lo he marcado como spam. ¡Vamos! ¡A mí con yoko, jual, asli, obat o pastillitas azules! ¡Te quí ya!





miércoles, 3 de octubre de 2018

Sevilla por fin tiene un Primá



Me imagino que a estas alturas ya os habréis enterado que se ha inaugurado en Sevilla un Primark. ¿Qué no? Desde luego que no estáis a la última. Por favor, si ha salido en todos los medios de comunicación. Que si, que tenemos un Primark. Bueno, de momento, porque está previsto inaugurar otro el año que viene. O, a lo mejor, dentro de unos meses, después del éxito de esta primera tienda.

Vamos a situarnos. El primer Primá sevillano está ubicado en el centro comercial de los bajos de la torre Pelli. A ver, se empeñan en llamarla Torre Sevilla, pero los sevillanos la bautizamos como torre Pelli y torre Pelli se quedará para la posteridad. ¿Qué no? Amos a vé, las Setas de la Encarnación son las Setas de la Encarnación aunque quieran que nos acostumbremos a llamarlas Metropol Parasol, o algo por el estilo. Pero son las Setas. Lo de Pelli es por el nombre del arquitecto que diseño este rascacielo de 180,5 metros, el más alto de Andalucia, que pa eso los sevillanos somos sevillanos.

Que no me enrollo, que el Primá se inauguró el miércoles 26. ¿Y qué pasó? A vé, juntemos  las bullas de Semana Santa, la gente esperando el alumbrao de la Feria, los Béticos en la calle Tajo antes de un partido, a toda esta gente los arrebujamos en la puerta y me quedo corto. Una media de dos horas para entrar. Pero todos los días, el 26, el 27, el 28, el 29. De tal forma, que la dirección del centro tuvo que declarar el númerus clausus ¡todos los días! O sea, que te esperes, que estamos llenos, que te pongas a la sombrita, que tengas paciencia.

Un estudio científico (me lo han mandado por el güassáp) dice que  si coges el coche,  te acercas al Primark de Huelva, entras, compras, y después te pasas por el Bonilla y te tomas una tapita de ensaladilla rusa, tu comadre todavía no ha entrado en él de Sevilla.

Pero claro, los sevillanos, que pa eso los sevillanos somos sevillanos, no podíamos ser menos. ¿Qué en Jerez hay un Primark? ¿Y en Huelva? ¿Y aquí no? ¡Eso no puede ser! ¡Dos Primá! Uno inaugurao y otro a puntito de abrirse.

Yo no conozco esta tienda, mi hija si. No la de Sevilla, que todavía no ha ido,  la de Madrid, y me ha dicho eso de hay unos calcetines monísimos y baratos. A ver cuando abren uno cerquita. Pero creo que se va a esperar unas semanas hasta que se termine la novedad si es que se termina.

Bueno, que ya somos normales. Tenemos un Ikea, un acuario, dos Factoris, un Costco, un montón de Macdonals, Burgequines, KFCs  y encima, pa eso los sevillanos somos sevillanos y nos gusta más una cola y una bulla que a un perro de aguas un charco, un Primá.

Enga, a ver si luego tengo tiempo y me acerco por la torre Pelli a recoger a mi mujer y mi hija. Porque ellas, ambas dos, solas, sin prisas, hoy, precisamente hoy,  se han acercado a “curiosear”. Vamos  a mirar cosas de mujeres, pensado en los Reyes Magos; que me hacen falta pijamas; mira que chaleco más mono pa tu hermano; esta falda seguro que te queda bien; mamá el fulá que te gusta; huy que chulas las servilletas, ….

Yo les he encargado que me miren las reflex, pero mi hija me ha dicho eso de !que pesaito!. Bueno, tendré paciencia, ya caerá.

Y ahora, para adornar un poco este tocho, un vídeo del El Niño del Ukelele. Este cuenta esta historia mejor que yo. Por lo menos sabe tocar una guitarra chiquitita y cantar.








domingo, 30 de septiembre de 2018

Una de solidaridad



Yo vivo en un barrio solidario. Bueno, más o menos, pero un barrio donde la mayoría de los vecinos nos ayudamos unos a otros. Y aquí un pequeño botón, o sea una muestra de lo que me refiero.

Resulta, que ayer mi señora esposa me mandó a comprar los mandaos que le faltaban de la lista sabatina, que por cierto era extensa, cosas de tener cita en la peluquería (ella). Cuando me acerco a depositar la basura en los buzones correspondientes (“No se te vaya a olvidar la bolsa, es que voy con el tiempo justo de hacerme la permanente”) me encuentro con esto:

Primera foto, con el móvil

¡Toma ya! Tiro de móvil, vale, aún no tengo réflex, y hago un par de fotos. En esta de arriba se ve un artilugio que está en casa de cualquier vecino de Pinomontano. Sí, un ventilador de toda la vida, pero con un cartelito.

 Segunda foto, igual, con el móvil

 
No os preocupéis de ampliar la fotito para leer lo que pone en la hoja pegada a la rejilla, yo os la trascribo. Perdonadme que mi móvil no tenga control de obturador, tiempo exposición, filtros, ojo de pez y otras virguerías que tienen las réflex, pero la nota dice:

Este ventilador ¡funciona! Lo dejo aquí porque por fin ¡tengo aire acondicionado! Que lo disfrutéis.

Seguro que detrás de esta nota hay una historia de las que merecen ser contadas. Nótese que el ventilador tiene pinta de ser de los chinos. Esos que suenan como un eurifaigter y no te enteras de lo que dice la tele, el porterillo de la puerta, o el teléfono cuando te llaman para que te cambies de compañía telefónica. Mucho ruido, pero por lo menos te remueve el aire caliente del “suave” verano sevillano.

Pero digo yo, que esta solidaria familia, después de años sufriendo la canícula sevillana, sudores, ardores y siestas sin dormir, han conseguido tener aire acondicionado. Me los imagino juntando euro a euro, quitándose de otras cosas necesarias, esperando a que “la cosa” se normalice una mijilla. Pero al final lo consiguieron, aunque sea en Septiembre. Pero ahí no acaba la cosa. ¿Qué hacemos con el ventilador? ¿Lo guardamos? ¿Se lo damos a tu cuñao? No, mejor lo bajamos a la calle para que alguien a quién le haga falta lo pueda aprovechar.

