domingo, 27 de mayo de 2012

Los Sábados comuniones


Se creían que este año se “librarían” de las comuniones, pero no fue así, los compadres volvían a coincidir una vez más. Gustosamente cedieron su sitio en la iglesia otras personas deseosas de fotografiar con sus teléfonos de ultimísima generación a los niños y niñas en este día tan especial y esperaron en la puerta del masificado templo a que concluyera la ceremonia. –Oye ¿y ahora donde tenemos que ir? –Mi mujer me ha dicho que junto a los viveros que hay al principio de la carretera de La Algaba. –Si, ya me acuerdo, hay varios salones de celebración. Y allí se encaminaron después de felicitar a los orgullosos padres de la criatura.

Aparcaron los coches al cobijo de los sombrajos del vivero y se encaminaron, soportando el Sol de Mayo que ese día pegaba de lo lindo,  hacia el complejo de salones. Un arco de flores les daba la bienvenida y, junto a este, dos azafatas-camareras les indicaban muy amablemente el lugar donde esperar a los protagonistas del evento.

-La copa de recepción es entrado a la izquierda.

Y hasta esa recepción se dirigieron los amigos acompañados de sus esposas. Todas las personas que acudían  a las distintas celebraciones esperaban a que llegaran los verdaderos protagonistas. Todos con sus refrescos, cervezas y otro tipo de bebidas. –Compadre ¿tanta gente ha invitado Antonio a la comunión de su hija? – Que va, es que la copa esta de bienvenida es común para los diez salones. Ahora cuando vengan los niños nos vamos cada uno al nuestro, en las puertas están los nombres de los invitados. – Ya me parecía a mí que  no conociera a casi nadie de los presentes.- Nada tío, que aquí estamos todos “arrebujados” y como la película, nadie conoce a nadie.

Hubo una mirada cómplice de los dos compañeros de correrías juveniles y sin mediar palabras se propusieron quedar con las parientas para el próximo fin de semana. Durante el almuerzo, ya con los familiares y amigos correspondientes y sobre todo con la radiante niña en el día más feliz de su infancia, estos dos elementos no paraban de decirles a sus santas que las macetas de la terraza estaban un poco mustias. -Que pesados sois los dos con las plantitas de las narices. –Di que si, hija, que este se ha propuesto plantar tomates en un macetón grande que tenemos vacío. –Pues nada, aquí junto hay un vivero, ahora cuando terminemos os pasáis y compráis las macetas que os dé la gana. –No cariño, hoy no es el momento, el sábado próximo venimos los dos y a ver que buscamos.

Y llegó el siguiente fin de semana. ¿Alguien duda que estuvimos, digo estuvieron, en el vivero?

-La copa de recepción es entrado a la izquierda.

-Gracias, ya lo sabemos, estuvimos aquí la semana pasada.

Mientras “esperaban la llegada de los niños”, recordaron travesuras antiguas, brindaron por los ausentes y los presentes, revivieron momentos de su juventud y aquella caradura  que gastaba cuando jóvenes. –Compadre el tiempo no pasa en vano. –Tienes razón compañero, ahora no nos atrevemos a hacer lo que hacíamos con veinte años. –Tú lo has dicho, hoy en día no nos atrevemos, ¿quieres otra cervecita? –Eso no se pregunta.

Al pasar por el arco de flores, junto a las dos azafatas-camareras, lo dijeron alto y claro:

-Venga tío, vamos a por el regalo del niño que va a empezar la celebración.

Dicho y hecho, llegaron al coche, se metieron dentro y pusieron rumbo a la casa de uno de ellos donde esperaban sus sufridoras.

-¡Ostia tío! ¡Que no llevamos macetas!

-Nada les decimos que no nos gustaron. Oye, ¿venimos el sábado que viene a tomar cervecitas de válvula?

- ¡Compadre! Eso es abusar ¿no? Mejor para dentro de quince días.


jueves, 24 de mayo de 2012

¿Y las canastas?



