Fue en un concierto de Víctor Manuel y Ana Belén, en un solar que más tarde sería el Teatro de la Maestranza. A mediados del concierto empecé a tener los síntomas. Malestar, moquillo, tos y un pequeño dolor de cabeza. Ya está, ya cogí el típico resfriadillo de primavera. Nada, un par de días en casa, cuidándome, sin salir y como nuevo. Al cabo de cuatro días fui al médico de guardia que me diagnosticó lo que yo me suponía. Pero de resfriado nada, de gripe nada. Así que de nuevo otra vez al médico. Esta vez fui a mi médico de cabecera, que era la primera vez que lo veía.
Tú no vas a tener gripe, me parece que tienes una infección. Hazte estos análisis y me traes los resultados. Te lo pongo urgente. Y tan urgente, al cabo de unas horas ya tenía los resultados. Te lo dije, tienes una infección. No es gripe ni es un resfriado primaveral. Lo que tienes es EL TIFUS.
¡Ostras! Yo soy un tío raro pero esto ya se pasa de raro. En plenos años ochenta, con España en la Comunidad Económica Europea ¿cómo puedo tener esta enfermedad?
No te preocupes, esto se cura y normalmente no es contagioso. Lo has podido coger de múltiples maneras: comida en mal estado, leche no hervida convenientemente o vete tú a saber. Pero te pones estas inyecciones y al cabo de una semana se te olvidará la infección.
De veinticuatro horas que tiene el día me pasaba dieciocho como si tal cosa, pero las otras seis eran espantosas. Fiebres altísimas y sobre todo, según mi madre y mi esposa, por aquel entonces mi novia, lo peor, el sudor. La fiebre me producía un sudor que a su vez producía un olor espantoso. Sería que mi cuerpo arrojaba a través de mis poros todos los virus causantes de la puñetera infección; pero ninguna de las dos estaban en mi habitación en los momentos febriles.
Aprovechando los momentos sin calenturas y armado del medicamento “milagroso”, visitaba el ambulatorio del pueblo (todavía no se habían inventado los Centros de Salud), en busca del practicante de guardia. Acostumbraba a sentarme enfrente de las señoras que siempre estaban allí. Mi cajita de inyecciones en la mano y preguntándome, como hoy en día, que rara enfermedad tendrán las señoras mayores para no faltar ningún día a su cita con el médico. Observaba que me rehuían. Pero estaba claro, el tufo que desprendía, a pesar de ducharme varias veces al día, las alejaba del pobre enfermo. Es lo que tienes ser muy raro y tener una enfermedad todavía más rara. Yo no tengo artrosis ni reuma abuelas, yo lo que tengo es EL TIFUS, pa chulo yo.
El penúltimo día había más “señoras” que de costumbre, seguramente porque era viernes y se preparaban para un largo fin de semana de fiesta y jarana. Aburrido de esperar, no se me ocurre otra cosa de leer el prospecto que traían la caja de las inyecciones, cosa que desde entonces no hago. Fué cuando se me cayeron los palos del sombrajo.
A ver cómo me explico. ¿Ustedes saben cuántas enfermedades venéreas existen? ¿Cuántas? No, muchas más. Y todas las curaban las inyecciones que yo llevaba seis días poniéndome. Y empecé a preguntarme sin levantar los ojos del papel: ¿Estas señoras se retiran de mi lado por mi olor o porque saben lo que curan las inyecciones? ¿Y el cuchicheo que tienen entre ellas? No puede ser, seguro que no tienen ni idea de este medicamento. Pero la duda me quedó. Me guardé la caja colorao como un tomate de Los Palacios, entré cuando me tocó y salí corriendo del ambulatorio. Está claro que la inyección que me quedaba no llegue a ponérmela.
El tifus se curó, os juro que era el tifus lo que tenía, conservo los primeros análisis y los últimos que certificaban que me había curado y en los que se especifican la infección tifoidea que tuve. Que yo siempre he sido un tío muy sano, por lo menos en aquella época.
Y ahora en serio (lo anterior es real, aunque lo cuente de esta manera), esto me pasó en los años ochenta, aquí, muy cerquita de Sevilla, en Alcalá de Guadaira. Es muy fácil acabar con ciertas enfermedades, solo hace falta tener los medicamentos adecuados.
Y poniéndome más serio ¿ya no es noticia el cólera en Haití? ¿No se cura con inyecciones? La prevención es otro tema. Pero yo, cada vez que veo noticias de plagas, infecciones, enfermedades, etc. en otros países me acuerdo de MI TIFUS y ¡de las viejas alcahuetas que se sentaban enfrente de mí en la consulta del practicante!
¡¡ Llevátelo a papel !!
Hay personas que tienen la tuberculosis o lo han pasado y no lo dicen, no te preocupes, hay que ser consciente de lo que uno tiene y se pueda curar.
ResponderEliminarOtro besote.
A las dos de la mañana me tomo mi pastillita para domir (me estoy haciendo mayor o no quiero desvelos, para no pensar) y mientras siento cómo me entra la morriña que precede al sueño, me siento un poquito al ordenador, todos los días lo intento y ¡nada!, que Naranjito no aparece, pero, he aquí, que hoy me he llevado la más grata sorpresa del día, que, por cierto ha sido completito, ¡MI NARANJITO HA VUELTO! (perdón, por la confianza), pero me ha salido del alma.
ResponderEliminarMe he leido las dos entradas y, como siempre, divertidas, fantásticas.
Perona la extensión, pero tenía que decirte todo ésto.
Un besazo y, por favor...¡no nos abandones durante tanto tiempo!.
Escribe, "anque séa" ¡hola!.
Naranjito, ¿no sería tufo lo que tenías?