Dicho y hecho, con la nota informativa correspondiente, para el uso y disfrute de cualquier vecino necesitado.

Después de echar la foto, me encaminé al cajero de los tiesos, ese que te da, siempre que dispongas de saldo, billetes de diez euros. Tardé unos diez minutos. Y cuando pasé de nuevo por el lugar, el ventilador ya no estaba. Quiero pensar que lo cogió alguien a quien le hacía falta. Alguien que vio una oportunidad de mejorar un poquito su vida y que agradeció a la persona anónima que dejo el ventilador, la iniciativa solidaria.

Es que hay muchos tipos de solidaridad. Y es de bien nacido el ser agradecido ¿no?





lunes, 24 de septiembre de 2018

Vuelve a casa por ¿Navidad?



La mayoría de la gente vuelve a casa por Navidad, o al menos eso dicen. Y un servidor no podía ser menos, y aquí está el tío, en La Bodeguita por Navidad. ¿Qué no estamos en Navidad? A ver entonces como me explico lo que vi el pasado lunes ¡17 de Septiembre!, repito, 17 de Septiembre de 2018.

Resulta que estábamos de compras en un centro comercial de esos “americanos” que se están implantando en algunas de nuestras ciudades. No voy a hacer publicidad, pero el nombre empieza por COS y termina por TCO y sigue con  WHOLESALE. Es americano americano, pero de los de América del Norte, genuino yanqui para entendernos.

Venden de todo, desde frigoríficos de cuatro puertas, televisores tamaño cine de verano, botes de mayonesa de kilo, cajas de pinchitos morunos, chaquetones talla XXXL, juguetes, sofases, bebidas, hasta sillones que te dan masajitos a lo bestia. Pero repito, todo a estilo americano. Ejemplo: los botes de perejil picado tienen cerca de medio kilo. Delicatesen, todas las que os imaginéis. Y ¿la gasolina? También y barata. Y con cola en los surtidores.

Bueno, que estábamos buscando una caja de cincuenta perchas para la ropa y justo al dejar atrás la estantería donde están la réflex, (nótese que he dicho “al dejar atrás”) nos encontramos con esto:



¿Qué? cortingles, ¡se te han adelantao!   ¡Es que estos americanos! Pero había más cosas, un pequeño detalle:



Y me pregunto yo: antes de Navidad ¿no viene el día de dar las gracias (Thanksgiving Day para los que tenéis el B1). Y ¿Qué hacemos con el jalogüin? esa fiesta tan “nuestra”. O sea, que el que da primero da dos veces ¿no? Vale, mañana llamo a nuestro alcalde John Sword (Juan Espada para los que no tenéis el B1) y le propongo que inaugure el alumbrado navideño el día 12 de Octubre, fiesta Nacional y cumpleaños de un servidor, Totá, ya que nos adelantamos vamos a aprovechar la clarita, aunque estemos a 38 grados en esta bendita ciudad.

Otra cosa, ahora sobre los gustos de la gente de Wisconsin, Delaware, Orlando o Milwaukee.


Esto también estaba entre los miles de adornos “navideños”. Y mirándolo detenidamente, no sé, pero yo juraría en  el cementerio sevillano de San Fernando, a la derecha del Cristo de la Mieles, justo pasando la tumba de Antonio Machín, hay una jartá de  angelitos como este adornando nichos, panteones y demás ultimas moradas. ¿Qué los americanos adornan sus casas con estatuas de este estilo? Po sí que son raros. Raros y listos con eso de adelantarse para aprovechar el tirón comercial de las fiestas.

Pero que conste, se pongan los yanquis como se pongan, en casa ponemos el portal de Belén el día 8 de Diciembre, la ropacamilla el día de los muertos,  la cesta de Navidad… la cesta de Navidad cuando toque y la cena de empresa… la cena de empresa es otra historia, seguramente este año nanái. No es por nada, simplemente para evitar daños colaterales como en años anteriores.

Enga,  nos leemos pronto, no sea que me pille el toro y cuando me dé cuenta tengo las ofertas del rebujito y la manzanilla en el Costco. Que los americanos son mu suyos.





jueves, 9 de agosto de 2018

La Talega



Hola, ¿Qué tal? Pues nada, que no he cerrado, que como ya se está convirtiendo en un clásico, de vez en cuando me entra la pájara y abandono, momentáneamente La Bodeguita. Pero como el síndrome blogueril me tiene atrapado, enga, una historia real para ir abriendo boca.

Como soy mu güen mandaero, es decir, hago con amor y fervor todos los recados que mi sufridora esposa me encarga (un poquito de peloteo por si se le ocurre leer esto), hoy me ha tocado comprar el pan.

Raudo y veloz, como siempre; sin perder tiempo y entretenerme con los amigotes, como… dejémoslo en que había mucha gente en la tienda; me encamino al establecimiento de Maricélia.  Por cierto, se llama María, pero como mi queridaesposaquetequiero (otro poquito de peloteo todo junto) tiene un don especial, entre otros muchos, para los nombres, pues nada, que hace tiempo la bautizó como Maricélia y Maricélia se ha quedado.

-Buenos días guapetona –le digo con mi habitual educación, le pese a las falsas feministas eso de guapetona- ¿serías tan amable de venderme dos bollos, una viena chica y un mollete de Antequera? Toma, échalo aquí.

Los ojos de María se pusieron tan grandes como la Luna llena de días atrás. Y  sin dejar de reírse me dijo:

-Es la primera vez que sirvo el pan en una talega.

