viernes, 31 de octubre de 2014

El dado de Rubik



Aprovechando que estoy embalo, y que el ordenador me ha dado una tregua y no me sale la pantallita azul, quiero seguir con lo de simple de la entrada anterior. Al grano.

Dicen que de tal palo tal astilla, o eso de dichosa la rama que del tronco sale. Esto último se lo he escuchado a una señora de bastantes años, ochenta y bastantes para ser exactos. Y la astilla en cuestión es mi hijo. Vamos a ver lo simple que es el niño.

Pues resulta que mi churumbel el mayor utiliza un artilugio para relajarse. Nos sentamos a ver una serie de televisión y se pone manos a la obra. A ver, lo de “ver una serie de tv” tiene su pequeña guasa. El niño, para practicar el inglés, no se le ocurre otra cosa que bajarse (si, ¿qué pasa? yo veo series bajadas de interné, ¡y en HD! ¿Algún problema?) las series que él consideran que son interesantes y que tiene una trama lo suficientemente atractiva para echar un rato delante del aparato ese que tenemos en un lugar privilegiado de nuestros hogares. En versión original pero con subtítulos, menos mal. Gracias a estas series, mi hijo practica el english y yo practico la lectura rápida y, de paso, hago ejercicios oculares. ¡Qué movimiento de pupilas tengo ahora!

¿Qué artilugio utiliza mi hijo? ¡El dado de Rubik! Sí, ese dado de colorines que hace unos años, bastantes, nos traía a todos de cabeza. Muy simple, se trataba de, a base de giros y giros de sus caras, volver a poner en orden todos los colores. En una cara el amarillo, en otra el verde, en otra el naranja, y así hasta completar el rompecabezas.

Yo lo conseguí una vez. Fue gracias a un amigo del cuñao de mi compadre, que tenía escrito en un papel cuadriculao, los giros y las vueltas que había que darle al puñetero cubito de las narices. Entonces no había interné ni nada por el estilo. Él que tenía la solución era el puto  amo.  

Bueno, que aquí estamos los dos “disfrutando” de True Detective o de The Newsroom y mi hijo dale que te pego con el dadito de las narices. ¿El dadito? Atención a la foto:


 Foto mía, ¿adivina con qué?

Vale, el de la izquierda él que yo hacía. El de la derecha…

-Papá, que es igual. Lo único en que se diferencia es que no tiene colores, que son tamaños.
-Lo que tú digas, carne de mis carnes, ¿eso cómo se hace?
-Fácil papá, tienes que utilizar una secuencia de algoritmos del método de Friedich…

Mu bien churumbel, tu sigue con tus algoritmos, que yo intentaré enterarme de lo que dicen la Penny, el Leonard, el Howard, el Koothrappali y todos los frikis del Big Bang Theory. Todos los frikis menos mi niño ¿vale?

¿Qué no se puede hacer el dado? Po claro que si, a continuación la prueba:


 Foto desenfocá, uff que mareo de daditos de las narices

Es que mi churumbel el mayor sale a un servidor. Es mu simple.


D.E.E. (Después de Escribir Esto me he acordado de:)

- Mi niño sale a mí. Es inteligente.
-Y lo de los algoritmos esos es por deformación profesional (¡niño estudia! termina ya la carrera que hacen falta buenos ingenieros)


martes, 28 de octubre de 2014

Simple



Pues, aunque parezca mentira, soy un taco de simple. Sencillamente simple. Hay quién dice que soy previsible de lo simple que parezco. Incluso hay “amigas” que piensan que en realidad soy un liante, un simple liante. Se ve que a estas últimas les va la marcha. Pero ná de ná, simplemente simple.

Vale, pa simplificar, resulta que todos los días hacía el mismo trayecto para ir al curro: Agricultores todo recto hasta el primer semáforo. Después a la izquierda, por el Callejón de los Toros hasta Mar Mediterráneo. Ahora cojo la paralela a Cortijo de las Casillas y llego al cruce del Telepizza. Cuando el semáforo se pone en verde giro a la izquierda (mirando a la izquierda con mucha precaución porque hay capullos que no saben que una luz color ámbar intermitente significa deja pasar al Naranjito que tiene preferencia) y me encamino a la ese30 para tirar todo recto y llegar a la fábrica.

Esto todos los días y durante una jartá de años. Pero mira por donde, mi hijo me dijo un día: Papá, la de vueltas que das para salir del barrio. ¿No sabes que han abierto una calle nueva que sale directa a la SE-30? Y tenía razón el niño, y eso que tiene el carné hace pocos meses. A partir de mañana pruebo el nuevo itinerario.