ResponderEliminarLo de Haití es una verguenza mundial, la solución pasa como bien dices, por unas simples inyecciones y unas bolsas de suero.
Y nosotros preocupándonos de lo que dice el embajador de EEUU en sus mariconeos.
Un abrazo
En África persiste la polio sólo porque la vacuna que toman los niños es vía oral: el virus permanece vivito y coleando en sus caquitas. Así de triste (por ser suave) es el mundo.
ResponderEliminarY con lo hipocondríaco que es uno esta entrada, ay, esta entrada...
Un fuerte abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerido Naranjito, qué suerte que superaste la enfermedad y no te quedó rastro alguno. Es verdad que todavía no tenemos contraladas las enfermedades y en la menor ocasión de debilidad humana...¡Zas!
ResponderEliminarEl tema de Haiti, como el de muchos otros lugares es franmente preocupante.
Besotes.
QUE SUSTO NARANJITO¡¡¡¡
ResponderEliminarA LO MEJOR LAS CHUSMAS IBAN AL MÉDICO POR LAS VENÉREAS, Y SE PONÍAN TUS INYECCIONES A ESCONDIDAS JAJAJA
QUE GUSTO ME DA SABER DE TI.
Dadle pues gracias a Dios y al Dr. Fleming, mi Señor,... mi madre quedó huerfana con 7 años, al morir mi abuela de fiebres tifoideas, eso fue solo, 40 años antes que Vuestra afección,... y ¿Sabe una cosa Vuestra Merced, ahora que no nos oye nadie?,... me habría encantado conocer a mi abuela y saber como me habría abrazado.
ResponderEliminarGestos antibióticos variados.
pues Dios nos libre de los nuevos virus, porque cada vez que vas al médico -con síntomas- te diagnostican una "virosis" , como dice el refrán: del toro manso me libre Dios, que del bravo (tifus, cólera,,,) me libro yo". Un abrazo.
ResponderEliminarPasaba a desearte felices fiestas!
ResponderEliminarte dejo un abrazo!
Que mala pata hijo. Y es que las personas de la tercera edad se apostillan en las consultas y no hay quien las mueva. Además, están pendientes de todo.
ResponderEliminarSeguramente que el practicante seríe "El Juaquinito".
Yo creo recordar que por aquellas fechas un compañero de trabajo pilló el tifus y también nos asombramos, igual hubo un brote.
Bueno,la cuestión es que te recuperaste, y que las señoras pensaron que no salías de la venta platilla.
Besos
Querida niña Lou, si supieras lo que he presumido yo de haber tenido el tifus.
ResponderEliminarEstimada Tortuguilla, TU NARANJITO lo tendras siempre a tu disposición. Un saludo.
Rafael, Eso es lo vergonzoso, ¿cuantas criaturas se pierden por no tener unas simples inyecciones?. Un abrazo.
Juanma tranquilo que en nuestro primerisimo mundo esto se cura.
ResponderEliminarSusana: mi mujer dice que alguna secuela en las neuronas me quedó. Es que es "mu grasiosa".
Querida Abuela, ahora que lo dices, a lo mejor conocian muy bien las inyecciones.
D. Rodrigo, desde donde esté seguro que su Abuela le abraza a diario. Como siempre, asus órdenes.
ResponderEliminarAmigo NaturaldeSevilla, !Que recurrido es ese diagnósto de: tienes un virus! Un abrazo.
Allek, grácias por la visita y otro abrazo para tí.
Querida Verdial, El Juaquinito le ha visto el trasero a unas cuantas generaciones de alcalareños. (Que fuerte lo de la venta Platilla)
ResponderEliminarUn abrazo panadero.
¡Ay, qué mal rato, Naranjito! Encima de padecer nada más ni nada menos que Tifus (sí que es raro), tener que aguantar a las comadronas cuchicheando por detrás, debe de haber sido toda una angustia, y no es para menos...
ResponderEliminarEso sí, a la distancia y contado como lo has contado, me ha causado mucha gracia tu desgraciada historia, menos mal que tu humor es genial :)
Besotes.
pues ni idea que era tanfácil coger eltífus, y que era tan fácil, curarlo
ResponderEliminarDijeron que el foco estuvo en la fuente del poli, yo también lo pillé por esa época. No me dio muy fuerte por que ese mismo verano me había vacunado para ir de campamento con los salesianos, aunque la segunda dosis la perdí en el campamento. Eran unas pastillas amarillas, Taboral creo que se llamaban.
ResponderEliminarMi madre me llevó al médico cuando ya me había curado, después de una semana de fiebres en la que perdí cuatro kilos. Decir en su descargo que acababa de nacer mi hermano pequeño y los otros tres eramos ya unos petardos zagalones de cuidado. Estaba sobrepasada, la pobre.
- Señora, este niño ha pasado unas fiebres tifuideas.
- Ay, mi niño ¿eso es grave doctor?
- No, ya no.
Mi madre se puso a llorar.
- No se preocupe señora, mírelo por el lado bueno: el niño ahora puede beber y comer donde lo haga una cabra.
Yo, por si acaso, no seguí la prescripción del médico y sólo bebo cerveza y los papeles mejor me los leo.
Querida Liliana, Como siempre es un placer leer tus comentarios, me dan muchos ánimos. Un besote.
ResponderEliminarmaria eugenia, lo bueno que en "nuestro primer mundo" es más facil curarlo. Un abrazo.
Panduro: muchas grácias por la visita. Creía que yo era único, en lo raro, pero me doy cuenta que somos muchos, afortunadamente.
Yo sí le hago casos a los médicos, será porque a mí me recomendó lo de la cerveza.
Un estrechón de manos.