viernes, 29 de marzo de 2013

La tata Adelita



Hace años que la tata Adelita no acapara la primera fila para ver la salida de la Cofradía de su barrio. Sentada en su vieja silla de enea, pegada a las piedras medievales que adornan la puerta de la parroquia, esperaba durante una hora para poder ver en la calle sus sagradas imágenes: Angustias de mi arma y mi señó Manué. En el interior del templo todo estaba preparado. Su hijo mayor era uno de los  componentes de la primera cuadrilla de  Hermanos Costaleros que portaban el paso de Cristo, su segundo hijo diputado de tramo y el pequeño y más alto de los tres, portaba uno de los ciriales de la Virgen. Una señora muy querida en el barrio y sobre todo en la Hermandad. De misa casi diaria, aunque un poco republicana, siempre discutía con el cura párroco. –Que no, Páter, que no, que la gente de mi marío, a quién mi señó Manué lo tenga en su gloria, no tuvo ná que vé con aquello del 36. Si él fue de los primeros en acudir a apagar el fuego que prendieron aquellos desalmaos.

Todas las madrugadas, bajo la primera luna llena de la primavera, esperaba fervorosa la salida. Y todas las madrugadas la esperaban a ella. Los primeros los costaleros. Antes de entrar en el templo para formar la cuadrilla, se pasaban a saludarla.

-Tata, otro año más. ¿También traes el jarabe? Venga una cucharaita.
-Adelita, un poquito de jarabe que tengo la voz fatal.

Ella sacaba del  bolso una botella de cristal con un líquido transparente, llenaba una cucharilla de café  y le daba a probar todo aquel que le pidiera.

-Toma hijo y que nuestro Manué te de fuerza para llegar a la Catedral y traerme a mi Cristo mañana de vuelta a eso del mediodía.

De esta manera casi todos los componentes de la cuadrilla. Más tarde llegaba el turno a los nazarenos. Antes de formar los tramos visitaban a la Tata Adelita, se levantaban el antifaz y una vez reconocidos por ella, probaban el jarabe. Algunos pequeños nazarenos también lo intentaban.

-Niño pa ti no hay jarabe, cuando lleves cirio ven y me lo pides, que todavía llevas vara.

En una ocasión el Hermano Mayor le preguntó por el origen del misterioso jarabe que hasta los acólitos lo tomaban.

-Me lo trae todos los años por Navidad mi cuñá Aguilita de  Alcalá, pero yo lo reservo pa mi gente güena que to las madrugá no vemos aquí.

Hace años que la Tata Adelita (nunca supe por qué la gente le decía Tata) no espera a la Hermandad de Los Gitanos en la puerta de San Román. Muchos vecinos del barrio la echan de menos y sobre todo los viejos nazarenos que, por antigüedad, prosesionan muy cerca de los pasos.

Por cierto, y para terminar, mañana he quedado con mi hermana para desayunar en Alcalá de Guadaira que es donde vive.  Hemos quedado en el bar Baltanas (“en cá Bartaná” dicen los alcalareños). Te ponen las mejores tostadas de pringá que puedas probar. De camino, me compraré una botella de ligaito. ¿Qué que es ligaito? Pues es un liquido transparente mezcla de anis seco y anis dulce. La proporción es un secreto, pero todo el mundo lo prueba desde hace muchos años. Con moderación y en contadas ocasiones, bridaré por la Tata Adelita, esté donde esté.

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Un error?



El protagonista de esta historia me ha dado permiso para contarla pero intentaré guardar la intimidad y no dar nombres ni decir el hospital donde ocurrió.

Pues resulta que la semana pasada, después de una noche más cumpliendo con mis obligaciones laborales, me paré a tomarme un café en el sitio habitual con  los parroquianos de siempre. Hacía tiempo que no veía a uno de ellos y al saludarlo me metí de lleno en la conversación.

-¿Cómo? ¿Me lo puedes contar desde el principio? Es que no me lo creo –le dije con mi habitual cara de incredulidad.

-Te lo cuento, Naranjito, te lo cuento. Llevaba mucho tiendo fastidiado pero me llegó el día. Los médicos ya me habían informado y yo, en principio, estaba preparado. La operación consistía en abrirme, sacar una pequeña muestra, llevarla sobre la marcha al oncólogo y esperar a que le pusiera apellido. Las opciones de apellido eran bien fácil: bueno o malo.  Si el apelativo resultaba ser bueno, me quitaban “lo manchado”, me limpiaban la zona, me volvían a cerrar y para casa.  Pero si por el contrario era malo la situación se complicaba. Y en mi caso resultó que era malo.
  Abrieron y me extirparon medio pulmón que era lo que tenía afectado. A las veinticuatro horas ya estaba yo pidiendo el desayuno y deseando que me dieran el alta.

Este que torpemente os cuenta esto, estaba perplejo con la serenidad con la que contaba la enfermedad y la intervención, pero mi perplejidad aumentó cuando siguió relatándonos todo lo acaecido.

-Días más tardes de la operación tenía cita con el cirujano para comenzar la rehabilitación  y aprender a respirar con un pulmón y medio. Sentados frente al médico, mi mujer y yo nos quedamos de piedra cuando nos dijo aquello de “tengo que comunicaros algo”. Nos temimos lo peor. Aún veo la cara del médico. “Hemos analizado lo que te extirpamos y el resultado de todos los análisis ha sido negativo, no era malo”. Fue un alivio, una tranquilidad, pero horas más tarde empecé a darme cuenta de la situación. Llevo dándole vueltas a lo ocurrido y no sé lo que debo hacer. ¿Que no era malo? ¿Error médico? ¿Negligencia? ¿Falta de medios? El caso es que me han quitado medio pulmón que no me tenían que quitar. Por un lado me alegro de no tener esa maldita enfermedad, pero por otro lado me irrito cuando pienso que me falta algo dentro de mí.

Todos los que estábamos allí decíamos lo mismo, que denunciara, que la persona que cometió el error no lo pueda  volver a cometer, que si el sistema no funciona que lo cambien. Para nosotros era muy fácil opinar e incluso hacerle chistes fáciles sobre los “recortes”. Todos entendíamos más de leyes y de derechos  que un juez decano, pero al que le faltaba medio pulmón era a él.

Hace un par de días me lo encontré de nuevo paseando a su mastín, que más que perro es un caballo por el tamaño que tiene. Le pregunté cómo iba  la rehabilitación y la decisión. Es una persona instruida y con los pies en el suelo y ha meditado mucho sobre el asunto.

-Ya tengo todos los informes y me he puesto en contacto con un abogado especialista en estos casos. Voy a ir a por todas. Ayer me agaché en mi casa para arreglar un grifo y note que me faltaba el aire. Ya te contaré como sigue todo esto.     

Lo dejé paseando a su perro y seguramente pensando en los protocolos de actuación y análisis, en la profesionalidad del personal sanitario del que no tiene ninguna queja, de la rapidez con la que se toman decisiones tan importantes, pensando en que el cirujano hizo un gran trabajo en la operación y cuando le comunicó los resultados, pensando en…