Enga, vamos, Agricultores palante, a continuación Mar de Alborán y al llegar al cruce con Parque de Grazalema, semáforo, a la izquierda y directo al laboro. ¿He dicho semáforo? Po siempre me toca en rojo. Parece que me ve llegar y se dice eso de: ahí viene el simple ese, po toma yá, que te pares. Y simplemente me paro. Y miren ustedes que cosa más simple veo todos los días.


Foto hecha con el móvil !como no!

No sé si es una frase del Pablo Coelho, o del Rabindranath Tagore, o de los miles de filósofos que pululan por el feisbú, o del Joaquín Sabina, vete tú a saber. Y hablando de simpleza, ¿no será que la Lleny se ha peleado con el  Jony, y este, como buen poeta grafitero ha querido pedirle perdón? Anda chorbi, perdónalo, que el chaval se lo ha currao. Que cada vez que te levantas y miras por tu ventana te encuentras con esta declaración. ¿A que es mu simple?

Po sacabó, que no me quiero extender mucho, que pa eso soy un simple y después me dicen que eso de ¡esto que escribes es muy largo, luego lo leo!



sábado, 18 de octubre de 2014

Una de tonos



Esto va de tonos, politonos y esas musiquitas que tenemos en los teléfonos. Las hay de todos los gustos y sonidos, pero hay que tener mucho cuidado con la que escogemos y, sobre todo, saber silenciar el móvil en los momentos adecuados. ¿Los fondos de pantalla? otra cosa por el estilo. Nunca se sabe quién puede ver esa foto tan bonita y original de la que presumís. Y ahora la historia, lógicamente, le he cambiado los nombres de los protagonistas.

Ramón tenía una edad de esas en las que tu médico de cabecera empieza a decirte lo de tienes que cuidarte, deja de fumar, deja de beber, haz deporte, hazte revisiones,…

Revisiones, llegó el día. Ese fin de semana había estado en Eindhoven. Había disfrutado con su equipo en la consecución de la primera copa de la güefa  (Uefa Europa League, para los que no sepáis de furbo) Pero allí estaba el tío, dispuesto a pasar por lo que tenemos que pasar todos los hombres tarde o temprano. Después de los días de celebraciones no le importaba nada. Ni la próstata ni nada. Próstata, hay que ver lo rápidos que son en la sanidad pública para darte cita para ciertas cosas. Próstata, ofú. Bueno, daba igual, después se iría con los colegas al Sánchez Pizjuan para hacerse la oportuna foto con la copa  y ponerla de salvapantallas en su móvil. 

Su móvil, lo dejó en la mesa auxiliar que estaba junto a la camilla de la consulta. Encaramado a esta, y en la clásica posición genu-pectoral, con una mijilla de tensión (o una jartá, de eso no me he enterado) cerró los ojos y esperó la exploración. Y en ese momento  se iluminó él móvil.

Teléfono de un "conocido"


El móvil, que tono de llamada más chulo tenía puesto. El Arrebato cantando eso de “Mi Sevilla Sevilla Sevilla, aquí estamos contigo Sevilla, compartiendo la gloria en tu escudo, orgullo del fútbol de nuestra ciudad”. Abrió los ojos, se giró hacia la mesa e intentó apagar el celular. Giró un poco la cabeza para mirar al proctólogo y…

El proctólogo, más que proctólogo hispalense parecía leñador navarro. Pero era sevillano sevillano, concretamente del barrio de Bami, a escaso metros del Benito Villamarín.

El Benito Villamarín, nombre del estadio del Real Betis Balompié. Estadio donde, en un asiento verde de la grada de preferencia, se sentaba los domingos futboleros Bernardo, cirujano proctólogo.

Colocándose los guantes de látex en las manos de leñador, el excelente médico le dijo cariñosamente a su paciente

-No se mueva ahora. 

Y Ramón no se movió. Y el Arrebato seguía cantando eso de “es por eso que hoy vengo a verte, sevillista seré hasta…”

Y Ramón cambió la foto del teléfono, y el tono de llamada, y, lo que es más importante, aprendió a silenciar el móvil en ciertas situaciones. También cambió de proctólogo. 


domingo, 12 de octubre de 2014

Una de bodas



Hace unos días tuve la suerte de asistir a la boda de la hija de una buena amiga de mi mujer (sigo diciendo eso de: ¡que daño nos hace a los tíos las amigas de nuestras mujeres!). Bueno, no es el caso, y que no se enfade la madre de la novia si llega a leer esto.  Vamos a empezar que sigo con el dolor de muelas y no quiero que esto se alargue. Lo primero la foto de la novia, hecha con el peaso móvil que tengo. ¿La réflex? Algún día, algún día caerá.


