La vecina de enfrente, Antonia, tenía cuatro hijos, pero solo conocían a tres. El mayor, Rafael hacía muchos años que vivía en Francia. Algunos chismoso decían que por cuestiones políticas, pero la vedad era más simple, como muchos de otros españolitos emigró muy joven buscando trabajo y una vida mejor para su familia. Al cabo de los años, un verano regresó para pasar sus vacaciones y presentarles a su madre y hermanos a su mujer y su hija. Fue un acontecimiento en la calle. Todas las vecinas pendientes del francés y su familia. Llegó en un coche con una matrícula muy rara, de color amarillo. El bueno de Rafael siempre sonreía y tenía palabras agradables para todos. Las amigas de Antonia estaba encantadas de conocer a su hijo. “Oye Antonia que hijo más guapo. Se parece al George Dan”. Le acompañaba su esposa una francesa alta, morena, altiva sin ofender y, la sorpresa para los zagalones de la calle, también vino aquel verano, su hija Charlotte.
Si la madre era guapa, la hija era espectacular, por lo menos para los chavales. Diecisiete años, el pelo moreno y corto. Los ojos eran los más claros y verdes que habían visto aquellas calles. A él, aparte de aquellos ojos, le maravillaba los labios de Charlotte. Ningunas de las amigas con las que empezaba a tontear tenía aquellos labios. Siempre con una leve sonrisa. Desde que llegó, su vida cambió. Dejaba de salir todos los días y pasaba más tiempo en casa, junto a su madre en la cocina. Mirando por la ventana del lavadero esperando a ver aquella criatura que le parecía exótica y distante. Su madre, con esa sabiduría que solo tienen las madres con los hijos, se dio cuenta que las miradas iban destinadas a la nieta de su vecina, pero solo sonreía y no le decía nada.
Lo mejor que le pudo pasar fue cuando la buena de Antonia le propuso acompañar su nieta a conocer la incipiente ciudad que estaba creciendo por aquellos años. Antonia sabía que de él se podía fiar. Que era un chaval educado y respetuoso y que cuidaría de ella. Empezaron dando paseos por el barrio. El fascinado por el acento de Charlotte y la alegría que expresaba, fascinado por sus ojos y fascinado por sus labios. Al cabo de varios días de paseos ya se conocían y sabían de sus inquietudes. Fueron tres semanas de paseos y confidencias.
Llego la hora de partir. El sentía que el verano era corto, que pronto se marcharía aquella amiga tan especial y la puñetera vida corriente le golpearía de lleno. El día antes de la partida, sentados en un banco de un parque cercano se despidieron. Comenzó con un roce de labios, un leve roce, para terminar en el beso más apasionado que a él le habían dado, el abrazo más ardiente que él había dado. El corazón nunca le había latido más fuerte a ambos. Esa fue su despedida. El día que se marchó Charlotte no se atrevieron a verse. Terminó de esta forma aquella maravillosa aventura de verano.
Años más tarde, bastantes años más tarde, de regreso a esa ciudad como hacia a menudo para ver a su familia y amigos, notó que se aproximaba unos ojos, los más claros y verdes que habían visto aquellas calles. Se cruzaron, cada uno con su pareja y sus hijos. Se miraron. Pensó que no podía ser. Que hacía muchos años de aquel verano. Pero no pudo evitarlo y se giró. Se dio cuenta que ella también se había girado y vio una sonrisa, una leve sonrisa que tenía clavada desde su juventud en el corazón. No había duda que eran aquellos labios que se habían besado con pasión, sentados en un banco de un viejo parque.
No había duda, los años los habían cambiado a ambos, pero la sonrisa y los labios de Charlotte, esos no habían cambiado.
Como en el día de la partida, cada uno siguió su camino y no se dijeron nada, pero aparte de su corazón, él escuchaba otro corazón latiendo con la misma fuerza calle arriba
¡¡ Llevátelo a papel !!
¡Pues no que me has puesto los vellos para colgar llaveros...! Hasta se me ha quedado el regusto de los labios de Charlotte.
ResponderEliminarQuillo, estos relatos veraniegos los bordas.
