miércoles, 7 de octubre de 2015

Un lugar cálido para morir

De camino a casa, después de toda una noche trabajando, escucho una noticia en la radio que me llamó la atención. Entre avisos de corruptelas varias, pactos pre y post electorales, conflictos en los vestuarios de equipos de futbol, información del tráfico (como si yo no supiera como está la SE30 a las siete de la mañana a la altura de la Gota de Leche) e inauguraciones varias, un ínclito locutor desgrana una historia acaecida en un restaurante de comida rápida de Hong Kong.  Cuando me refiero a “restaurante de comida rápida” quiero decir un McDonald´s, como el que tenemos en mi barrio que abre las veinticuatro horas.

Escucho atentamente mientras mantengo mis reservas, ya que, en estos restaurantes, cíclicamente, nos sorprenden con sucesos como que ha aparecido una rata dentro de una botella de Cocacola, o un dedo de un nota de Atapuerca en un Big Mac, o vete tú a saber que chorrada inventada. Pero al parecer el caso no es inventado, desgraciadamente.

Pues resulta que una necesitada (en la radio hablan de indigente, pero como no me gusta esa palabra he buscado un sinónimo que creo que es más adecuado) ha aparecido muerta en el local.  Esta mujer sin recursos,  que malvivía y maldormía en los alrededores, en un barrio con grandes rascacielos, entró en el local a eso de las 8:30 de la mañana. No pidió nada, solamente un vaso de agua en el mostrador y se sentó en una mesa de las muchas que disponen en estos establecimientos. Sobre la una y media de la madrugada se desplomó sobre la mesa después de trece horas sola, en medio de los clientes que seguramente se sentaron a su lado y ante la indiferencia de los empleados que, siguiendo la política de la empresa, se dedican a hacer su trabajo.

Tuvieron que pasar siete horas más, siete, hasta que un empleado se acercó a ella y descubrió con horror que la buena señora había fallecido.

 Foto capturada en la red

Y ahora me pregunto yo: ¿es posible que esto pase aquí? ¿En este bendito y puñetero país? ¿Somos tan indiferentes? Y en mi ciudad, Sevilla, con más de 6.000 bares y restaurantes, ¿dejarían sin atender a una indigente, perdón, necesitada, después de mucho rato sin pedir nada solo buscando cobijo? O peor ¿la dejarían entrar? Y nosotros, sentados cómodamente disfrutando de un japimil con muñequito incluido ¿nos molestaría tener a nuestro lado a una persona con todas sus pertenencias encima?

Yo, de verdad, creo en el ser humano. Todavía no he perdido la esperanza. Nuestra cultura es distinta a los asiáticos, aquí no pasaría eso. Entre otras cosas porque todavía hay pocos restaurantes abiertos 24 horas y porque cuando ha ocurrido un caso similar, porque ocurrir ha ocurrido, esto ha pasado en la calle, y en la calle no hay empleados eficientes en limpiar mesas y retirar restos de comida en bandejas y las familias que paseamos con nuestros hijos, procuramos pasar por la otra acera.


Bueno, que esta noche seguiré dándole vueltas al coco, totá esto pasa en Hong Kong, ciudad con más de 7.500.000 habitantes y unos 2.000 viviendo y durmiendo en la calle. 



¡¡ Llevátelo a papel !!

11 comentarios:

  1. Cada vez la gente va más a su bola, Naranjito. No me extrañaría que algo así pudiese pasar en España.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo que vamos a nuestra bola. Lo comento en la entrada, aquí no ocurriría porque no le permiten la entrada, pero en la calle...
      Y encima miramos para otro lado.

      Eliminar
    2. Así es y pasa todos los días. Prisas, falta de atención ? Yo creo que hemos llegado a un punto que no nos importa nada, ni siquiera la vida humana.
      Hace un tiempo viniendo de uno de esos gimnasios donde vas a mortificarte para luego comerte un bocadillo de tortilla bien grande, en un banco de una plaza conocida de Madrid, una señora estaba sentada con el bolso agarrado y debajo de ella un charco de pis, la gente pasaba, miraba, decía que estaba dormida o que había empinado el codo más de la cuenta. La vi desde lejos y cuando me puse a su altura me acerqué, la tomé el pulso y no respiraba. Debía llevar muerta horas, en pleno día nadie acudió en su ayuda, ni se enteraron. Pobres desgraciados que tienen la cabeza llena de pájaros, los ojos vendados y los oídos taponados con la música a tope.
      Eso sí, cuando por el móvil llamé a urgencias aquello parecía un mercado de curiosos regodeándose en el morbo del suceso.
      Pasa, querido amigo, pasa.

      Eliminar
    3. A eso es a lo que me refiero con la entrada, la indiferencia que poco poco se está apoderando de nosotros. Menos mal que aún queda buena gente como tu. Somos cobardes cuando no queremos ver una realidad que no sea la nuestra. Cobardes y miedosos.
      Un abrazo

      Eliminar
    4. Era mi deber, soy profesional de la medicina pero si no lo hubiera sido te aseguro que mi forma de proceder no cambiaría en absoluto.

      Eliminar
  2. Pues malo o bueno lo cierto y verdad es que cada vez somos más indiferentes al sufrimiento de los demás.

    Y a tu comentario...
    si pero no vienen con palillo, sino sueltas en el envase jaaj Yo tampoco las había oído llamar así en toda mi vida. Debe ser cosa de esta sona, igual que al embutido se llama companaje (que no se si es con g o con j)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Parece que no va con nosotros, pero lo tenemos mas cerca de lo que parece.

      Eliminar
  3. Al tiempo. Me parece que por desgracia acabaremos así.
    Espeluznante lo contado por Airblue

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La historia que cuento es real, pero la de la buena amiga Airblue la supera con creces y ocurrió a dos pasos

      Eliminar
  4. Un saludo, el poco tiempo libre me hace "abandonar" la blogosfera, pero no por ello no me acuerdo de los blogs amigos, un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que el poco tiempo sea porque tienes una jartá de curro. Un abrazo, amigo

      Eliminar