Muy guapa ¿verdad? Y elegante. Y las amigas de la novia todas guapas y elegantes. Esta foto está tomada en el coctel de bienvenida.  Hasta aquí todo normal. Unos piquislabis exquisitos, un jardín que ya lo quisiera para sí la Duquesa de Alba,  una temperatura primaveral, un montón de buena gente…

¿He dicho que las mujeres iban elegantes? Pues sí, todas elegantes. Y… espera, antes de que se me olvide, los hombres también íbamos elegantes. Hasta un servidor, al que los conocidos no están acostumbrados a verme con traje azulcasinegro, camisa blanca y corbata. Verde, la corbata era de color verde, el rojo no me sienta bien. Esto último es una pequeña puntualización para el padrino de la boda que, por pura casualidad, es un directivo de la Peña Bética de mi barrio.

No me enrollo, sigo. Las mujeres, ¡hay las mujeres! Horas buscando un traje, o arreglando uno que se pusieron en otra boda y que le queda muy bien, Arreglándolo con un fulá, un fajín, una flor convenientemente adornada, un tocado hecho con primor. Para esas cosas las mujeres son únicas. ¿Y el peinado? Algunas tenían la cita con la peluquería semanas antes y yo, bueno yo me pelé enáa el Murillo, mi peluquero de cabecera (él dice que es estilista, pero eso lo dejo para otra entrada). Como de maquillaje no entiendo, no sé las horas que se habrán pasado con el rímel, el pintalabios, los coloretes,… 

De los zapatos mejor no hablo. ¿Cómo pueden andar y moverse con esos zapatos tan fashion y con tanto tacón? Algunas, según me he enterado, han practicado varios días para que durante la noche del evento no le duelan los pies.

Los bolsos merecen un tratamiento especial. Minúsculos, a lo sumo cabe el móvil, un poquito de perfume, y poco más. Y el otro bolso. Más que un bolso, una bolsa de esas que te dan en las tiendas güenas del centro. Todas ellas, igual el pequeño bolso en una mano y “la bolsa” en manos de sus maridos, novios, o acompañantes masculinos.

Vale, me dejo de describir al personal. ¿La cena? Exquisita. ¿El postre? Muy bueno. ¿Después del postre? Lo normal, un vídeo de los novios, a estas horas marido y mujer. ¿Después del vídeo? Hombre, ya era hora, tenía ganas de tomarme… Y en esto suena el hijo del Julio Iglesias con eso de “¡vivir contigo, soñar contigo, una noche loooca!”. Vamos, que llegó la hora del bailoteo y la barra libre (y a mí me llevaron y me trajeron en un autobús, jejeje). 

Barra libre, bailoteo y llegó el momento de la bolsa de esas que te dan en… ¿Y que sacan de las bolsas? Pues que va a ser, las zapatillas, las manoletinas, las babuchas y toda clase de zapatitos bajos. Adiós el glamur, el estilismo y todo eso, ¡A bailar se ha dicho!  Tanto practicar con zapatos de tacon para después  danzar en babuchas.

Pero ahí no queda la cosa. Ahora toca el fotocol, o lo que es lo mismo, el fotomatón de toda la vida. Aquí ya no vale el traje, ni el tocado, ni el peinado, ¿el fulá? En el hombro del acompañante. ¿El maquillaje? De maquillaje nada, ahora se trata de hacerse una foto divertida para que los novios tengan un bonito recuerdo. Se echa mano de pelucas, gorros, gafas y otros artilugios y a posar, eso sí, con mucho glamour. Lógicamente, los tíos aguantando estoicamente con nuestros trajes y nuestros zapatos. A lo sumo, con el nudo de la corbata un pelín desabrochado. ¡Que les gusta a las mujeres una cámara de fotos!


Esta foto me la he bajado del interné. Es de una boda similar, un día similar, con unos novios similares. O a lo mejor no.   

lunes, 6 de octubre de 2014

Puenting

Hola, ¿qué tal? Espero que al recibo de la presente os encontréis bien. Yo bien, si no fuera porque arrastro un dolor de muelas desde hace una jartá de tiempo. Que si, que ya lo sé, que parece que retomo lo de escribir en esta vuestra Bodeguita, y al cabo de unos días me entra una pájara y la cosa se para durante unos ¿días? Pero esta vez va en serio, que tengo muchas batallitas que contar y algún que otro mosqueo. Pero al grano, que se trata de pasarlo bien.

