sábado, 23 de enero de 2021

Técnicas para el reciclaje de bolsas

 

Todos tenemos una bolsa que contiene todas las bolsas. ¿Todos? Bueno, en casa no. A ver como lo cuento sin explayarme más de lo habitual.

Resulta que antes del pasado confinamiento, mi hija ya seguía los consejos y la “filosofía” de una japonesa llamada Mari Kondo. Esta nipona es la reina del minimalismo, la organización, y los muebles mu despejaitos sin cachivaches inútiles. Durante el mencionado confinamiento, en casa, aprovechamos, aprovecharon ellas, para poner en práctica los consejos y recomendaciones de la Mari esa de los ojitos medio cerrados.

Vale, venga, sigo. El reciclaje. Nosotros reciclamos, o al menos lo intentamos. Ponemos nuestro granito de arena por el bien del planeta y todo eso de preservar el medio ambiente y el futuro de las posibles nuevas generaciones. Tiramos las pilas donde las pilas, el papel donde el papel, el cartón donde el papel, las latas donde las latas, el brik donde las latas, la materia orgánica en el contenedor grande y así un largo etcétera.

Vamos a la compra con un carrito de cuatro ruedas que es muy fácil tirar de él, con una capacidad de carga ni muy grande ni muy pequeña, de color azul discreto, con una bolsa isotérmica adjunta para los congelaos, con… que sí, que lo busqué yo por interné y encima acerté con los gustos y necesidades de la que manda en casa. ¿A por el pan? con una talega como no podía ser de otra forma. ¿Al carrefú o al hipercó? Con las bolsas de rafia reutilizables que para eso las compramos.

Lo sé, me estoy pasando, acorto.

En contadas ocasiones, la verdad es que no son contadas, en los comercios nos dan (cobran) bolsas de plástico no biodegradable. Y claro, hay que aprovecharlas. Para tirar las latas, para tirar los briks, para tirar el papel, para tirar las botellas de vidrio color anaranjado tamaño botellín o litro… bueno esto último mejor lo dejamos de momento hasta que termine con las pastillitas de la gota.

¿Cómo se guardan? Según mi hija se doblan longitudinalmente en cuatro partes, se unen, se coge un extremo  y se van haciendo triangulitos equiláteros hasta que llegues donde están las asas, coges las asas y las pasas de tal manera que sujeten todos los triangulitos, ¡ofú! Vamos, más o menos esto


 

Queda chulo ¿verdad? Vale y ahora ¿Qué? Pues nada, a guardarlas en la cajón donde están los trapos de cocina, eso sí, muy ordenaditas dentro de un recipiente con el tamaño adecuado. Tal como así


 

Ahora me toca a mí. Las doblo longitudinalmente en cuatro partes, las uno, cojo un extremo y voy haciendo triangulitos escalenos, llego a la parte de las asas, las paso de tal manera que sujetan todos los triangulitos acutángulos y ya está.

 


¿Qué? Marikondo, ¿Cómo te quedas? ¡¡Aprende!! Ni minimalismo ni .  Hay que ser práctico. En el mueble de la terraza lavadero, cerquita de los cubos de basura color gris marengo. Para tenerlas a mano. Es que cuando me pongo a innovar soy un crack, ¿a qué sí?

Bueno pues ahora va mi mujer y me dice eso de ¿Cuándo puñetas vas a aprender a doblar las bolsas? ¿Todavía no te has enterado? ¿Y el cajón del mueble para que está? Me dice más cosas pero como me quito de en medio casi que no me entero.

Consejo para hombres: Venga, a reciclar y a aprovechar los medios que tenemos, y no echarle cuenta a los japoneses. Y si podéis, aprender a doblar las bolsitas, os librareis de la oportuna reprimenda de la jefa o jefas como es mi caso.

