miércoles, 23 de febrero de 2022

Una calle para quedarse de piedra

 

Otra vez historia de la vieja Ishbilia. Bueno historia lo que se dice historia a lo mejor no, pero salpimentada con una pizca de leyenda ya es otra cosa.

Resulta que, según reza en el escudo de Sevilla, esta es una ciudad Mariana. Católica, apostólica y romana añadiría yo. Además con normas de obligado cumplimiento. Bueno, ahora no son de obligado cumplimiento, pero en tiempos inmemoriales (sí, he colado una palabrita chula) quién no cumplía estas normas lo llevaba claro.

Para ponernos en antecedentes del meollo de la cuestión (otra palabrita), si subís por la calle Villegas camino de la Plaza de la Pescadería, para, por ejemplo, tomaros una cervecita con un montadito de chorizo picante en la Bodega La Mina, en la esquina de la Iglesia del Salvador hay una hornacina con la Cruz de Las Culebras y, debajo de esta, un azulejo con una Ley que dictó el Rey Don Juan II. Lo de la Cruz de Las Culebras ya lo cuento otro día ¿vale?

 

Foto de la red. Desconozco autor. La cruz y debajo la Ley 11

En este azulejo pone, en castellano del siglo XV, lo siguiente, traduzco y transcribo (jeje, otra palabrita):

ELREYD.JVAN.LEY11.ELREY.I.TODAPERSONA.QVE.TOPARE.ELSANTISIMO.SSACRAMENTO

………….

Bueno, venga, ahora en cristiano que si no, no hay quién lo entienda:

El propio Rey y cualquier hijo de vecino de esta ciudad que se cruce con el Santísimo Sacramento, se tiene que poner de rodillas aunque el suelo esté lleno de mierda y barro. Si no lo hace, se le embarga el caballo y encima se le pone una multa de 600 maravedíes. Y si encima es moro o musulmán de catorce años para arriba que se ponga también de rodillas porque si no se le quitará toda la ropa y se quedará en pelota picada. Ley 11/siglo XV.

Bueno, ya tenemos los antecedentes, ahora vamos al lío.

Resulta que en el barrio de San Lorenzo había una taberna de esas de vino peleón, pucheros aguados y juegos de naipes. En esta taberna estaban, ya en un estado chisposo y diciendo eso de “egues mi henmano, te quiero musho, un taco”, un grupo de habituales parroquianos, entre ellos Mateo el Rubio. Por cierto, no confundir con el Rubius que ese es un yutuber que vive en Andorra.

En un momento dado escucharon unas campanitas y un murmullo proveniente de la calle. Aunque el estado en que se encontraban no era para pasar un control de alcoholemia por los alguaciles y migueletes de la época, se asomaron prestos a la calle (presto, otra palabrita chula).

Dos monaguillos haciendo sonar campanitas chiquititas precedían a un sacerdote que portaba en alto un pequeño sagrario donde iba la Hostia Consagrada, o sea, el Santísimo Sacramento. Detrás del cura, unas mujeres enlutadas haciendo el honorable oficio de plañideras, portando velas y cirios.  Se dirigían a dar la última comunión a una persona que le quedaba menos de tres telediarios para pasar a otra vida más tranquilita.

Pues nada, que el grupo de bebedores empedernidos (hoy estoy que me salgo con las palabras), a pesar de su embriagadez pusieron rodillas en tierra. Todos menos el Rubio. Esté, que era más chulo que un ocho y más vacilón que un reguetonero, se quedó de pie y riéndose de sus compadres dijo

— ¡Pringaos! No tenéis nada entre las piernas. Ahora vais a ver un hombre de verdad, hecho y derecho. Que sepáis, pardillos, que yo me quedaré de pie.

En ese momento, un trueno retumbó por toda la calle y con un teravatio de potencia, un rayo cayó sobre la cabeza de El Rubio dejándolo petrificado y hundido hasta las rodillas por los siglos de los siglos y para mayor desahogo de los canes que pasan por su lado con la vejiga llena.


Foto de ABC de Sevilla. Estado actual de Mateo El Rubio


Desde aquél suceso, más o menos, lo mismo fue años posteriores que tampoco hay que ser muy tiquismiquis, a esa calle de la collación de San Lorenzo se le conoce como calle Hombre de Piedra, distrito postal 41002, Sevilla.

Bueno, vale, que a lo mejor ese no es Mateo El Rubio pero las crónicas de la ciudad y los cronistas dicen que sí. También, al Cesar lo que es del Cesar (sigo fino hoy), parece ser que es un busto romano que antes estaba en unos baños árabes que había por ese lugar. Pero la leyenda es más interesante que la realidad, así que  me quedo con la historia del vacilón de El Rubio y cómo sigue de piedra después de tantos años y tantos perritos que pasan por su vera. 

 




lunes, 21 de febrero de 2022

Un descampao y un rondador nocturno

 

—Ha llamado tu hijo y dice que el autobús llegará sobre las 12. Lo tienes que recoger en el mismo sitio que salió esta mañana, en el descampado que está detrás del instituto. Y el móvil lo tiene sin batería, así que vete prontito no sea que se adelante.


Después de escuchar estas instrucciones y media hora antes de la fijada, se calzó unas zapatillas de deportes y se puso un chaquetón sobre el chándal color verde que le habían traído los Reyes Magos. Aparcó el coche, puso la calefacción y se dedicó a escuchar un programa deportivo de esos que solo hablan de los equipos de la capital o de otro donde jugaba un tal Messi.