Hoy toca una de mosqueos. A ver si consigo las palabras adecuadas porque todo lo que me sale son improperios. Vamos a la cuestión. El quince de Septiembre del año pasado publiqué una entrada referente a lo monas que eran las bicis de alquiler que pululan por esta bendita ciudad del Guadalquivir, con su cestita para guardar botellines de la Cruzcampo. A pedalear fresquitos llamé a la entrada. Bueno, para adornar la susodicha entrada me atreví a subir una foto del lugar donde, si la ampliáis y observáis detenidamente, al fondo se pueden apreciar dos postes blancos en el centro del “paseíto” como dicen mis hijos, calle Agricultores para los que se quieran dar un garbeo. Estos postes soportan unos tableros y estos tableros, a su vez contienen un aro metálico con una red. ¡Dos canastas de baloncesto de toda la vida! Las patrocinaba un diario deportivo  de tirada nacional, él que los hombres empezamos a leerlo  por la portada; el otro, él AS, siempre lo empezamos por la contraportada por lo de la prima, y no la de riesgo precisamente. Este periódico es el MARCA. ¿Se aprecia la “M” en rojo, verdad?

Bueno, po ahora viene el mosqueo.



¿Veis la foto?, ¿Dónde están las canastas? ¿Volatilizadas? ¡Ni mijita! El día de la manifestación de los estudiantes, aprovechando la “diurnidad” que usan los señores empleados del Excelentísimo Ayuntamiento, las recortaron de cuajo y se las llevaron en el correspondiente camión oficial. ¡Fuera! ¡A tomar por saco las canastas! Y ahora me pregunto como si fuera entrenador de un equipo de futbol, ¿Por qué? Po ni puta idea, perdón, ni puñetera idea. 

En ellas jugaba los chavales del barrio. Vale que una no tenía el aro por donde meter la pelota, pero ellos se las ingeniaban para dar por anotado el punto si el balón daba en el centro de la “M”. Vale que a la otra le faltaba la redecilla, pero ¿qué más da?, en el momento que cuelas la pelota ya vale. Deporte, simplemente deporte y buenos ratos, sin molestar a nadie. ¡A tomar por saco las canastas! ¡Chavales a ver que hacéis ahora!

Esta mañana me encontré con mi amigo José Luis. Es muy aficionado al baloncesto y lo  suficientemente joven como para haber practicado este deporte cuando el equipo lo componían un base, dos aleros y dos pívot; eso de escolta y ala-pívot son creaciones modernas de la Enebeá.

-¿Dónde vas con ese balón?
-A relajarme un poco, he corrido unos  kilómetros y ahora voy a ver si me desfogo con unos   triples bien tirados.
-¿Si? ¿Enfrente de los bomberos? Esto no me lo pierdo.

-¡Hostia! ¿Qué ha pasado aquí?
- Quillo, que los notas del Ayuntamiento se las llevaron ayer.
- Joé tío, yo me puedo alquilar una pista en el Centro Deportivo, pero los chavales ¿Qué coño harán?
- Nada José Luis, nada. Nos quitaron los bancos del paseíto, menos él de los bomberos que lo tienen atado con una cadena, nos han quitado las canastas, ¿lo próximo? Ni pensarlo querido compañero, ni pensarlo quiero.
- Bueno, a lo mejor es que las van a cambiar por unas nuevas.
-¿Seguro?, Po mira como han dejado el suelo. Me parece a mí que esto se queda de esta manera para los restos.



 (*)Pequeñas conclusiones finales: a) Mierda de recortes, ¿los chatarreros estarán ganando dinerito con estas actuaciones. b) Os juro por mis ancestros que esto es real y ví con mis ojitos como se las llevaban. b) Los chavales estan pensando en pintar una "M" (de mierda) en la fachada de la sede del Distrito Municipal y ponerse a dar balonazos en señal de protesta. c) Las fotos son una caca, pero la megareflexdigital tiene que esperar unos cuantos  meses por cuestiones de armario nuevo.



viernes, 18 de mayo de 2012

La Alcancía



Alcancía o arcancía como decimos por estos lares, es un recipiente de barro, cerrado, con una ranura por donde introducir monedas para de esta manera ahorrar un poquito.  Vamos, una hucha de toda la vida. En una ocasión, en unas de mis escasas visitas a la tienda del chino de mi barrio (¿Por qué los chinos tienen nombre en español?, el mío se llama Juan), se me ocurrió comprarme una, esos sí, moderna y metálica. Muy fáshion que es uno. ¿El objeto del ahorro? Una cámara fotográfica de las buenas, réflex digital, con objetivos intercambiables, trípode, un montón de megapíxeles y no sé cuantas posibilidades más.