 


jueves, 21 de enero de 2021

El origen de las palabras I: chumino

 

Puede sonar un poquito casquivano pero esta palabra también la reconoce el diccionario de la RAE, a saber:

 

Captura de pantalla del DRAE


Seguro que la mayoría de los ilustres e ilustras lectores y lectoras de este humilde blog saben el origen de la palabra de hoy, pero quiero contar mi versión que por otra parte es la auténtica y genuina. A ver quién es el guapo o la guapa que se atreve a rebatírmelo.

De entrada diré que hay dos versiones, la malagueña, de Málaga y la gaditana, de Cádiz. Pero la de verdad es la de Cádiz, que para eso me llevé en mi juventud dieciocho meses vestido de marinero por las costas y puertos de este trocito de paraíso.

(que no se me olvide: que yo estuviese año y medio cumpliendo fielmente mis obligaciones con la Armada no tiene nada que ver con lo que viene a continuación. Lo comento porque hay gente muy malpensada)

Por el siglo XVI y XVII arribaban a la Tacita de Plata, entiéndase Cádiz, muchos barcos ingleses después de largas travesías. Buques de guerra y mercantes, que de todo llegaba a este buen puerto. Los marineros, hijos de la Gran Bretaña, llegaban ávidos de viandas, de morapio, de visitas culturales y de amancebarse con meretrices que era lo más fácil que tenían.

Y ¿qué hacían las distinguidas hetairas? Pues promocionarse adecuadamente. ¿Cómo? Pues levantando sus faldas y mostrando eso que ya se sabe. El caso es que, o bien por falta de tejido de encaje, o por necesidades de producción, no utilizaban los calzones femeninos.

Nada, que aquí tenemos a los ingleses buscando consuelo amatorio y reclamando muy amablemente (esto último me extraña viniendo de los británicos) que les mostrasen “la mercancía”. ¿Cómo? Pues en inglés como no podía ser de otra forma:

¡¡Show me now!! 

Y hete aquí que las sufridas busconas pensaron que esta expresión era el nombre en inglés de su parte íntima  delantera. Del show me now anglosajón pasó al chou mi nou y de ahí al actual chumino.

Ya sabéis, si escucháis esta palabra supuestamente vulgar, acordaros que la culpa la tienen los súbditos de su grasiosa majestad, que nunca han querido aprender la lengua del pobre Cervantes.

Otra cosa, hay que tener en cuenta que nada tiene que ver la expresión “chumino” con “chuminá”. Esta última significa tontería, insignificancia, carencia de importancia. Lo dicho, nada que ver.

Para finalizar comentaré que en la actualidad los marineros de los barcos mercantes que arriban a Cádiz, hablan de todo menos el inglés. Luego más tarde, si tengo tiempo, me pondré a buscar cómo se dice show me now en koreano, thailandes, suajiri, indi, mandarín  o paquistaní.




martes, 19 de enero de 2021

Un pastillero

 

Lo que viene a continuación lo pensaba publicar ayer, pero me enteré que gracias a un psicólogo que hizo no sé qué de un algoritmo un día que estaba aburrio, resulta que fue el día más triste del año. Me imagino que esto se le ocurrió mucho antes de 2020. Pero, bueno, vamos al lío.

De salud estamos todos bien. Solamente yo tengo una serie de niveles  “un pelín” altos. Debido, entre otras cosas a la vida sedentaria y de flojo total. A saber: el colesterol, el azúcar y el ácido úrico.

Sobre el colesterol y el azúcar me recomienda la señora o señorita doctora que ande mucho, haga deportes y coma sano. No son niveles preocupantes ni siquiera necesita un tratamiento específico, pero quillo, cuídate. Ahora el ácido úrico.

Llevo años que de vez en cuando me pega un zurriagazo en la rodilla, en el talón, el los dedos del pie o en cualquier articulación de mis largas y formadas extremidades inferiores. Pero nada grave. Solo ese dolor tan especial y puñetero que te quita las ganas de casi todo. ¿He comentado que no es nada grave? Vale, pues se me quita tomándome (me lo dijo mi anterior médico) una pastilla de ibuprofeno, obiprufeno, él prufemo ese o la pastilladeldolordegota, es que no sé cómo se dice. Pero nada, que en un par de días o tres  mejora y desaparece. De hecho llevo seis meses que no me visita para fastidiarme la existencia.