-¡Desde luego que no hay quién entienda a esta sociedad! –Contesté yo con el discurso medio preparado- ¡Con el porsaco que están dando con las bolsas de plástico y el medio ambiente! Ahora viene una criaturita como yo, una persona responsable con  la naturaleza, dispuesto a no pagar los cinco céntimos de la bolsa para que los derivados del petróleo desaparezcan y resulta que soy un rarito. Anda que ya nos vale. Las mujeres de hoy en día os habéis acostumbrado al plástico y lo antiguo, perdón lo vintage, lo dejamos a un lado. Tuve la suerte de criarme en Alcalá de Guadaira, conocida en el mundo mundial por Alcalá de los Panaderos y cuando mi madre me mandaba a la tahona a compra el buen pan de Alcalá nunca se le olvidaba darme la talega. Y tenía dos, una para el diario y otra para el duro con el que hacer gazpacho o migas, según la temporada. Y colgadas en una alcayata en la cocina como mandan los cánones. ¿O es que en tu insultante juventud nunca la has utilizado? Además, otra cosa te voy a decir, la talega no es de viejos, es de cosa de hípster y de bohemios, como yo. Anda, deja de reírte y dame mi pan que quiero irme a casa prontito  para estar al lado que mi rubia de ojos limpios (espero que con tanto peloteo este fin de semana me dé un premio de los buenos)



Bueno, que dejé a Maricélia riéndose y pensando en una campaña que tenemos previsto realizar en estos días. Yo quería fomentar el hashtag “regalaunareflexalnaranjito” pero la voy a dejar aparcada de momento. Ahora lo que vamos a lanzar es eso de: “almuadilla” “se moderno utiliza una talega para el pan”.  De camino colaboramos con el medio ambiente y nos ahorramos unos centimillos.

Sobre la foto:

 .Está hecha con el móvil de toda la vida.

.Lo de la izquierda es mi talega. No la tengo colgada en una alcayata porque la que me espera en casa con una sonrisa sincera (me lo estoy ganando a pulso) dice que de abrir agujeros en los azulejos nuevos, nanai.

.Lo de la derecha es un bote que, en navidad, suele contener “assortment of coconut” o “toffee bisciuts”, pero el resto del año hay magdalenas, roscos de anís y delicatesen por el estilo, según época.

.¿A qué marida bien la talega con el cacharro inglés ese? Lo que yo diga, moderno pero clásico.

Ya os dejo, pero una recomendación: En vuestra panadería o tienda donde compráis el pan pedirle talegas de tela. Seguro que alguna empresa de marketing se le ocurre fabricarlas con la publicidad correspondiente y de camino le da un poco de seriedad a esta entrada.

Y recuerda:

“se moderno, utiliza una talega para el pan”










viernes, 15 de junio de 2018

Nerea y los gatos




Hoy me voy a atrever a corregir y a rectificar a toda una grandísima escritora como es la sevillana, aunque nacida en Bilbao, Nerea Riesco.

Esta autora, de la que soy seguidor en su página del feisbu, publica de vez en cuando, fotos de escritores que tienen algo en común. La serie de fotos se llama “Escritores con gatos” y, como es lógico, muestra imágenes de autores  o autoras (que no se me enfade nadie o nadia) con sus felinos o felinas. Los hay de todos los géneros y épocas, con el elemento gatuno en común, claro. Vale, hasta aquí todo bien.

También nos regala fotos de sus dos gatos: Dante y Poe. Por cierto, ya me quedo más tranquilo sabiendo que no soy raro cuando llamo a mi gato Quillo, cada uno con sus inquietudes y conocimientos ¡Qué quieres que te diga!

Bueno, Nerea, vamos al lío.

 Deberías saber, como buena cuidadora de Dante y Poe, que tú no tienes gatos, ellos te tienen a ti. La casa es de los gatos, tú, en todo caso, pagas la hipoteca. El mejor sitio de la casa es donde esté el gato, en el resto puedes estar, de momento. Las horas de juegos la deciden ellos, tú te limitas a acompañarles. Nunca se te puede olvidar que, para ellos, eres el humano que le da de comer. Si se sientan a tu lado mientras escribes la próxima novela, no es para darte compañía, es para controlarte y que llegues a tiempo a entregar las galeradas. ¿No te das cuenta que quién te marca los horarios es Dante? De momento, claro, dentro de poco Poe será el señor del castillo, si no, al tiempo. Tranquila que tu papel de sirvienta y vasalla lo tienes asegurado.

Nada, que si tienes tiempo entre presentación y firmas de tu última novela “Los lunes en el Rizt” a ver si puedes cambiar lo de “escritores con gatos” por “gatos con escritores”, creo que es más real.

(Iba a seguir escribiendo más cosas pero es que, por lo visto, mi vieja silla y mi rancio cojín, tienen que tener algo bueno porque el Quillo no para de dormir la sagrada siesta ¡y cualquiera lo molesta!)






domingo, 10 de junio de 2018

El último trabajo de Chari



Hace tiempo que no escribo nada sobre futbol. Ya sé que a muchas personas que se pasan por esta Bodeguita eso del supuesto deporte rey, nada de nada, pero bueno, de vez en cuando una mijilla no viene mal.

Tampoco hoy voy a escribir sobre este deporte, hoy voy a felicitar a los encargados o encargadas de marketing del glorioso equipo que reside al final de la Palmera en el barrio sevillano de Heliópolis. Me refiero, por supuesto, al Real Betis Balompié. ¿Alguna vez he dicho que soy bético? Vale, vale, que ya lo sabéis, bueno, entonces al grano.

Resulta que, en estas fechas, todos los equipos andan en campañas publicitarias para la renovación de abonos y en la captación de nuevos abonados. Para eso utilizan spots publicitarios donde muestran logros, triunfos y valores, para que, domingo a domingo, llenemos las gradas de los coliseos futbolísticos.

Mi equipo no podía ser menos, faltaría más. Pero han dado en el clavo, este año se han superado. En el vídeo no salen grandes figuras, no salen goles extraordinarios, no salen jugadas fantásticas que después los niños intentan imitar. Bueno, he dicho que no salen grandes figuras, cosa que no es cierta, sale Fabián Ruiz Peña. Fabián es un centrocampista verdiblanco nacido en Los Palacios, un pueblo sevillano donde hay los mejores tomates que os podáis comer. Toda su vida deportiva la ha hecho en el Betis y es uno de los fijos en la selección española sub21. A sus pocos años ya es una figura en nuestro equipo y es un jugador deseado por otros equipos supuestamente más grandes.

