viernes, 15 de octubre de 2010

El último ataque nocturno

Noches de terror y miedo, ambas cosas; miedo que con el paso de los minutos se convierte en terror. Noches de ataques furtivos, de sufrimientos a la espera de cuando sería el próximo  acoso. Esperan pacientes, guarecidos en sus oscuras madrigueras a que el sueño nos venza y poder lanzarse sobre  nosotros.   Mi familia lo ha sufrido durante los últimos meses, y en sus cuerpos quedaban heridas y cicatrices después de enfrentarse casi indefensos a la caterva de depredadores que, aprovechando las tinieblas, cual jauría de lobos, se cebaban con nuestra materia y con nuestros espíritus desvalidos.

Semanas de lucha, más bien de defensa, por no poder combatir en igualdad de condiciones con estos seres maléficos. Semanas temblando al escuchar el sonido que producían cuando revoloteaban sobre nosotros y nos atacaban de dos en dos o de tres en tres, sin poder saber cuándo y dónde clavarían sus  apéndices picudos para succionarnos la sangre y marcharse después de quitarnos nuestra fuente de vida para  sustentar a sus crías.

Tenía que hacer algo, tenía que defender a los míos. Con el paso del tiempo la manada había disminuido. No sabía si se habían marchado en busca de otros humanos con que alimentarse o su ciclo de vida terminaba cuando se agravaba en nosotros la desesperación. Pero yo tenía que hacer algo.

En la oscuridad de la noche sentía como quedaba uno. Era  la hembra alfa, la líder de la manada. Seguía atacando sola, incluso cuando comenzaban a llegar las noches frías y la temperatura nos permitía protegernos con armaduras de tela. Pero yo tenía que hacer algo. Yo tenía que defender a los míos. Tenía que dejar que aparecieran cicatrices y heridas en los cuerpos de mi compañera y de mi prole.

Lo preparé a conciencia. Me ofrecería como presa fácil para mi oponente. A pesar de que por la ventana entraba una pequeña brisa que invitaba a taparse, dejé mi torso desnudo como si fuera una  frágil gacela que pones de reclamo para cazar al rey de la selva. Esperé paciente.

La oí llegar. Volaba en círculo sobre mi cuerpo esperando y estudiando donde atacar. El sonido era inconfundible. Lo había escuchado muchas noches sin atreverme a moverme. Pero esta vez no, esta vez estaba dispuesto a terminar de una vez por todas con esta pesadilla. Se trataba de ella o de mí.  

Dejó de hacer aquel horrible ruido y se posó suavemente sobre mi hombro dispuesta a morder una vez más mi aterrorizado cuerpo. Pero esta vez estaba preparado y mis miedos anteriores desaparecieron pensando en mi rol de defensor y adalid de mi familia. Lentamente, alcé mi  zarpa y golpeé con fuerza y decisión. Encendí la luz y observé ávido mi mano. Allí estaba. Restos de alas, patas, pico  y una gran mancha de sangre fruto de saqueos anteriores. Había terminado con la reina de los Aedes Albopictus, había terminado con el último mosquito que nos fastidiaba las cálidas noches veraniegas.

Me levanté de mi redil de sábanas, me lavé la mano donde estaba el cuerpo inerte de mi enemiga y disfruté de una noche tranquila y placentera si escuchar el   zumbido de los puñeteros mosquitos.   
¡¡ Llevátelo a papel !!

27 comentarios:

  1. NARANJITO:
    Me recuerda tu relato el episodio de la Pantera Rosa en el que se enfrenta a un mosquito puñetero... Seguro que lo has visto.
    ¡Qué valiente eres, sacrificarte así en pro de tu prole!
    Salu2 con mosquitera.

    ResponderEliminar
  2. Lo de AEDES ALBOPICTUS, "ma dejao muerta".
    Haber salvado a tu familia de un monstruo semejante, merece, como mínimo, una mención especial en los anales de la Historia.
    Si yo estoy orgullosa de tí, ¡como estará tu señora!. Saludos, Naranjito. ¡Héroe!.

    ResponderEliminar
  3. jajajaj, sabes como nadie contar historias, esta me encantó.. jajajaj, tngo yo una parecida, esitos

    ResponderEliminar
  4. Eres un mosquiticida y como tal, deberías ser denunciado por atentar contra el equilibrio ecológico.
    ¿No te da na por el cuerpo de asesinar alevosamente a una mosquita?
    Eres un depravado, dejaré de venir por el rincón de un desiquilibrador ecológico.
    Adiós pa siempre.

    ResponderEliminar
  5. jajjaa, fantástico, pura literatura, todo un clásico renovado: el héroe.
    Mi más sincera admiración. Ya sé quién me podrá ayudar cuando vuelva los oscuros revoloteos...

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Ya sé a quién llamar en las noches de verano cuando me levanto que parece que tengo varicela :)) Los mosquitos me adoran, tienen la gran capacidad de ignorar a mi marido para acto seguido darse un banquete con mi cuerpo mientras ronco placidamente. A ver si va a ser verdad que hay quien tiene la sangre dulce :))) Un fuerte abrazo y feliz fin de semana, asesino a mano fría :D

    ResponderEliminar
  7. Me rindo ante tu heroicidad y la descripción de tan fantástico relato. Ojalá actuaran así los jueces con el caso "malaya". ¡que bueno!

