viernes, 17 de diciembre de 2010

Los Buzones de la Basura (II)



¡No puede ser! Alguien ha leído mi entrada sobre los buzones de la basura y, para evitar que siga haciendo travesuras de las mías, ha puesto buzones con llave. ¿Y ahora como tiro la basura?

Que no Naranjito, que no te enteras. Esos buzones están puestos desde el principio. Los usan los comerciantes del barrio. Sus bolsas son más grandes que las nuestras. Bares, tiendas, talleres y todos los establecimientos poseen la llave. Y el funcionamiento es muy fácil: abren con la llave, meten la basura y vuelven a cerrar con la llave.

¡Uf! Ya me quedo más tranquilo, podré usar los buzones como siempre. Aunque, por otro lado, es un buen sistema este de la llave. Esta noche se me ocurre que podría utilizar estos nuevos buzones para tirar lo malo de este año que está a punto de terminar. Solo tengo que pedir la llave a mi amigo David, que trabaja en una de mis “farmacias de guardia” favoritas.

Abro el buzón, meto dentro la hipocresía, la envidia, los malos royos, la puñetera crisis,…..; cierro el buzón con la llave y se la devuelvo a mi amigo David para que él la guarde convenientemente.

Seguro que a vosotros se os ocurren muchas más cosas que meter dentro del buzón. Ya sabéis, pedirle la llave a David y dejar dentro todas las cosas malas que queráis que desaparezcan.

Pero, por favor, no olvidaros de volver a cerrar.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El Niño Feliz


(Continuación de Los Buzones de la Basura)

Así lo bautizó mi hija: El niño feliz, aplicando muy acertadamente sus conocimientos sobre el mundo infantil, que para eso lo está estudiando. El crío es un encanto. Siempre con la sonrisa en la cara. Tendrá unos cuatro años, rubillo, con los mofletes siempre sonrojados. Cuando te ve, te mira y siempre te saluda. ¡Hola vecino! Siempre con la sonrisa en la cara. Está contento por todo. El otro día me lo encontré cuando la madre lo traía del colegio y venia cantando y saltando. ¡Quillo!, ¿qué te pasa hoy?  Que teno lentegas pa comel. ¿Y te gustan?, A este niño le gustan todas las comidas, me contestó la madre, es una bendición, no como sus hermanos.

Sale del  bloque como un rabillo de lagartija a jugar con sus amigos de la calle, disfrutando y feliz, siempre riéndose. Mi mujer se lo encontró días atrás y también le preguntó ¿Dónde irá hoy mi vecinillo? Voy al medíco, toy malito, me va a pone una inyetión. Pero lo dicho, riéndose y feliz como él solo. Hija que suerte tienes con tu hijo, disfruta con todo. Pues la verdad es que sí, que con él no tengo problemas.

Cuando entro en el portal, y me ve, siempre me saluda, ¡Hola vecino! ¡Adiós vecino! Lo dicho, es un encanto de crío. 

Un día, que salía yo para cumplir con mis obligaciones laborales, vamos que iba a trabajar, lo vi especialmente contento, cantando, saltando, esperando que yo abriese la puerta. ¿Dónde vas quillo? A jugá con mi papá, que ta ahí en los jaldines. Y efectivamente, allí estaba su padre esperándolo.

Hola Juan, ¿Qué le das tu hijo que siempre está tan contento?
¡A que sí! Desde que nació el puñetero es la alegría de la casa. Pero hoy está como una moto, me tiene jugando con él desde que llegué esta mañana.
¿Y eso?
Pues nada, vecino, que no sé cómo ha aparecido una bolsa colgada  en la puerta de mi casa con un balón dentro y lo que es más sorprendente, con el nombre de mi hijo escrito en letras bien grandes.
¿Un balón dices?
¡Digo! Un jabulani  de esos del mundial. No es el original pero da muy bien el pego. No sé quién se lo habrá regalado, pero ha sido todo un acierto.
Bueno, Juan, te dejo que disfrutes con tu hijo y no pierdas de vista el balón que luego tu niño se enfada.
Adiós vecino, que te sea leve en el trabajo.