De vez en cuando, muy de vez en cuando, echaba monedas de 2 euros, solo de 2 pavos, que la cosa está apretailla. Paciente que es uno y el caprichito podía esperar ante otras necesidades más importantes en la vida de una familia que la sustenta un currante. Un día, por pura casualidad me di cuenta que la hucha empezaba a pesar y que el ahorro prometía. Contento e ilusionado se lo conté a mi mujer.

- Fíjate que sin darme cuenta ya tengo  una cantidad considerable de moneditas.
 - Claro tonto, es que yo también colaboro, tenemos que cambiar la cama y las mesitas de noche que ya toca.

A tomar viento de levante la réflex, la cama es mucho más necesaria. Lo que antes era una moneda de vez en cuando, muy de vez en cuando, ahora se convirtió en una carrera haber quien colaboraba más. – Toma que he conseguido una. –Hoy, como no he comprado tabaco he echado dos.  Y así hasta llenar el recipiente casi hasta el borde. Con la impaciencia lógica de ver el resultado de nuestro esfuerzo, me armé de abrelatas y descerrajé de cuajo la metálica arcancía. Cuenta que te cuenta y al final resulta que teníamos para conseguir el objetivo propuesto por mi sabia esposa: dos mesitas de noche y una estructura de cama.

Un servidor, mi mujer, mi hija y afortunadamente mi hijo (que no me deja solo en la estacada cuando su madre y su hermana me convencen para algo. Gracias fiel compañero masculino temeroso de lo que son capaces de conseguir las féminas) pusimos rumbo a una tienda de muebles que hay en el aljarafe sevillano. No haré publicidad, pero empieza por “I” y termina por “KEA”. Fácil la cosa, un par de horas, que me las quité de la siesta para aprovechar la “poca” gente, y de vuelta para casa. Esperar que tengo que contar lo de la caja, la caja de pagar que lo de la caja de la cama es otra historia.

La dependienta, con mucha habilidad, pasó por el escáner los códigos de barras de los paquetes (¿alguien duda que aparte de los muebles objetos de nuestra compra no cayeron algunas cositas más?) y una vez terminado me dijo el importe de la compra. Aquí fue donde salió la vena “ironicamalaleche” naranjil. Toma le dije, sacando del bolso de mi mujer una bolsa de plástico donde se arrejuntaban un buen montón de monedas de dos pavos. La cajera intentó decirme algo, pero antes de que por su boca saliera unas palabras de reproche, sé que ella no tiene la culpa, le hablé mu despacito y mu clarito:

-Vamos a ver, tengo que llegar hasta los aparcamientos, acordarme de la planta, el número, la letra y hasta el color de donde aparco el coche; tengo que recorrer toda la tienda de principio a fin para apuntar la referencia, el pasillo y la sección donde está almacenado lo que compro; tengo que llegar a las estanterías y coger yo mismo los paquetes; tengo que pasarme, obligatoriamente, por la cafetería e invitar a mi señora y mi hija a una seudococacola y unas albóndigas que están más raras que la puñeta; tengo que bajar los paquetes al aparcamiento, buscar el número, la letra y el color (papá que era rosa pálido); tengo que montar los paquetes en el coche; tengo que llevarlos a casa y lo que es “mejor” ¡los tengo que montar yo!. Anda guapa, no te quejes, cuenta y si sobra algo me lo das en billetes.

Os imagináis la cara ¿verdad?, pues cuando me dio el ticket me confesó que ella también tenía una arcancia para la comunión de su hija.

Conclusiones finales:
Entre mi hija y yo montamos la cama y las mesitas de noche, las mesitas de noche ella solita.
Mi hijo se escaqueó del montaje excusándose en que he quedado con mi novia y me voy a la playa (inteligente que es el mamoncete)
Sobró un tornillo ref. 100414. Venía de más.

Bueno, se acabó la aventura de la compra de la cama. Ayer llegó mi esposa con una hucha un poquito más grande. ¡Ole! ¡Ole! y ¡Ole! por fin mi réflex digital.