Un abrazo, artista
P.S.: ¿Tu mujer pasa por la bodeguita? ;-P
La verdad es que si... bordado y hasta con el remate de bolillos. Lindo.
ResponderEliminarBesos.
Que historia de verano mas bonita...
ResponderEliminarla has bordao naranjito.Un abrazo
Yo no hubiese sido capaz de pasar de largo, eso es seguro.
ResponderEliminarSeguro que después te has arrepentido de no haber hablado con ella, ¿o no?
Eres un artista Naranjito.
Saludos
¡Que lindo! ¡Que recuerdo más bonito! Son esas historias que uno deja pendientes y luego se quedan como sueños adolescentes.
ResponderEliminarEs verdad, los pelitos de los brazos se me han puesto todos estiradicos...te felicito.
BEsotes.
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ResponderEliminarQue sensación tan agradable, mi Señor,... que regusto a juventud, a temblores, a mundos por descubrir,... y a añoranza,... los mejores besos siempre son los que no dimos.
ResponderEliminarGestos claros y verdes variados.
Naranjito, hijo.Lo describes tan bien, que parece que me estoy reflejando en esos dos lagos verdes, que son los ojos de tu amiga Charlotte.Un abrazo.
ResponderEliminarQué maravilla, querido amigo. Pleno de ternura, de pasión, de nostalgia, de realidad. Un acierto pleno es el texto. Como te dicen por ahí arriba: bordado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Hola!
ResponderEliminar"Puegeso"
Cosas de la vida, un relato muy bonito.
Saludos de J.M. Ojeda
Y quién no ha tenido un amor de verano y con los años lo recuerdas como lo más hermosos que te ha pasado en tu vida?
ResponderEliminarPreciosa tu historia naranjito.
¡Ay!, Naranjito, yo, también ligue con un frances en una feria y cosas de la vida, también tenía los ojos verdes y el pelo oscuro¡qué guapo era!.
ResponderEliminarMe dijo algo en frances y yo, que era una estúpida, no lo entendí y le dije_ por si acaso pa tu madre, el se enfadó, yo me enfadé, seguimos deshaciendo el malentendido hasta que llegamos al último día de feria, nos dimos ése beso-roce y....¡se fué!. Nunca más se supo...
Aaaaaaay, que me muero de amor. Naranjito, has conseguido que me pasara lo que a Er Tato... ¡para colgar llaveros!
ResponderEliminarBellísima historia, hasta me dio pena de que terminara.
¡Otra, otra, otra...!
Besotes y suspiros :)
AYYYYY !!! LOS RECUERDOS Y LOS AMORES DE VERANO ... QUE BELLOS Y DULCE MOMENTOS, MAGNIFICA HISTORIA NARANJITO. GRACIAS POR COMPARTIR TU SABIDURIA Y ESTAS HISTORIAS QUE NOS LIBRA DURANTE UN TIEMPO DE LA REALIDAD. UN SALUDO, AÑOÑO.
ResponderEliminarjejejeje me ha gustado mucho...
ResponderEliminarAbrazos...
Siempre te quedará Paris...
ResponderEliminarMe ha dejado muda, me ha encantado.
Tato, mi mujer está convencida que "algunas" historias me las invento.
ResponderEliminarMaile gracias, todavía tengo que aprender a rematar los bolillos.
Paco ¿bordados y bolillos? !al final pongo una mercería!
Querida Susana, las dejas pendientes pero cuando las vuelve a vivir es como si .....
ResponderEliminarD. Rodrigo Malaventura, a sus ordenes mi capitán, es un honor que un soldado de los tercios se pase por esta bodeguita.
Aquí tendrá usted un lugar para que nos cuente sus batallas. Binvenido.
Rafael, despues de un porrón de años, los lagos verdes seguían igual de claros y profundos.
Juanma, grácias por tus palabras y al final acabo siendo bordador. jeje, un saludo maestro.
ResponderEliminarJ.M. Ojeda, grácias por tu visita y comentario, Merci.
Sevillana, lo mejor es cuando descubres que no lo has olvidaddo.
