Después de semanas de sufrimiento y dolor nos dejaste, querido suegro. Día tras días estuvimos a tu lado intentando ayudarte en la recuperación de tus males, de tu maldita enfermedad que rápidamente te iba consumiendo. Tu sabias de sobra lo que tenías y por eso no nos ayudabas a ayudarte. Pero allí estábamos nosotros, sobre todo tu hija. Horas tras horas, a tu lado, intentando hacerte ver que tenías que seguir adelante, que no te rindieras. Pero tu sabías que tu menudo cuerpo no daba más de sí. Sabes de sobras que estuvimos todos, la primera, como he dicho, tu hija, tu esposa, tus nietos, por supuesto que yo también estaba a tu lado y no me ha pesado en absoluto. Cuando te preguntábamos si te dolía algo siempre decías que no. Pero no nos engañabas, tus ojos no han sabido mentir. Te dieron el alta hospitalaria y estuviste en tu casa el tiempo justo para saber que todo estaba en orden. Un par de horas y de nuevo al hospital para dejarnos esa larguísima madrugada, cuando tus órganos se iban apagando poco a poco.
Descansa tranquilo donde quieras que estés ahora. No te preocupes por tu rubia, que tu hija sabe cómo cuidarla. Tus nietos, a los que conoces muy bien, salen adelante de todos los palos que les pueda dar la vida (tienen a quien salir), y yo me hecho a la espalda todo lo que sea necesario.
Hemos seguido todas tus instrucciones: no te pusimos coronas de flores y, cuando salga el maravilloso sol de tu Sevilla, te llevaremos rio abajo, pasando la esclusa. Por cierto, el dinero de las flores lo emplearemos, que conste que siguiendo tus instrucciones, en una buena comida, aunque nos sepa amarga. A tu quiosquero ya le hemos dicho que no te guarde tu ABC y las películas clásicas (antiguallas como dicen tus nietos) que tanto te gustaban.
Como te he dicho antes, descansa. Busca a tus viejos compañeros que se fueron antes que tú. Montaros en unos de los cientos de barco que construisteis en los Astilleros y navegar por esos eternos mares. Después regresar a Sevilla, iros a casa Vizcaíno, a Baturones o al Tremendo de Santa Catalina, o a cualquier bar de los antiguos. Y esta Semana Santa busca a tu cuñado y volver a vestiros de nazarenos.
Tu gente estará bien, cuenta con ello. De eso nos encargamos tu hija y yo. Y no te preocupes por tu hija, que aunque la veías agotada ella sacaba fuerzas de no sé dónde, para horas tras horas cuidarte como tú te merecías. Ahora intentaremos volver a la normalidad sin tu presencia física pero con el cariño que nos dabas.
Adiós querido suegro, te tendremos en nuestros corazones y descansa Paquito, descansa que te lo mereces.
Querido amigo Naranjito.Mi más sentido pésame por el fallecimiento de tu suegro.Los que creemos en Jesús, tenemos la certeza de que en algún lugar, una larga fila de buenos nazarenos, en donde estoy seguro estará ya él, alumbraran eternamente con la luz de su amor su Rostro Verdadero.Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEsta es la carta más bonita y entrañable que he leído para alguien que ha partido. Tu adiós, Carlos, no caerá en saco roto, antes bien, estoy segura que le ha llegado a Paco y que está dichoso con ella. Siempre creí que si nuestros difuntos nos pudieran ver desde el otro lado, nos querrían ver felices, y ese es el mejor homenaje que les podemos hacer. Ese es tu mejor homenaje.
ResponderEliminarUn beso muy grande para toda la familia.
Mi abrazo para vosotros. No creo que él esperara que le hiciérais tanto caso. Sois grandes.
ResponderEliminarAmigo Trianatrinid: mi suegro era hermano de los Gitanos y del Carvario. Tenía que elegir y se decantó por la seriedad de esta última. Pero en su sevillanía tenía el corazón en la hermandad de su antiguo barrio, la calle Sol, la calle Enladrillada, el pasaje Mallol, la plaza de San Román; un "gitano" más de los muchos que procesionan en la "madrugá", aunque no podía salir en las dos. Les traspasaré tu afecto a mi mujer y a mi estimada suegra.
ResponderEliminarQuerida Liliana: Como he dicho en esta torpe entrada, cuanda salga nuestro Sol sevillano nos acercaremos a la orilla del rio grande para, despues de depositar sus cenizas (sin que nos pille la autoridad) brindar como a él le gustaba, por su familia y por la buena gente.
ResponderEliminarUn abrazo y muchisimas grácias.
Querida Alteza: El siempre contaba con nosotros, pero el puñetero tenía el defecto que no quería molestar a nadie.
ResponderEliminarMuchas gracias Princesa-
Descanse en Paz, buen hombre y mejor glosado.
ResponderEliminarGrácias Don Antonio, este "medioagnostico" aprendió muchas cosas de un sevillano de pro. Mi suegro tambien era Natural de Sevilla. Lo dicho, muchas grácias.
ResponderEliminar¡Uf Naranjito qué hermosura de palabras!, se nota que le queríais y me emociono al leerte.
ResponderEliminarTe mando un beso enorme y, por supuesto, a tu esosa.
Pues siento Naranjito tan lamentable perdida para toda tu familia.
ResponderEliminarSi era seguidor del Bello Señor muerto, seguro que procesionará la madrugada del Jueves junto a la caoba que cruje.
Un abrazo.
Un abrazo Naranjito y mi mas sentido pesame para todos los tuyos.
ResponderEliminarGrácias Susana se los traspasaré a mi suegra y a mi esposa.
ResponderEliminarGrácias Rafael, me parece que empezará el Viernes de Dolores y terminará recogiendo a la Virgen de la Aurora. Un saludo.
ResponderEliminarGrácias Paco, tambien se los daré de tu parte.
ResponderEliminar¡Vaya!, venía a leerte y saludarte después de tanto tiempo y me encuentro con esta carta.
ResponderEliminarEs de lo único que no nos libramos nadie Carlos, de la muerte.
Besos y ánimos.
Grácias niña Lou, en un par de días tendras mis batallitas rondando por la bodeguita.
ResponderEliminarNuevamente grácias
VAMOS QUERIDO PACO, QUE TE ESPERA EMBRAVECIDA LA MAR, ECHA LAS VELAS AL VIENTO, Y MÁRCANOS COMO SIEMPRE EL CAMINO...
ResponderEliminarME UNO A TAN SENTIDO HOMENAJE QUERIDO NARANJITO, TE ABRAZO
Grácias Abuela, algunos barcos seguro que estaran por tu querida tierra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mis condolencias.
ResponderEliminarSalu2.
Muchisimas grácias Dyhego, en nombre de mi suegra y, sobre todo, de mi esposa.
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