    ResponderEliminar
  8. Unos cabrones, eso es lo que son. Hace dos noches me cargué yo al último, pero no descarto la posibilidad de que aparezcan más antes de que llegue el frío.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Yo no se que tengo que mosquito que pasa por mi lado siempre me engancha y en el silencio de la noche oigo a mi perro como los quiere matar pero mosquito que pasa por su lado ya no vuela más.
    Cuando lo necesites te lo presto por unos días, cobro barato.
    Saludos

    ResponderEliminar
  10. Di que sí Naranjito, ¡Eres mi héroe! Por dos cosas por tu "valentía" al ofrecerte a luchar por tu familia y por escribir esta entrada que intuyendo el final me ha hecho mantener la sonrisa mientras la leía y soltar la carcaja al terminar.
    Gracis, un placer leerte.
    Besos.

    ResponderEliminar
  11. Estupendo relato, Naranjito, todo hace pensar de que terminará con un baño de sangre vampiresco, aunque te confieso de que estaba esperando llegar al final para que me sorprendieras una vez más con tu humor. Humor ahora, claro, mientras los mosquitos te zumban en los oídos y te pican es un verdadero espanto...

    Genial, de verdad :))

    Besotes.

    ResponderEliminar
  12. AQUÍ TENEMOS LOS AEDES EGIPTUS( CREO ES ASI) QUE APARTE DE SUCCIONARNOS, NOS DEJAN EL DENGUE.
    ESPERO QUE NO SE VENGAN PARA ESTOS LARES LA DESCENDENCIA DE TU AEDES, POR LO PRONTO VENGADO ESTAS JAJAJA
    MUY BUENO EL ESCRITO QUERIDO NARANJITO, ABRAZOS.

    ResponderEliminar
  13. Perfecto guión para una pelicula de Amenabar,madre mia nunca escuche un ataque de mosquitos tambien narrado,te prometo que senti miedo jajajjajaj.

    Un beso Naranjito:O)

    ResponderEliminar
  14. NARANJITO.-Valientes como tu ya quedan pocos, jajajaja UN SALUDO

    ResponderEliminar
  15. No se lo digáis a nadie, mi Señor, pero,... hay soldados que disfrutan acabando con su enemigo,... desde Julio Cesar a Thomas Edward Lawrence, o desde Atila a Vlad Tepes y Gengis Khan,... comer o ser comido,... y disfrutar mientras se come,... es que ya lo decía don Rafael Guerra "Guerrita": "Hay gente pa tó",... y mosquitos.

    Gestos sin zumbidos variados.

    ResponderEliminar
  16. Dyhego: lo de la pantera Rosa no irá con segunda?
    Un saludo.

    Tortuga: estos monstruos cuando se ponen a dar por saco son inaguantables.
    Para tí un abrazo.

    Maria Eugenia, es que en todo el mundo pululan estos bichejos.
    Otro abrazo para tí.

    ResponderEliminar
  17. Rafael, Lo curioso es que son las hembras de esta espécie las pican. "mujer tenian que ser".
    Un saludo.

    Juanma, cuenta con este tu servidor, para ir a la caza y caputura de los bichos.
    Un abrazo.

    Lisset, ¿a ver si esto es cosa de mujeres? a mi mujer le pican menos que a mí. !y ronca mas que yo!.
    Otro abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Natural, a los energúmenos hay que darle fuerte, sean de la raza que sean.
    Un saludo.

    Adp. ¿Al último?, seguro que aparece alguno, incluso en "jalogüin".
    Un abrazo.

    Sevillana, yo tengo un gato que hace lo mismo, pero ultimamente está de un sibarita subido.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  19. Susana, un placer tu seguimiento y tus comentarios.
    Grácias.

    Liliana, grácias. Humor ahora, cuando el puñetero o la puñetera te está fastidiando, no veas la mala leche que te entra.
    Un abrazo amiga.

    Abuela, lo de vuestros "aedes" es peor, encima os dejan regalitos
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  20. Paco, !quedamos pocos, compañero, pero somos de los buenos!.
    Un abrazo.

    Mi Señor D. Rodrigo, a este enemigo es un placer destruirlo y acabar con él. Es una lucha silenciosa y paciente.
    A su entera disposición

    ResponderEliminar
  21. Mary, ¿te la imaginas con sonido sensarroun o como se diga? Ostras, los pelos de punta.
    Grácias.

    ResponderEliminar
  22. Desde que empecé a leer pensé que serían los mosquitos, jejeje es que a mí me atacan brutal….
    Todas las noches de este verano me han picado una media de tres, si hay alguno siempre es para mí… Tu relato me ha traido gratos recuerdos
    de esta grandiosa chirigota, incluso el popu se parece algo a tu cacería, jejeje

    Un beso español

    ResponderEliminar
  23. Querida Gata, cambia Juan por Naranjito en el popurri y ya está. Grácias por el enlace.
    Un saludillo gatuno.

    ResponderEliminar
  24. NARANJITO:
    ¡No! ¡En absoluto! Es ése episodio en que se le mete a la Pantera un mosquito en la casa y en una escena el mosquito le hace kárate y consigue tumbarla. A mí es que me chifla la Pantera. Son los dibujos más inteligentes que se han hecho.
    Salu2... rosas...

    ResponderEliminar
  25. Carlos, no te lo tomes a mal...

    ... pero en verano, te quiero conmigo.

    !Me devoran!.

    Besos de una vampira. ¿Te vienes?.

    ResponderEliminar
  26. Dí con tu blog de casualidad... Eres del Pedroso como mi buena amiga ESPINO... Saludos. Te espero en el León De LAS INDIAS

    ResponderEliminar
  27. Dyhego ¿te acuerdas del peazo coche que sale al principio?
    Un abrazo.

    Niña Lou, cuenta con este tu servidor.
    Un saludo.

    Raúl, grácias por la visita y aquí me tienes. Saludos para tí y mi paisana Espino. Te prometo que me paso a hacerte una visita.
    Un estrechón de manos.

    ResponderEliminar