-¿Qué dices tonto? Tenemos que comprar el ropero que el que tenemos está viejo y no hace juego con la estructura de la cama y las mesitas de noche color marrón grisáceo.

A tomar viento de poniente la réflex.

jueves, 10 de mayo de 2012

La mesa número 13




Pues nada, que el pasado día 28 se casó el último primo inteligente, digo soltero, que tenía. Que conste que los tengo casados, divorciados, separados, arrejuntados y en todos los estados civiles que existen. Pero mi primo Carlitos es el más pequeño y el único que no había pasado por este trámite. Y allí que nos fuimos mi esposa y un servidor, nada más y nada menos que a Las Cabezas de San Juan, ese pueblo a medio camino entre mi Sevilla de  “mi arma” y la Cádiz de mi añoranza.  Ese pueblo que… (Papá que te enrollas), vale, vale.

Venga, vamos a la situación. Antes de entrar, otro primo me dice: -Oye, estamos en la mesa veinticuatro.    – Estupendo, ¿te apuestas algo que no hay mesa trece? Lo digo por lo de la superstición. – Seguro que no, me respondió. Pues nada más lejos de nuestras aburridas conversaciones varoniles mientras esperábamos a la novia.  Existía mesa trece y a mí me llamó poderosamente la atención la composición del famoso velador. Ojo al dato, la mesa trece la componían: Inma, Rocío, Isabel, M. José Moreno, M. José, Celia, Tere Castro, Evelin, Melania, Nieves Hernández, Domingo, Paqui Jarana. ¡Doce Rosas! Que no Naranjito que son once chavalas y un chaval. Mi “pequeñísima” neurona machista pensó por una décima de segundo: Sí, sí, los novios han puesto en la misma mesa  a las “amigas” de la novia. Pero acto seguido pensé: Espera, espera, si yo fuera Domingo estaría más contento que un cochino en un charco o un perro de aguas paseando por Grazalema. ¡Solo con once “guayabos”!, ¡vaya bodorrio! Domingo, eres el puto amo. Que envidia. Te tengo que conocer.

Durante los postres le pregunté a la afortunada Mónica, bellísima y elegante novia (lo de afortunada es porque es la esposa de mi primo; ¿qué queréis?, entre los hombres nos apoyamos) Oye, lo de la mesa trece ¿qué? – Pues nada, son mis amigas solteras, menos una que está casada con  un compañero de tu primo de los pocos que le ha tocado trabajar hoy. Ser agente de la autoridad es lo que tiene que cuando te toca, te toca. Y a Domingo lo conozco de toda la vida, pero como está soltero y sin compromiso decidimos sentarlo junto a las “niñas”, es un encanto de chaval.

Cada vez que me cruzaba con el afortunado le daba un abrazo y un estrechón de manos. –Eres mi ídolo, tío. que suerte tienes, que manera de triunfar, uno para todas y, lo que es más importante, todas para uno. Se le veía feliz y radiante y disfrutando de la celebración.

Después del largo almuerzo y disfrutando de la música en la posterior barra libre, me encontré de nuevo con mi idolatrado personaje. Con lo pesaíto que puedo llegar a ser, de hecho lo soy según mi esposa, me acerque a charlar un ratito con él y que me contara como iba la cosa.

-¡Que va, Naranjito! La cosa no es como parece.

- Pero si las chavalas son un encanto, que he tenido el gusto de conocerlas y es un placer charlar con ellas.

- Claro, pero: ¿tu sabes lo largo que es un almuerzo en una boda?, ¿tu sabes de lo que pueden hablar once mujeres? ¿tú sabes la cantidad de veces que se prueban los vestidos? ¿tu sabes lo que pueden llevar en esos minúsculos bolsos? ¿y de los zapatos que me dices? ¿y cuando empiezan a criticar a “to quisqui”?. Decimos que los hombres, pero el verdadero sexo fuerte son ellas Naranjito. Ha habido momentos que estaba más estresado que cuando entramos en un servicio público sin pestillo. ¡que dolor de cabeza!.  Y cuando han empezado a hablar sobre cuestiones sexuales ya ni te cuento. ¡que dolor de cabeza! ¡que dolor de cabeza!, anda vamos a tomarnos una copa y a charlar de cosa de hombre que entre nosotros nos entendemos. Bueno y de tu Betis ¿qué me dices?, ¿sabes que aquí cerquita en Jerez, hoy están las carreras de motos del Gran Premio? ….