Acompañado de una banda sonora a piano que suena todos los domingos cantada por más de cuarenta mil voces, el palaciego nos cuenta un poquito de sus vivencias y trabajo en el Betis.

Pero ya he dicho que el protagonista no es el futbol ni los futbolistas. La protagonista, si, lo he dicho bien, la protagonista es…

Enga, a ver el vídeo hasta el final, que dura poquito,  merece la pena y os sorprenderá.



viernes, 25 de mayo de 2018

El yamur de la Giralda


Seguramente, algunos habréis estado en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, conocido por FIBES (Feria Iberoamericana de Sevilla), o por lo menos os suena de algo. No voy a hablar de él porque no toca, solo de su cúpula central y las bolas que tiene en todo los alto. Os paso una foto hecha desde lejos con el teléfono. A lo mejor no ha salido muy bien pero si tuviera una réflex con un objetivo de 70-300 mm, por ejemplo, la cosa cambiaria. De momento me apaño con el móvil.



Y esas bolas ¿Qué son? Y ¿Qué representan? Pues nada, a contar una historia de las mías y encima real. Las bolas, esferas o manzanas, representa el antiguo yamur de la Giralda, tal como suena. Y ¿Qué era el yamur de la Giralda? Una pequeña narración.

La torre campanario de la Catedral hispalense era, originalmente, el alminar de la mezquita principal de Isbiliyya, que es como llamaban a Sevilla en tiempos de los almohades. El alminar servía, entre otras cosas, para que el almuédano o almuecín llamara a la oración a los fieles de la época. Más o menos decía a voces: ¡a mirar a la Meca y a rezar! ¡Que es la hora!

La mando construir el califa Abu Yaqub Yusuf y la empezó el alarife Ahmad ben Basso. Lo continuó otro arquitecto, Ali Al-Gomari y también participó, más tarde, Abu-I-Layz. Bueno, muchos años se tardó en construir, pero al final se terminó, tampoco es cuestión de explayarme mucho. Ahora una imagen prestada de interné.



¿Veis la imagen de la izquierda? ¿Las bolas de arriba? Eso era el yamur que coronaba la torre. En un terremoto acaecido allá por el año 1365 se fueron a tomar viento las bolas y la “turri fortissima” se quedó un poco mocha. Pero nada, que llegó el cordobés Hernán Ruiz, en el siglo XVI, y le hizo el remate con que la vemos hoy en día.

Y ahora, curiosidades:

Como bien sabéis, en todo lo alto se encuentra El Giraldillo, una figura metálica que se supone representa la Fe y sirve como veleta y pararrayos. Es fácil adivinar que  Giralda viene de Giraldillo. Somos originales ¿a qué si? Y Giraldillo, que gira, es sinónimo de veleta. Y pesa un taco, mil doscientos kilos.

Para subir no hay escalones, treinta y cinco rampas nos ayudan a que sea llevadera su ascensión. Esto es porque el califa Abu Yaqub Yusuf quiso poder subir montado en su caballo a lo más alto. Caprichoso o que andaba regular con la artrosis, quién sabe.

A pesar de tener una altura de 104 metros, los cimientos están metidos en el suelo sevillano unos ocho metros. ¡Qué bueno eran los albañiles de aquella época!

Hay muchas réplicas por el mundo, pero la más parecida, y en la que se inspiraron, es la Kutubia de Marrakesh.

Y desde arriba del todo se ve una de las mejores vista de Sevilla, eso me han dicho, porque yo nunca he subido a la Giralda, como buen sevillano. Ya lo sé, suena raro y encima cuando por ser residente en la Diócesis de Sevilla, me sale gratis. Prometo que en los próximos días me pego una escapada en el bus y me encaramo al campanario para hacer unas cuantas fotitos con mi teléfono, no tengo más remedio.

Pero vamos, que yo quería contar lo de las bolas del Palacio de Exposiciones y Congresos, lo del pequeño homenaje al yamur de la Giralda, y poca cosa más.

¡Ah! se me olvidaba, la Giralda es una Torre, lo que hay en París es un andamio.



martes, 22 de mayo de 2018

Salidas extraordinarias, o no, que también puede ser.



Resulta, que un servidor, como buen sevillano, de adopción pero buen sevillano, cada Semana Santa hago una entrada sobre la semana grande de esta vuestra ciudad. Siempre intento reflejar mis vivencias en cuestiones cofrades dentro de mi medioagnosticismo. Lo he vivido desde chiquitito y de grandecito. De eso se ha encargado mi señora esposa que es tela de entendida en la materia, pero tela tela. Y disfruta mucho de esos días. Yo, bueno, yo la acompaño, vamos a dejarlo ahí. Pero la Semana Santa sevillana es mucho más de lo que se ve por la tele. Dura 365 días, aunque parezca mentira. Las reglas de las hermandades, entre otras normas de obligado cumplimiento entre los hermanos, recogen por el ejemplo, ayudar a los necesitados, a los enfermos, a las personas mayores, a personas en peligro de exclusión, a niños vulnerables y un largo etcétera. Esta labor pasa inadvertida, pero es una realidad y sus frutos, la mayoría de las veces en silencio y lejos de los grandes medios de comunicación.

Vale, ya me estoy enrollando. Resulta que ustedes no habéis podido venir esos días grandes porque ¿trabajasteis en el turno de noche igual que yo? No pasa nada. ¿Qué estabais en la playa? No pasa nada. ¿Qué teníais otros planes? No pasa nada. ¿Qué andabais cortito de money en esa fecha? No pasa nada. ¿Qué os perdisteis los nosecuantos pasos con sus nazarenos, acompañantes, acólitos, penitentes, bandas de música y demás cortejos? No pasa nada, ¡Ah! ¿Qué pensabais venir un fin de semana normal? No pasa nada, para eso está Sevilla,  para que tengáis  la oportunidad de ver una cofradía por la calle.

