jueves, 9 de agosto de 2018

La Talega



Hola, ¿Qué tal? Pues nada, que no he cerrado, que como ya se está convirtiendo en un clásico, de vez en cuando me entra la pájara y abandono, momentáneamente La Bodeguita. Pero como el síndrome blogueril me tiene atrapado, enga, una historia real para ir abriendo boca.

Como soy mu güen mandaero, es decir, hago con amor y fervor todos los recados que mi sufridora esposa me encarga (un poquito de peloteo por si se le ocurre leer esto), hoy me ha tocado comprar el pan.

Raudo y veloz, como siempre; sin perder tiempo y entretenerme con los amigotes, como… dejémoslo en que había mucha gente en la tienda; me encamino al establecimiento de Maricélia.  Por cierto, se llama María, pero como mi queridaesposaquetequiero (otro poquito de peloteo todo junto) tiene un don especial, entre otros muchos, para los nombres, pues nada, que hace tiempo la bautizó como Maricélia y Maricélia se ha quedado.

-Buenos días guapetona –le digo con mi habitual educación, le pese a las falsas feministas eso de guapetona- ¿serías tan amable de venderme dos bollos, una viena chica y un mollete de Antequera? Toma, échalo aquí.

Los ojos de María se pusieron tan grandes como la Luna llena de días atrás. Y  sin dejar de reírse me dijo:

-Es la primera vez que sirvo el pan en una talega.

-¡Desde luego que no hay quién entienda a esta sociedad! –Contesté yo con el discurso medio preparado- ¡Con el porsaco que están dando con las bolsas de plástico y el medio ambiente! Ahora viene una criaturita como yo, una persona responsable con  la naturaleza, dispuesto a no pagar los cinco céntimos de la bolsa para que los derivados del petróleo desaparezcan y resulta que soy un rarito. Anda que ya nos vale. Las mujeres de hoy en día os habéis acostumbrado al plástico y lo antiguo, perdón lo vintage, lo dejamos a un lado. Tuve la suerte de criarme en Alcalá de Guadaira, conocida en el mundo mundial por Alcalá de los Panaderos y cuando mi madre me mandaba a la tahona a compra el buen pan de Alcalá nunca se le olvidaba darme la talega. Y tenía dos, una para el diario y otra para el duro con el que hacer gazpacho o migas, según la temporada. Y colgadas en una alcayata en la cocina como mandan los cánones. ¿O es que en tu insultante juventud nunca la has utilizado? Además, otra cosa te voy a decir, la talega no es de viejos, es de cosa de hípster y de bohemios, como yo. Anda, deja de reírte y dame mi pan que quiero irme a casa prontito  para estar al lado que mi rubia de ojos limpios (espero que con tanto peloteo este fin de semana me dé un premio de los buenos)



Bueno, que dejé a Maricélia riéndose y pensando en una campaña que tenemos previsto realizar en estos días. Yo quería fomentar el hashtag “regalaunareflexalnaranjito” pero la voy a dejar aparcada de momento. Ahora lo que vamos a lanzar es eso de: “almuadilla” “se moderno utiliza una talega para el pan”.  De camino colaboramos con el medio ambiente y nos ahorramos unos centimillos.

Sobre la foto:

 .Está hecha con el móvil de toda la vida.

.Lo de la izquierda es mi talega. No la tengo colgada en una alcayata porque la que me espera en casa con una sonrisa sincera (me lo estoy ganando a pulso) dice que de abrir agujeros en los azulejos nuevos, nanai.

.Lo de la derecha es un bote que, en navidad, suele contener “assortment of coconut” o “toffee bisciuts”, pero el resto del año hay magdalenas, roscos de anís y delicatesen por el estilo, según época.

.¿A qué marida bien la talega con el cacharro inglés ese? Lo que yo diga, moderno pero clásico.

Ya os dejo, pero una recomendación: En vuestra panadería o tienda donde compráis el pan pedirle talegas de tela. Seguro que alguna empresa de marketing se le ocurre fabricarlas con la publicidad correspondiente y de camino le da un poco de seriedad a esta entrada.

Y recuerda:

“se moderno, utiliza una talega para el pan”