Pero ahora, gracias a mi señora o señorita doctora y para prevenir futuros ataques a traición de la gota, me ha puesto un tratamiento. El tratamiento consta de una pastilla al día durante un mes y otra al día durante seis meses. Y después otra vez analítica a ver cómo me he portado.

Conociéndome como me conozco, le doy vueltas al coco para ver como hago para que no se me olvide tomarme la pastillita diaria. Que si, que yo me conozco y más de un día (o dos o tres) se me va a olvidar tomármela.

¿Solución? Nada, que me voy al chino de mi barrio y me compro el pastillero más hortera y feo que tiene. Sí, hortera y feo para que llame la atención y no se me olvide hacer uso de él. Pero ¿Dónde lo pongo? ¿Lo meto en un cajón? No porque al final como no abra el cajón nada de nada. ¿Junto al cargador del móvil? No porque ahora me dura la batería una jartá de tiempo. Entonces ¿Dónde? ¿Qué sitio miro a diario? ¿Junto a qué objeto de uso habitual lo coloco? Después de mucho pensar (mentira, no lo pensé mucho) decidí el mejor sitio, junto a mi vaso de…

 

 



jueves, 14 de enero de 2021

Opciones para una excusa

 

Opciones para una excusa. Se puede escoger la que sea más creíble. O no, que también puede ser. Bueno, al lío:

Opción A:

He sido abducido por una nave extraterrestre originaria de un planeta que está tela de lejos. Después de estos meses no me aguantaban más y me han devuelto a la Tierra diciendo eso de “ahí lo tenéis” y “si lo sé no me lo llevo”

Opción B:

He estado haciendo un master sobre El Arte de la Procrastinación en la universidad de Masachuches. Las notas, como no podía ser de otra forma, han sido clasificadas con eso de cum laude. Después de nueve meses ¿alguien lo duda?

Opción C:

Para solidarizarme con el gremio hostelero y como esto se supone que es una Bodeguita, he permanecido cerrado para evitar la aglomeración de distinguida clientela y poner coto a esto del covid, perdón, la covid. Esto último es para que nadie se queje que utilizo un lenguaje nada inclusivo o como se diga.

Opción D:

He estado documentándome para una novelilla que tengo en mente ambientada en la Sevilla actual y la del año 44 o 45, más o menos, todavía no lo tengo claro a pesar del tiempo que llevo buscando que hacían los nazis paseándose por el barrio de Santa Cruz.

Opción E:

No se me ocurre ninguna excusa más, por lo menos creíble. Enga, una foto:




A ver, de salud estamos todos bien. El virus ha pasado por casa rozando el larguero. Gracias en gran parte a lo pesaitas que son mi mujer y mi hija en materia de prevención, desinfección, no salgas a la calle, quítate los zapatos antes de entrar, ponte las zapatillas, lávate las manos, desinfecta la mascarilla, quítate la ropa y échala al lavao, ponte el pijama, no te pegues tanto y ya está, porque lo dicho, son mu pesaitas.

Otra cosa la foto no tiene nada que ver con esto pero me sirve para adornar un poquillo esta entrada. Y hablando de foto, no, los Reyes Magos no me han traído la réflex. En su lugar me han traído un chándal mu bonito para que haga deporte. Lo que no sé es el deporte que debo practicar porque se han equivocado en la talla y más que un chándal parece un traje de neopreno.

Hoy no me explayo (aunque parezca mentira), lo dejo para dentro de un par de días que ya se me ocurrirá algo y empiezo, otra vez, con mi batallitas. Venga, ahora me paso a leeros y ya voy comentando.

Un abrazo, un saludo y mil perdones por el abandono.