Tal como suena. Resulta que no hay un fin de semana que no tengamos una procesión por nuestra calles. Donde menos te lo esperes, de sopetón. Y nada de Cruces de Mayo, que para eso estamos en el mes de las flores, no,  multitud de motivos, rogativas o cualquier cuestión que se nos ocurra, pero el caso es que no hay fin de semana que no tengamos una procesión. Eso si, todas las salidas extraordinarias están convenientemente autorizadas por las autoridades eclesiásticas sitas en el Palacio Arzobispal.  ¿Qué somos jartibles lo sevillanos? Somos lo siguiente. ¡Y qué nos gusta una banda de música tocando marchas procesionales!.

Bueno, pero también nos reímos de nosotros. Y nos justificamos para sacar un paso a la calle. Y las escusas son…

Nada, como muestra un video de “El Palermasso” una webserie del actor Antonio Garrido, que es un capillita de pro pero que sabe darle ese puntito de humor a la Semana Santa. Porque los sevillanos, los buenos sevillanos, sabemos reírnos de nosotros mismo, si no cualquiera nos aguantaría. Aquí va el video:
  


Otra cosa, he calculado el turno que me toca la Semana Santa de 2019 y, para variar me toca de noche. Si es que no tengo arreglo.



viernes, 18 de mayo de 2018

Papas alioli



No hay buena bodeguita sin tapitas, eso dicén. Y esta no podía ser menos. Como a través de las ondas wifianas no puedo enviaros media ración, os paso gentilmente y gratis la receta de las afanadas papas alioli de la Bodeguita del Naranjito. Paciencia y a leer y ver la entrada completa que si no os lo perdéis y no cataréis uno de los manjares más exquisitos que se pueden degustar por la vieja Serva La Bari.  De camino intento meterme entre los influences con caché y miles de visitas y comentarios que, por cierto, me da igual, lo de influence, que los comentarios me gustan. Me pueden tachar de chapucero pero, ¿tu la has probado ni ná?

A continuación, para todos ustedes, la receta de este plato sabroso con que acompañar una buena caña de cervecita fresquita. Todo ello, como no, con el estilo personal de esta vuestra Bodeguita virtual.

Lo primero los ingredientes, tomen buena nota.

-1 bote de patatas parisinas del supermercao del barrio. ¿Por qué se les llaman parisinas si son de La Rinconada?

-1 bote (no hace falta echarlo entero) de ajo molido del supermercao del barrio también, él que está junto a los bomberos.

-1 bote (tampoco hay que echarlo entero) de perejil  molido también  del supermercao del barrio, o de la tienda de Celia, que está en la calle de atrás, o del Mercadona, lo que te coja más a mano

-1 bote de mayonesa (tiene que sobrar para los huevos rellenos).
Lo compras en el  súper de la esquina, en el barrio, claro, o en el pueblo, depende de donde vivas.

-Sal al gusto, pero de la gorda, nada de esa refinada que a saber lo que es. O sea, la de toda la vida.

  
Tengo que compra ajo molido

La sal está en el tarro con la tapa verd

Empezamos:

Echamos las patatas en un cacharro y le damos un hervor rapidito, ese hervor que le falta a mucha juventud de hoy.
Con el mismo líquido que viene en el bote nos vale, y un par de minutillos es suficiente.


Un pequeño hervor

Cuando estén medio frías, las cortamos a lo largo y a lo ancho. Esto significa longitudinal y trasversalmente.  


Recién cortadas

Siguiente paso.

En un mortero, que sea bonito y cuando tu parienta dice eso de "este lo friegas tu", echamos el perejil rayado, el ajo picado y una mijilla de agua. Las cantidades son a ojímetro, según el gusto de cada uno. No hay problema porque después se puede rectificar si no hemos quedado cortos.
Si os pasáis... toca aguantarse.

Listo para machacar

Seguimos:

En la fuente donde tenemos las patatitas ya cortadas,  echamos la rebujiña de ajo y  perejil y removemos bien.

 Remover la mezcla por toda la bandeja


A continuación echamos la mayonesa con gracia y cantidad.  Aprovechamos y añadimos la sal gordita sin pasarnos,  si hace falta, claro. Y a remover. Si vemos que nos falta mayonesa le echamos un poquito más. Esto me ha pasado a mí.
Probamos y le añadimos sal si lo consideramos oportuno, que a lo mejor no hace falta. 
Incluso se le puede echar más ajito, dependiendo del gusto.

Adornamos con un poquito de perejil pa que quede chulo y a disfrutar como si estuviéramos sentados en una terraza.

La caña de la derecha es decorativa

A mí me salen bien. De eso dan fe mi hijo y su novia que me dicen eso de que están como la de los bares.

Hay otra versión que es ir a la tienda, comprar un par de kilos de patatas nuevas de las blancas, las cueces durante veinte minutos, le metes el cuchillo a ver si están bien cocidas, las pelas, las cortas. Coges unos cuantos dientes de ajos, le quitas la piel y lo de dentro para que no se repitan, los picas mu chiquititos. Vuelves a la frutería, compras un kilo de plátanos, dos de mandarinas, un kiwi, un cartón de huevos y le pides un manojo de perejil que te lo dan gratis. Llegas a casa, deja la compra en la encimera de la cocina y te pones a picar el perejil. Lo mezclas todo con las patatas y te pones a hacer el alioli. Como a mí siempre se me corta la mayo, con el alioli casero ni me atrevo, ni con tanto follón de cocina.

Totá, que esta receta es simple pero el resultado es extraordinario y no es por echarme piropos, es que no tengo abuela.

Buen provecho y ya me contareis.




miércoles, 16 de mayo de 2018

La loc@ de las palomas



Yo vivo en una calle peatonal. Tienes sus ventajas y sus inconvenientes. Ventajas unas cuantas, aunque dejémoslas en relativa tranquilidad. ¿Inconvenientes? A ver, tengo que aparcar en el quinto pino, vale, con eso hago piernas. No hay comercios cerca, vale con eso hago piernas cuando mi señora esposa me manda a hacer los mandaos. Los vecinos con perros tienen un sitio tranquilito para que sus canes hagan sus deposiciones, vale, pero todos con sus bolsitas para recoger las correspondientes cacas. No hay bares ni cafeterías, ni ningún establecimiento hostelero de los miles que hay en Sevilla, vale, con eso no caigo en la tentación y me quedo en casa pasando la aspiradora. Hay un solo local, ¡un chino! Vale, si en tu calle no hay una tienda de chinos, ni tú tienes calle ni .