Y me marché dejando a mi vecinillo el niño feliz y a un padre todavía más feliz.
Por puñetera casualidad, tenía el coche aparcado justo al lado de unos buzones muy modernos, donde los vecinos del barrio tiramos la basura. Abrí el de color azul, él que usamos para el papel y el cartón, metí dentro un pequeño ticket de una tienda de deportes, cerré la puerta, tiré de la palanca y me marché a trabajar más feliz que mi vecinillo del primero.
  

viernes, 10 de diciembre de 2010

Los Buzones de la Basura (I)


-Mira, compadre, que buzones para la basura más modernos nos pusieron hace tiempo en el barrio.
-Si, ya veo y de colores para que no os equivoquéis.
-Exactamente, tú lo has dicho para que no se equivoque la gente. El azul para el papel y el cartón, el amarillo para bricks, latas y envases y el gris para el resto de basura orgánica.
-¿Y cómo funcionan?
-Es fácil. Abres la puerta. Metes la bolsa. Cierra la puerta. Tira de la palanca y ya está. Mira te haré una prueba, ¿ves ese balón viejo y roto que está ahí entre el seto?

Cogí el viejo balón y le demostré a mi compadre el fácil funcionamiento de los buzones.

-¿Lo ves? Abro la puerta, meto el balón, cierro la puerta y tiro de la palanca. Cae en un compartimento que está debajo y cada cierto tiempo, a través de unos conductos subterráneos y por medio de aire a mucha presión llega hasta el Punto Limpio que está al final del barrio para su correspondiente preparación y reciclado. Están decorados de una forma muy especial, pero ya los limpiarán mañana.
-¡Qué bien te explicas compadre! ¡Anda! No te escaquees que me tienes que invitar, que las comadres ya nos llevan ventaja. 

Después de una agradable velada y tras haber visitado un par de “farmacias” (que conste que por prescripción facultativa) regresamos a casa dando un agradable paseo. Junto a mi bloque me encontré a mi vecino Juan que andaba como buscando algo entre los pocos jardines que nos quedan.

-Hola Juan, buenas noches. ¿Qué andas buscando?
-Hola vecino, nada que mi hijo pequeño se ha dejado una pelota esta tarde por aquí y anda con un berrinche que no veas.
-¿Una pelota vieja?
-Sí, es que a los críos no hay quien los entienda, tiene dos o tres de sus hermanos mayores pero a él la que le gusta es la vieja. Olle ¿tu como sabes que es un balón viejo?
-No nada, me lo he imaginado. Que mi hijo ha sido pequeño también y, tú sabes, las cosas de los niños.

Las “comadres” ya estaban dentro del portal, escondidas y con una risita cómplice, esperando que llegara para impartirme la oportuna bronca.
Mi compare no dijo nada. Solo me miró, y, con la mirada, me dijo: “espabilao, eres muy didáctico explicando el funcionamiento de las cosas, eres muy técnico, pero haber cómo le explicas a tu vecino que el balón de su hijo ha viajado por las entrañas de la tierra y ha acabado en un gran contenedor de basura”.

-Adiós Juan, buenas noches y suerte.
-Adiós vecino hasta mañana.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Tifus


Fue en un concierto de Víctor Manuel y Ana Belén, en un solar que más tarde sería el Teatro de la Maestranza. A mediados del concierto empecé a tener los síntomas. Malestar, moquillo, tos y un pequeño dolor de cabeza.  Ya está, ya cogí el típico resfriadillo de primavera. Nada, un par de días en casa, cuidándome, sin salir y como nuevo. Al cabo de cuatro días fui al médico de guardia que me diagnosticó lo que yo me suponía. Pero de resfriado nada, de gripe nada. Así que de nuevo otra vez al médico. Esta vez fui a mi médico de cabecera, que era la primera vez que lo veía.

