En el barrio donde vivo tenemos
la suerte de contar con unos vecinos especiales y queridos, los bomberos. He
hablado muchas veces de ellos porque los tengo enfrente y porque sus historias merecen
la pena ser contadas.
Están muy involucrados en la vida
cotidiana del barrio en todos los aspectos. Colaboran con colegios, con la
Hermandad, con los mayores, con cualquiera que pase por sus instalaciones y
necesite algo, y sobre todo son profesionales y de los buenos. Para nosotros es
normal verlos entrenar y practicar a diario, en plena calle. Cosa que aunque
parezca cotidiana, no deja de sorprender a pequeños y mayores. Esta preparación
les sirve para dar una respuesta rápida a las distintas salidas que hacen. Y
que agustito te quedas cuando
escuchas salir los camiones con las sirenas atometer
y se alejan, se alejan, se alejan. Bueno agustito
y preocupao porque nunca se sabe
y a darse un garbeo seguro que no van.
Pero vamos al lio. Como dije en
la entrada anterior, tenía que pelarme y muy tempranito me dirigí a la
peluquería de mi amigo Murillo. Al pasar por los árboles que tienen en la
esquina del Parque de Bomberos observé el objeto de esta entrada. Antes de que
se me olvide, he dicho “los árboles que tienen” porque son ellos los que los
cuidan, los riegan y los mantiene. Tres arbolitos tres. Una palmera tela de
alta, un paraíso y un ficus. ¿Y de frondosidad? Observar la foto
Foto hecha por un servidor |
¿Y qué hay de especial en estos
árboles? Pues en el paraíso esto:
Esta también |
Y en el ficus, más de los mismo.
Y esta |
Empezaron con el gorila, aquí os dejo el enlace a una entrada
que publique hace tiempo. Después pusieron un par de ellos más y otro, y otro
más. Me han dicho que surgió por casualidad, sin motivo aparente, pero el caso
es que ahora tienen un zoo de peluches particular.
Está siendo el sitio más visitado
este último mes. El más fotografiado, con buenas cámaras, de esas réflex y
todo. Todos los críos se paran a ver si hay alguno nuevo, incluso me han dicho
que hay pequeños que traen su peluche para que nuestros vecinos bomberos los
coloquen en sitio privilegiado.
No quiero ni imaginarme, ahora
cuando llegue septiembre y empiece de nuevo el cole, la de chiquillería que se
parará a mirar esta colección de animales. Y los bomberos más contentos que un
perro de agua en un charco, sintiéndose queridos y admirados. Admirados por
simplezas como esta que alegran, durante un ratito, la vida cotidiana, y más
admirados todavía por la labor de salvamento que hacen a diario.