Pero sí hay una cosa que me preocupa un poquillo. Una bandada de palomas. A ver, yo soy medio animalista, pero estos animalitos son una plaga y encima están llenos de enfermedades. Me refiero a las palomas urbanas. No voy a hablar de cómo te ponen las ventanas y los coches, eso se quita limpiando, eso es otro tema. Tampoco voy a hablar de cómo se quita la plaga, de eso se tiene que encargar el departamento zoosanitario del ayuntamiento. Hay una cosa muy clara, si un animal no encuentra comida en un sitio, se busca otro y sacabó. Y aquí es donde empieza el tema. Al lío.

A las siete y media de la mañana ya quedaban pocas.


Llego a casa y, sin pensar, como de costumbre, digo eso de “seguro que hay una  loca que le hecha de comer a las palomas". Craso error por mi parte. Error y metedura de pata hasta más arriba de la ingle, porque mi hija estaba en casa.

-Ya estamos, ¿Por qué tiene que ser una “loca”? ¿No puede ser un “loco”? ¿Tú la has visto? Entonces ¿porque dices loca? Eso es lenguaje machista. Asignáis roles a situaciones cotidianas con una visión estereotipada de la sociedad. ¿No puede ser un tío de los muchos que hay que están aburridos y no saben qué hacer? Sé que estos animales son un problema, pero no les eches la culpa a las mujeres. Y como un día descubra quién les hecha de comer te vas a enterar. Y…

Más o menos esto fue lo que me dijo mi Pepito Grillo particular. Es un pequeño resumen, la bronca duró bastante. Seguramente estaba en un día de esos raros y complicados (ojú, esto último también suena machista).

Mi hija no es una activista ni mucho menos, pero le indignan las expresiones que utilizamos sin darnos cuenta, aunque estén fuera de contexto. A partir de entonces procuro medir mucho lo que digo, porque hay gente tan susceptibles que con cualquier expresión se siente ofendida y, la mayoría de las veces, con razón.  Que conste que no es el caso de mi hija, ella me conoce y sabe que siempre he defendido a la Mujer, Pero que cuidaito hay que tener últimamente con las palabras y el lenguaje.

He utilizado, en contra de mi voluntad, el símbolo arroba (@) en el título de la entrada para evitar suspicacias. Por cierto, ¿está admitida por RAE esta grafía? Y ¿en qué orden del alfabeto está situada? Menos mal que las palabras tienen género y no sexo que si no tendría que empezar otra vez a estudiar gramática, que la suspendí porque estaba con gripe.

Otra cosa, el otro día, llegando de trabajar a eso de las siete y veintitrés de la mañana, vi a la persona que alimenta a las palomitas. Y sí, era una mujer. Aunque yo tenía razón, ¡enseguia se lo cuento a mi hija!



sábado, 12 de mayo de 2018

San Pancracio



-Pero ¿Cómo quieres que te vaya bien el negocio? ¿Tú has visto el San Pancracio que tienes? Lo primero es que lo tienes escondido. Hay que ponerlo en alto, que se vea desde todo el local. ¿Detrás del monitor? ¿Al lado del ruter? Y esa cara, si en vez del Santo Patrón de la salud y el trabajo parece una geisha del país del sol naciente. ¿Y dónde está el perejil? Si eso es un resto de jaramago que ha traído el viento de levante. Y la moneda ¿cinco duros con agujerito? Y el tesafil  ¿pa que es? Esto ya es de un cutrerismo total. Después te quejaras que la gente no te entra en el local. Seguro que no te sabes la oración esa que dice: “Señor, Padre mío y lleno de bondad, me dirijo a Ti en este momento en busca de tu ayuda y guía divina para que pueda yo encontrar un empleo digno y adecuado según los dones con que me has capacitado”



-¡Mira! Déjame ya tranquila y pídeme lo que tu mujer te ha encargado que hoy vienes con ganas de guasita. El San Pancracio me lo han regalado, que si lo compras o chorizeas no  surte efecto. El perejil no tengo tiempo de acercarme a la frutería para que me den un manojito fresco. Los cinco duros los tengo puesto con tesafil porque se caen y encima la gente se lo llevan por la cara, con alevosía y disimulo. ¿Qué si le rezo para pedir trabajo? Me lo estoy currando yo solita, que después de cuatro años de carrera de enfermería ahora empiezo el EIR. ¿Tú sabes lo que es estudiar y trabajar al mismo tiempo en la tienda? Para santos estoy yo. Y no me quejo de la gente que entra en el local, me quejo del poco tiempo que tengo para mí. Que  la tienda de mis padres va bien, con la ayuda de mi hermana y la mía. Venga, a ver qué quieres, que tienes cuatro personas detrás esperando que pidas. Otra cosa, a tu mujer le voy a regalar una figurita de San Judas Tadeo, el patrón de los casos imposibles, porque eso es lo que tiene tu mujer contigo, un caso imposible.


Hecho acaecido en una tienda de mi barrio, tal día como hoy, festividad de San Pancracio.



miércoles, 9 de mayo de 2018

Aquiles y los mirmidones



El grupo  de mirmidones llegó cuando el Sol empezaba a terminar su periplo y se ocultaba tras las suaves colinas de poniente. Descabalgados de sus monturas, que por fin descansaban de la dura jornada de correrías, se sentaron en la escalinata del templo y prestos, desabrocharon los barbuquejos de sus cascos plateados que depositaron junto a ellos.  Se secaron el sudor de la frente con sus quitones oscuros y estiraron las piernas ocupando los pocos escalones que daban acceso al templo.

Sacaron de sus zurrones los brebajes que habían dejado sin tomar durante el día y, poco a poco, gracias al efecto de la espiritualidad de las bebidas, sus conversaciones pasaron de recodar sus últimas correrías a alabar los logros de su admirado líder, el joven, aguerrido y rubio Aquiles, al que esperaban con ansias.