Tú no vas a tener gripe, me parece que tienes una infección. Hazte estos análisis y me traes los resultados. Te lo pongo urgente.  Y tan urgente, al cabo de unas horas ya tenía los resultados. Te lo dije, tienes una infección. No es gripe ni es un resfriado primaveral. Lo que tienes es EL TIFUS.

¡Ostras! Yo soy un tío raro pero esto ya se pasa de raro. En plenos años ochenta, con España en la Comunidad Económica Europea ¿cómo puedo tener esta enfermedad? 

No te preocupes, esto se cura y normalmente no es contagioso. Lo has podido coger de múltiples maneras: comida en mal estado, leche no hervida convenientemente o vete tú a saber. Pero te pones estas inyecciones y al cabo de una semana se te olvidará la infección.

De veinticuatro horas que tiene el día me pasaba  dieciocho como si tal cosa, pero las otras seis eran espantosas. Fiebres altísimas y sobre todo, según mi madre y mi esposa, por aquel entonces mi novia, lo peor, el sudor. La fiebre me producía un sudor que a su vez producía un olor espantoso. Sería que mi cuerpo arrojaba a través de mis poros todos los virus causantes de la puñetera infección; pero ninguna de las dos estaban en mi habitación en los momentos febriles.

Aprovechando los momentos sin calenturas y armado del medicamento “milagroso”, visitaba el ambulatorio del pueblo (todavía no se habían inventado los Centros de Salud), en busca del practicante de guardia. Acostumbraba a sentarme enfrente de las señoras que siempre estaban allí. Mi cajita de inyecciones en la mano y preguntándome, como hoy en día, que rara enfermedad tendrán las señoras mayores para no faltar ningún día a su cita con el médico. Observaba que me rehuían. Pero estaba claro, el tufo que desprendía, a pesar de ducharme varias veces al día, las alejaba del pobre enfermo.  Es lo que tienes ser muy raro y tener una enfermedad todavía más rara. Yo no tengo artrosis ni reuma abuelas, yo lo que tengo es EL TIFUS, pa chulo yo.

El penúltimo día había más “señoras” que de costumbre, seguramente porque era viernes y se preparaban para un largo fin de semana de fiesta y jarana. Aburrido de esperar, no se me ocurre otra cosa de leer el prospecto que traían la caja de las inyecciones, cosa que desde entonces no hago. Fué cuando se me cayeron los palos del sombrajo.

A ver cómo me explico. ¿Ustedes saben cuántas enfermedades venéreas existen? ¿Cuántas? No, muchas más. Y todas las curaban las inyecciones que yo llevaba seis días poniéndome. Y empecé a preguntarme sin levantar los ojos del papel: ¿Estas señoras se retiran de mi lado por mi olor o porque saben lo que curan las inyecciones? ¿Y el cuchicheo que tienen entre ellas? No puede ser, seguro que no tienen ni idea de este medicamento. Pero la duda me quedó.  Me guardé la caja colorao como un tomate de Los Palacios, entré cuando me tocó y salí corriendo del ambulatorio. Está claro que la inyección que me quedaba no llegue a ponérmela.

El tifus se curó, os juro que era el tifus lo que tenía, conservo los primeros análisis y los últimos que certificaban que me había curado y en los que se especifican la infección tifoidea que tuve. Que yo siempre he sido un tío muy sano, por lo menos en aquella época.