 Resististe Domigo, pasaste la dura prueba de compartir mesa con once radiantes rosas. A partir de ahora comprenderás mejor el desconocido y maravilloso mundo femenino. No te preocupes, para el próximo bodorrio pide que te pongan en una mesa con una sola chica soltera. Con once, los hombres reales casi que no podéis.


Parte de las Once Rosas y D. Domimgo

martes, 8 de mayo de 2012

Decíamos ayer


Decíamos ayer…, es lo que vino a decir Fray Luis de León después de pasar una temporada lejos de sus  obligaciones habituales y como últimamente  tengo La Bodeguita abandonada, me he permitido la licencia de apoderarme de sus palabras.

Ná, que no me pasa ná. Es que cuando me disponía a sentarme y aporrear el teclado con mis torpes dedos, como que no tenía ganas. Mi hijo (no sé a quien sale con la ironía que gasta últimamente) me dijo que si estaba pasando por la crisis esa a la que llegamos algunos hombres de mi edad. ¿Crisis, what crisis?, que dirían los ínclitos Supertramp. -Si papá, te dejas coleta, te compras una Harley Davidson y te recorres toita España a lomos de esa peaso máquina. -Hombre, veras, lo de la coleta no es de mi estilo y lo de la Harley no estaría nada mal, pero no me llega el sueldo para ese caprichito. Además, niño, que no tengo crisis de ningún tipo. Simplemente es que estoy atontao últimamente. Pero no te preocupes que me pongo las pilas de litio del bueno y veras como en un par de días La Bodeguita vuelve a abrir para mi deleite y de mis abandonados seguidores.

Pensaba comenzar esta entrada con lo clásico de:  espero que al recibo de la presente os encontréis bien de salud, nosotros bien gracias a Dios; pero me resultaba demasiado clásico para mi estilo. Así que os diré que: la familia como siempre, cada uno a su bola; el trabajo bastante bien, cada día mucho más y las perspectivas mucho mejor (increíble pero cierto); la salud de “jierro” que es distinta a “salud de hierro” (esto en una entrada aparte, mierda de colesterol y ácido úrico, poquito pero colesterol y ácido úrico al fin y al cabo); las ganas de meterme de nuevo en el mundo blogueril renovadas y a agobiar al personal con mis batallitas, si no, al tiempo que tengo un montón de historias pendientes.

Y ahora os tengo que dejar, esta tarde estoy invitado a una presentación de un libro de poesía de mi amigo Luis Miguel León. Bueno, eso de amigo habría que matizarlo. Vamos a ver: la presentación es en el Salón de los Espejos en el Casino de la Exposición de Sevilla. Mu bonito, di que si Luismi, mu bonito el salón y los invitados. Pero digo yo, ¿tú no fuiste el que presentaste un libro de poesía erótica de tu amiga Nerea Riesco en un sex shop? ¿Y por qué no nos invitaste a tus contertulios habituales? ¡Esta me la pagas!

Bueno, que estoy de nuevo en la brecha y esta vez pienso dar la lata muy a menudo, si nó al tiempo. A La Bodeguita tengo de darle vida para que las telarañas no se me cuelen  por las rendijas de las neuronas y eso sí que es chungo, más que el puñetero colesterol y el ácido úrico, poquito pero colesterol y ácido úrico al fin y al cabo. ¿A que el mamón del médico me quita la cerveza? Po cambio de médico !joé!

Y para terminar, un mensajito: a ese cabroncete japonés y a ese mamoncete filipino que han intentado colarse en mis cuentas de correos (jilipoyas, si nada más que recibo publicidad): como sigáis intentándolo, cojo el primer galeón de Manila que salga para aquellas tierras y os corto los cataplines de cuajo. Lectores, perdonadme esto último, es que estoy dejando de fumar y tengo los nervios un poquito, solo un poquito, alterados. (Pero los güevos se los cortos).

Un abrazo a todos a hasta muy prontito.