Cuando la Luna comenzó a despuntar por las copas de los árboles llegó su líder. En esta ocasión venía acompañado de una princesa troyana vestida con un cortísimo peplo de color azul que dejaba al aire el tatuaje tribal que marcaba su espalda. Aquiles saludó a sus adeptos estrechando las manos y juntando su hombro derecho contra los homónimos de cada uno de ellos. La princesa troyana le dio a cada uno un casto beso en las mejillas y acepto un trago de la bebida que le ofreció el más jovén de los aguerridos mirmidones.

Acobijados bajo el peristilo de la edificación, y ocupando toda la entrada a la cella, comenzaron con sus historias, alzando la voz cada vez más fuerte. Todo giraba en torno a su paladín y el conflicto paterno que mantenía con Peleo, su progenitor. Este, día atrás, le había confiscado su caballo, su amado caballo, después que los soldados  de la polis le avisara de los abusos que hacía el joven Aquiles con su cabalgadura,  amparado en su leyenda personal y su holganza guerrera.

Cuando la diosa Selene ya resplandecía con todo su esplendor en lo alto de la bóveda celeste, desde lo alto de frontis se oyó la voz de una de las guardianas del templo, la abuela Remedios:


-¡Oye! ¡Ya está bien! ¿No? ¿Es que no hay otro portal en la calle? ¿Por qué no os vais a vuestra casa a dar porculo? Que la gente queremos descansar. Y tú, rubio, que ya nos hemos enterado que tu padre te ha castigado sin moto. Antes lo tendría que haber hecho. Y las motos las quitáis de la entrada ¡coño! Y tú, niña, como mañana vea a tu madre se va a enterar, que la conozco. Venga, iros a otro portal a dar porsaco y las latas vacías del redbul las tiráis a la papelera que mañana las tenemos que recoger nosotras.

Entrada sin mirmidones, sin Aquiles y sin princesas troyanas





domingo, 6 de mayo de 2018

Poner la lavadora



Llego a casa después de una ardua jornada de trabajo (¡qué ganas tenia de colar esta expresión!) y mi esposa me pregunta muy amablemente eso de… ¿Qué tal hoy?

-Bien –contesto yo con pose y ganas de fardar- nada del otro mundo. Hoy nos han estado formando en el manejo de los robots colaborativos.

-Muchos robots colaborativos pero en casa no eres capaz de poner una lavadora- apostilló mi hija con cara de cachondeito.

-Oye princesa, que yo no lo hago porque no se ha terciado. Que sepas que cojo las instrucciones, me las empapo y me convierto en el número uno lavanderil. Cuando quieras te lo demuestro.

Le faltó tiempo a mi hija para rebuscar en el cajón donde se guardan todos los libros de instrucciones que se leen una vez y no más Santo Tomas, para buscar el referente al electrodoméstico en cuestión y con un ¡Venga! ¡A ver si eres capaz! me desafió.

-¿Qué si soy capaz? ¡Trae! Veras dentro de un par de días.

Dicho y hecho, me empapé de principio a fin el manual, hice mi esquema correspondiente, mis anotaciones, observaciones, resúmenes y algún que otro comentario. Todo ello a mano alzada como mandan los cánones, nada de powerpoints y cosas por el estilo. Po eso, que ya estoy preparado para la demostración:

Se puede ampliar


Días después, con mis instrucciones particulares, me dispuse a poner en funcionamiento el susodicho aparato.

-¿Qué haces?-me preguntó mi santa esposa con cara de "este la va a liar de nuevo". 

-¿Tú qué crees? ¡Poner la lavadora! –chuleé yo en plan macho alfa

-Anda trae y aprende. Metes la ropa, hechas aquí tapón y medio de jabón líquido para ropa de color. En este otro un tapón de suavizante de rosa mosqueta  que es el que toca esta semana. Eso lo sabrás distinguir ¿no? ¡Que son muchos años haciéndolos! Ahora sacas este botón lo giras hasta el número dos y le das a este interruptor. Cuando se pare la lavadora y se apaguen todas las luces ya está. Ya puesto, abres la puerta con cuidaito y sacas la ropa, coges las pinzas y al tendedero. Lo de planchar mejor lo dejas que te conozco. Mucho trabajar con autómatas  pero seguro que me quemas algo. Y no toque nada más, que la lavadora tiene muchas cosas electrónicas y al final lo de la obsolescencia programada que me explicaste la aceleras y te la cargas.

Que conste que ya estoy formado convenientemente. Que conste que he puesto todo mi empeño en adquirir los conocimientos necesarios para aplicarlos cuando sea preciso, es decir para un desavío. Que conste que estoy dispuesto a realizar la tarea designada cuando las altas esferas de mi casa lo estimen oportuno. ¿Vale? Ahora a esperar el día para demostrar mi sapiencia y habilidades. Ofú, en que líos me meto.




miércoles, 2 de mayo de 2018

La Tormenta

Foto procedente de Emergencias Sevilla


Resulta que tengo un amigo que es poeta y de los buenos. Aunque en su “vida normal” lejos de prosas, rimas, musas y otros elementos relacionados con la lírica, es todavía mejor persona que poeta. Bueno, tiene un defectillo casi perdonable, es sevillista. Pero eso es otro tema y como es “casi perdonable” po eso, que se lo perdono. Lo que nunca le perdonaré es que aunque me invitó a la presentación de su libro de poemas Piedra, papel y agua, en el Salón de los Cristales del Casino de la Exposición de Sevilla,  se le "olvidó" invitarme a la presentación que hizo de un poemario erótico, de una conocida y buena escritora, en ¡un sex-shop! Eso no te lo perdono Luismi, eso no.