Tortuguilla, ¿no sería el hermano de Chralotte?, mira que el mundo es un pañuelo. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Liliana, no te preocupes que llegarán otras historias, una de mis musas anda por Argentina y me inspira más de lo que ella cree. Un saludo.
Grácias Añoño, hay que intentar que los recuerdos también formen parte de nuestra realidad. Un estrechón de mano.
Ayshane, que suerte que tus piés te traigan hasta la Bodeguita, Grácias un saludo.
ResponderEliminarMi querida Dama, Paris o Longuyon, cerca de Bélgica. ;)
Un besote.
Mira, en vez de hacerte bordador, como te pide todo quisqui, hazte escritor, que tienes madera machote. Carpintero no, escritor.
ResponderEliminarPor cierto ? a que sabían los labios de Charlote, prenda ?.
Vaya faceta más bonita acabo de descubrir en ti, y esto me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos otoñales.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola naranjito , muy bonito lo que escribes , y es un placer siempre ,el poder leerte , y por encontrar la hubicación por los regalos no te preocupes , los puedes poner debajo de tus seguidores o abajo del reloj no crees? es mi modesta opinión , puedes hacer lo que quieras , otra cosita no llores mas , que la gente se va a tener que ir en barca a trabajar , y si yo te pido que me presentes al "latin lover" de tu hijo que pasaria , no te preocupes que no le voy hacer nada malo ,pero si tiene un blog ,me gustaria ser su seguidora vale , tu tranqui que te lo devolvere a la hora del lechero ,un saludo de pitufa (lo del lechero es una broma)
ResponderEliminarMe ha encantado, se me ha puesto el vello de punta.. La historia es real? conoces a los protas?
ResponderEliminarDesde luego es una historia preciosa de adolescentes.
Que bonito es el amor.
Amigo choquero, grácias por el peazo de crítica. Le preguntaré al protagonista lo del sabor. Illo que mi mujer se pasa por aquí de vez en cuando.
ResponderEliminarQuerida niña Lou, espero fascinarte mucho más y mejor, aunque nunca llegaré a tu altura. Un saludo.
Grácias Pitu por tus constantes visitas. El prenda de mi hijo anda otra vez por tierras del Odiel, comenzando el curso, pero cuenta con que se lo comentaré.
Maria Eugenia: ¿crees de verdad que esto no puede ser real? ¿no te ha pasado algo parecido? A que sí. Un saludo.
El relato me ha parecido muy bueno. Me uno a los otros comentarios.
ResponderEliminarLo mejor para mí es la descripción de la madre, "altiva sin ofender...". Genial.
AYYYY, MI NARANJITO, QUE BONITA HISTORIA.
ResponderEliminarASÍ SON LOS AMORES DE VERANO, DEJAN HUELLA DE FUEGO EN EL CORAZÓN, DE ESAS QUE NO SE BORRAN.
DEJO MI ABRAZO PARA TI QUERIDO AMIGO.
Enhorabuena, amigo, esta historia está escrita con una sutileza que sólo deja salir los buenos recuerdos y una pizca de pasión.
ResponderEliminarUn abrazo. Nos vemos en Félix.
Las francesas, muy francesas ellas... pero la española se llevó el gato al agua (no, hombre, tu gato no; que bastante tiene con lo suyo...)
ResponderEliminarBonito relato que incluso podría ser real. Yo también conocí a una medio francesa prima de un vecino de mi calle cuya madre era sevillana, total, que la chica era guapísima (me lo parecía) y me fascinaba su acento parisiense...
Pero ni hubo besos, ni paseo, ni cogimiento de manos ni nada de nada de nada.
Salu2.
Bicefalapena: las mujeres altivas y sin ofender son las que nos hacen girar la cabeza a los hombres con admiración.
ResponderEliminarAbuela, grácias por tu abrazo y por tu comentario, es verdad las huellas de fuego en el corazón no se borran.
D. Luis Miguel, como siempre agradecido por tus críticas, que de letras sabes más que yo. Nos vemos donde tu sabes y esta vez pago yo.
Dyhego, es que las españolas con .....
Por cierto si no hubo besos, ni paseos, ni cogimientos de manos !tu te lo perdistes!