Pues resulta que he leído en muchos blogs de los que soy asiduo, que a los padres nos duelen mucho nuestros hijos. Y sí, es cierto, nos duelen mucho, pero a todos les digo los mismo: “Aprovecharos ahora que son pequeños que cuando crezcan…” Y sin que te des cuenta crecen, y se hacen mayores, y no veas lo que sufrimos, y lo malamente que lo pasamos. ¿Qué a que viene esto? Verán vuestras paternidades:

Hace cuestión de unas semanas, mi Princesa (mi hija pequeñita, mi ojito derecho, la que está en el último año de carrera de Maestra en Educación Infantil) llegó un viernes por la noche y nos dijo a mi sufridora y a mí

-Mañana me piro de puenting.

Óle mi niña que se va a El Palmar, a Chipiona, a Matalascaña, a Rota, ¿a qué playa de los miarma dices que te vas a pasar el finde?... Que playa ni playa, me (nos) lo dejó mu clarito

-Puenting papá, puenting, lo de atarte una cuerda elástica a los pies y tirarte de un puente.

En ese momento a mi sufridora, a mi compañera, a mi cómplice, a mi esposa, ¡a la madre de mis hijos!, se le cambió la cara de color y se le volvió de un blanco nuclear que ya quisieran conseguir los anuncios de detergente de ropa blanca. Y se piró pasillo dentro para perderse en lo más profundo de nuestra humilde morada. ¡Gracias por tu apoyo, esposita!

Llegó el día señalaito. Mi mujer a lo suyo, a encargarme mandaos y de camino comprar papel higiénico. Y yo a cumplir fielmente con todo lo que me manda. Compré el pan, el cuarto de chope para el desayuno de mi hijo el mayor, el Diario de Sevilla, bolsas de basura, etc. etc. y etc. Y, por pura casualidad, me encontré de buenas a primera en la puerta del bar donde suelo pararme a buscar consuelo, no si antes ver como mi Princesa se montaba en el coche de las amigas para tomar camino de Guillena, Aznalcollar , Aznalcázar , o vete a saber tú donde está el puente ese donde pensaba tirarse.

Quillo, ponme una cervecita. ¡Guacu guacu!. Suena el guasap“. Papá estoy esperando para tirarme”. Quillo ponme una cervecita. Y yo hablando del Betis, de los semáforos, de la poesía de Antonio Machado. ¡Guacu guacu!. “Papá ya me he tirado”. Quillo, ponme una cervecita. Y yo hablando de podemos y no podemos, de mi turno de la semana próxima, de… ¡Guacu guacu! Y me manda la fotito

 Foto hecha por mi hija después del salto


¡Ostras! ¡Qué alto está eso! ¡¿Ese no es el sevillano puente del Quinto Centenario?!265 metros!. Vale Princesita, vente pa casa. ¡Guacu guacu! “que no, que solo son unos 30 metros”. Vale, pero que te vengas. ¡Guacu guacu! “después, ahora subo y me tiro otra vez”. Quillo, ponme una litrona.

Que malamente lo pasé. Y, aunque parezca mentira, solo le pegué un buche a las cervecitas. Pero bueno, ya está, y yo tranquilito. Llamo a mi niña para decirle que se venga prontito y no se le ocurre otra cosa que decirme eso de “espera, que me voy a tirar otra vez”.  ¡¿Otra vez?! Ofú ofú ofú, si hace estaba jugando con la barbi y su niubitel amarillo. Hace que la recogía de la guardería. Hace que venía despotricando de los profes del tuto (tuto: conocido vulgarmente como instituto de educación secundaria). Y ahora fíjate tú, en el último curso de la facul (facul: conocida vulgarmente como Facultad de Ciencias de la Educación), haciendo puenting y hablando de rafting, rapel, esnorkel y cosas por el estilo.

¿Mi Princesa no podría ser como el hermano? A mi hijo no le gustan esos deportes. Aquellos esquemas que tenía por casa de las rutas de accesos a la cima del Cerro del Hierro por las cordadas del Callejón de los Monos eran de un amigo. Lo utilizaba para imprimirle los nuevos puntos claves y donde estaban colocados los frends, anclajes, etc.  Vale,  el plano era de un amigo pero como ojos que no ven, corazón que no palpita deprisa deprisa, po yo que no me entero y de camino no sufro.

Decirle a vuestro pequeñuelos que no crezca. Disfrutar de esas edades mágicas, Bueno, vale, también disfrutamos cuando crecen y se hace mayores, pero sufrimos más, muchísimo más.

D.E.E. (Despues de Escribir Esto me he acordado de:)
-Yo he “disfrutado” de los vídeos de sus saltos, mi mujer todavía no
-Tengo otra foto desde lo alto del puente hacia abajo, pero me dá cangelo
-Las papas guisás no le gustan a mi hija, pero la receta la publicaré tarde o temprano