¿Me estoy enrollando un poco? Vale, al grano. Hace unos días publicó en las redes sociales un texto lleno de añoranza e inspiración, como todo lo que escribe. Corto y pego desde su feisbu:


“Cuando anoche temblaban los cristales, yo viajaba con cada trueno a la infancia. Cada tormenta es como volver a aquel lugar donde mi madre apagaba el televisor, cerraba las persianas y rezaba para que la tempestad acabara pronto. Mi hermana y yo contábamos los segundos que transcurrían entre el rayo y el trueno para adivinar la distancia. Mi padre era más sosegado, se ponía el pijama y se acostaba a escuchar la radio sabiendo que nada ocurriría en nuestra casa.
Las tardes, las noches de tormenta, parecen el fin del mundo, el Apocalipsis, el ocaso, pero no son más que versos que escribe el aire o el tiempo; son recuerdos que nos persiguen (nos perseguirán), son momentos donde uno sabe de verdad lo que es el azar, lo que la vida tiene.”    (Luis Miguel León)


Este texto te hace reflexionar, te devuelve a la infancia. Aquellos días en que todo era magia, descubrimiento, aventuras e incluso miedo. Y reflexionas sobre las etapas de la vida.

 La infancia, cuando te sentías protegido en brazos de tu madre a pesar del ruido de los truenos y la luz de los rayos que traspasaban las paredes.

La juventud, cuando disfrutabas con tus colegas de aventuras: ¡Illo illo! ¡Qué chulo! ¡Ese sí que ha caído cerca! ¡ira ira, otro! ¡Que guapo!

La madurez, cuando te levantas a las cinco y cuarto de la mañana para ir a trabajar. Te acercas al coche, te lo encuentras lleno de hojas de los árboles que los rayos y centellas de la tormentita de las narices han depositado cariñosamente en los cristales y te pasas un buen rato, bajo la lluvia, intentando quitarlas.

La madurez, cuando por fin coges el coche,  te vas a incorporar a la autovía y te encuentras con los semáforos apagados porque los rayos y centellas de la tormentita de las narices han caído, precisamente, en la subestación eléctrica que  alimenta de energía los reguladores del tráfico mañanero. Y encima la gente no se acuerda como se circula en un cruce sin semáforos.

La madurez, cuando tardas cuarenta minutos en hacer  un recorrido que normalmente lo haces en diez, porque a otros conductores les ha pasado lo mismo que a ti, por culpa de los rayos y centellas de la tormentita de las narices.

La madurez, cuando coges el paso subterráneo para acceder al polígono donde está tu lugar de trabajo y te lo encuentras con una cuarta de agua por culpa de los rayos y centellas de la tormentita de las narices y los granizos acompañantes.

La madurez, cuando llegas el último a los vestuarios, con el tiempo justo por culpa de los rayos y centellas de la tormentita de las narices, y te toca a ti pagar el café a los compañeros.

La madurez, cuando reflexionas y dices eso de:

Ya no hay tormentas como las de antes.




lunes, 30 de abril de 2018

Aquí está el tío de nuevo



Otra vez de récor, pero de los negativos. Una jartá de tiempo sin escribir ni contar batallitas y tonterías mías. ¿Qué me pasa? . La verdad es que no sé por qué no abro La Bodeguita, vicheo un poco, comento algo y sigo siendo el mismo, que lo sigo siendo. Pero ha sido una temporaita de bajona, como dicen algunos iluminados. Sin motivo aparente ni de eso. Bueno, enga, vamos a ponernos al día.

La familia bien, gracias. El único que ha estado un poquillo chunguillo es el Quillo, nuestro gato. Lo llevamos a un veterinario especialista en felinos y le sacó artrosis, deshidratación, los piños perjudicados, pérdida de peso y una cuantas cosas más. ¿El motivo? Dieciocho años que tiene el mu cabrito. Nos dijo German su “médico”, que la equivalencia con los humanos es de ochenta y cuatro años.  Vamos que tengo un gato que seguro que no paga en los autobuses urbanos y que se puede pegar un lote de viajar por la cara con la gente del Inserso.

Pero que no os engañe con sus muchos años, el mu mamoncete sigue haciéndome la puñeta. Me quita mi sitio, me da por saco para que le de comer, para que le cambie el agua, para que le cambie el arenero, se pone delante de la tele para que no vea los partidos de mi equipo  (de mi equipo, el que reside al final de la Palmera, en Helipolis, hablaré en otra ocasión). Nada, que me sigue odiando desde que lo llevé a que le quitaran sus atributos masculinos.  Dice el galeno gatuno que no tiene demencia senil, que su salud mental esta perfecta. Lo de demencia senil en los gatos me dejó un poco sorprendido, pero resulta que los animales también tienen esta enfermedad. Pero que conste que a mí, me puñetea a diario y de demente nada, más bien es un espabilao. Y sigue durmiendo en una caja de cartón, como buen felino.

A ver, más cosas, ¡ah! ¡sí! Lo de la caída. Resulta que hace unas semanas me resbalé en el baño y en la caída me di justamente en mi costado de babor con la bañera. Resultado, unas semanas dolorido por esa banda y sin poder dormir en ninguna posición. Pero curiosidades de la madre naturaleza, de pie y trabajando el dolor menguaba a molestia llevadera. ¿Consecuencia de la caída? Una muy dolorosa para mí. Resulta que había puesto una arcancía para llenarla de moneditas y poder adquirir por fin mi deseada cámara de fotos que “utiliza un espejo que refleja la luz procedente de la escena y la dirige hacia el visor”. Pero claro, ahora llega el buen sentido común de mi señora esposa y me dice eso de: “tendremos que pensar en cambiar la bañera por un plato de ducha ¿no?  Resultado: a tomar viento la réflex.

-¿Qué? vale, ahora, espera que le dé a publicar y  pongo la lavadora.

(Es que he aprendido a utilizar la lavadora, ma o meno, y hoy me toca a mí. Trabajito me ha costado pero con mis ganas por aprender y mi sapiencia lo he conseguido, creo)

Nada, que dentro de unos días otra batallita de las mías y a intentar seguir al pie del cañón. Ante que se me olvide, de Semana Santa y Feria ná de ná. Para variar otro año más me ha tocado en el turno de noche. Y el blogger está raro raro. Cuando he abierto La Bodeguita me lo he encontrado todo en el idioma del chaquespeare ese.  ¿A que va a ser verdad eso de que te espían?

Un saludo y hasta pronto.


Está  incordiando para que termine de escribir. Me parece que me toca cambiarle la arena