Y ahora en serio (lo anterior es real, aunque lo cuente de esta manera), esto me pasó en los años ochenta, aquí, muy cerquita de Sevilla, en Alcalá de Guadaira. Es muy fácil acabar con ciertas enfermedades, solo hace falta tener los medicamentos adecuados.
Y poniéndome más serio ¿ya no es noticia el cólera en Haití? ¿No se cura con inyecciones? La prevención es otro tema. Pero yo, cada vez que veo noticias de plagas, infecciones, enfermedades, etc. en otros países me acuerdo de MI TIFUS y ¡de las viejas alcahuetas que se sentaban enfrente de mí en la consulta del practicante!  

domingo, 5 de diciembre de 2010

El Regreso

 
¿Qué pasa papá que después de tu cumpleaños te has vuelto viejo, te ha entrado depresión y no das la lata con lo del blog?
Niño, viejo tu abuelo el padre de tu madre,

Pero tiene razón el puñetero. He estado perdido, casi sin ganas. ¿El motivo?, no tengo ni idea. Amamonaillo como dicen algunos. La verdad es que he estado un poco liado. Algunas veces incluso dulcemente liado. Pero esto es muy fuerte y ya estaba tardando en retomar esta adicción. Sé que me he perdido mucho sin mis constantes visitas a todos los que nos maravilláis con vuestras cosas. Pero aquí estoy, dispuesto a continuar dando la vara con mis batallitas, historias, recuerdos, mosqueo, enfados y todo lo que buenamente se me valla ocurriendo.

Me he dado cuenta que me lee hasta mi hijo, Papá si yo soy el que te corrijo algunas cosas. A mi hija le debo alguna entrada. La foto que publicaste de mi gato es muy fea, te he preparado algunas de las buenas, como no las publique te vas a enterar.  En el trabajo (por cierto estoy de puente hasta el jueves así que tengo tiempo para ponerme al día) alguno de mi compañeros me comentaban  que llevaban semanas sin leerme y que lo echaban de menos y eso que yo pensaban que solo visitaban páginas de…….
Lo dicho, como las insignes musas y los duendes del azahar han hecho las paces conmigo me pongo de nuevo a teclear y gastar bolígrafos.

Y lo que es más importante, seguiré Soñandosevilla con Trianatrinidad, seguiré aprendiendo del maestro D. Jesús Cotta, seguiré recogiendo los Retales del bueno de Ojeda, seguiré llenado ese fantástico Vacío Interior, seguiré a la Dama de Sevillano Nombre, seguiré haciendo el Master en Nubes de la fascinante Aurora, seguiré “peleándome” con la Princesa del Guisante, seguiré visitando la Argentina de mi Abuela Frescotona, seguiré paseándome con El Barbero de Sevilla, seguiré descubriendo mi ciudad con Sevilla Daily Photo, seguiré Vicheando con el bueno del choquero, seguiré conociendo la naturaleza de la mano de Legolas, seguiré siendo de color Verde Oscuro, seguiré pensado como tiene tanto tiempo para hacer tantas cosas, aunque claro Solo Yo, seguiré respirando el aire de la peña  Por Estos Andurriales, seguiré compartiendo las Impresiones de una Tortuga, seguiré aprendiendo historia con el Pasado de Sevilla, seguiré  disfrutando de las imágenes de Esa Sevilla, seguiré escuchando los dulces ronroneos de la Gata Roma, seguiré siendo Naturaldesevilla, seguiré pensando en esos de Ni lo sé ni falta que me importa,  seguiré dejándome llevar por las Palabras de Lou, seguiré tomándome la servesita en la Taberna de Mou, seguiré sentado sobre los Bocoy de Pepe, seguiré escuchando las opiniones de El Alegre Opinador, seguiré a las órdenes del Capitán Malaventura, seguiré intentando No coger ventaja, Miarma, seguiré estando en Benidoriam esté donde esté, seguiré a la encantadora Liliana, seguiré pasando aventuras en la Hostería de Cristófano Butarrelli, seguiré a Sevilla misterios y leyendas, a Pepe Páncreas, a Sevillana, a D. Dyhego,  a Maese Rancio, a Cosas Mías, a Desnuda en otoño, a Lamiradadelhombre, a Ozú que caló, al cuaderno de notas de Lisset, a ...

Seguiré, seguro que seguiré.

Gracias y perdón por no contestaros, pero dentro de un ratito me pongo a ello.