Había tres o cuatro coches donde, a través de los cristales empañados, medio vislumbraba las parejas de padres que como él esperaban a sus vástagos. Su señora no quiso acompañarlo, prefirió quedarse en casa preparando la cena de su retoño  que seguro llegaría cansado después de un día disfrutando de la nieve en Sierra Nevada.


De vez en cuando llegaban otros coches pero cuando llegaban a su altura no aparcaban y se marchaban de la zona. Empezó a pensar que este no era el sitio a donde llegaría el autobús del Instituto de su hijo lleno de adolescentes cansados y quemados por la nieve. Echó mano del teléfono y, o sorpresa, se lo había dejado en casa. Bien, las doce y cuarto y el autobús sin llegar, a ver qué hago, pensó mientras seguía mirando a los coches que ya tenían los cristales completamente empañados.


Pues nada, a preguntar, seguro que esos padres están informados.

Se bajó del coche y se dirigió a un Ford Focus RS de color rojo fosforito que era el que estaba más cerca. Pero para su sorpresa, cuando le quedaba poco para estar junto a la puerta del conductor, el coche salió como un rayo y se alejó del lugar. Bueno, hay otros tres. Y se encaminó hacia ellos con el mismo resultado, primera, acelerón y a salir corriendo.


—Qué cosa más rara. Si los padres salen corriendo es que el autobús de la excursión a Granada ha parado en otro sitio. Pero ¿dónde?

Sobre la marcha regresó a su casa para poder enterarse del sitio donde pararía el bus. Y allí se encontró con su hijo.

—Papá, es que no tenía batería en el móvil y no te podía llamar. Al final nos han dejado en la avenida que había más luz y estaba más llena de gente.

—No pasa nada, hijo, es que estaba preocupado porque es la una de la madrugada y me he quedado solo en el descampado porque los otros padres han salido corriendo. Seguro que sus hijos si tenían batería y les han podido avisar.  Venga, cena, descansa y ya me cuentas mañana.


Al día siguiente, sábado, tocaba lavar el coche. En la gasolinera donde, una vez cada varias, muchas, semanas, le echaba un manguerazo por encima, escuché una conversación. Perdón, quiero decir escuchó una conversación.

Dando cera y puliendo cera a un Ford Focus RS de color rojo fosforito, había dos chavalones de unos veinte y pocos años.

Quillo, no veas anoche. Estaba con mi novia en el descampao de detrás del tuto y cuando estábamos en lo mejor se nos acercó un mirón. Estábamos los de siempre, tú sabes, después de las copitas en el Rancho, lo que toca es morreo y lo que puedas. Pero el mirón nos cortó el rollo. Y al cabesa, al kanijo y al pelopua, que estaban allí, les pasó lo mismo. ¡¡Que er nota se acercó para mirar!! La Yoli dice que no la lleve más al descampao.  Como esta noche aparezca le vamos a dar par pelo.


No volví al descampado hasta que dejó de ser descampado y lugar de pelar la pava y se convirtió en una manzana más de pisos.

Perdón, perdón, he querido decir no volvió. No sea que el del Ford Focus RS de color rojo fosforito lea La Bodeguita y me la tenga guardada.




La foto es de Google Maps. A la derecha el Tuto (instituto), a la izquierda lo que entonces era un descampao. Otra cosa, cuando era descampao yo no tenía réflex y el móvil me lo olvidé en casa, perdón, se le olvidó.



viernes, 18 de febrero de 2022

Las vacaciones del 0,80

 

Esto pasó el pasado año al final del verano, pero como yo tenía La Bodeguita cerrada o en standby, es hoy cuando me pongo a contarlo. Algunos ya la conocéis porque la habéis vivido casi en directo a través de feisbu. Sí, soy de los antiguos, tengo feisu. Bueno, venga, vamos.

Me voy a la calle a hacer los mandaos, entiéndase los encargos que mi querida esposa tiene a bien solicitarme para que no esté mucho tiempo en casa anquilosado, entiéndase estorbando. En mi ruta habitual, a la hora precisa, con la fresquita, paso justo enfrente del parque de bomberos y me encuentro con esto:

Foto 1. Fecha 30.08.2021, con el móvil, claro.



¿Y que pienso? A ver, varias cosas. Que con esto del COVID Enrique no sabe cuándo podrá abrir. Que abrirá cuando se le termine el dinero de las vacaciones y no sabe hasta donde lo puede estirar. Que según se lo pase de bien, regresa antes o después. Que abrirá cuando quiera. Bueno, como estaba cerrado sigo mi ruta con el carrito de la compra hacia mi próximo destino.


Pero mira por donde, al día siguiente, mi señora me vuelve a mandar a comprar lo que se me olvido el día anterior. Sí, vale, que sigo estorbando, también.

Foto 2. Fecha 31.08.2021, con el mismo móvil que la anterior.



¡¡Oh no!! ¡¡Obras!! ¡¡Y del ayuntamiento!! Ahora entiendo lo de los puntos suspensivos: problemas con las tuberías de saneamiento y abastecimiento. Ahora me explico que Enrique, el propietario del 0,80 y director de la banda de cc y tt Esencia (cornetas y tambores, ¿vale?), no sepa cuando podrá abrir. Con el Ayuntamiento hemos topado y en verano. Paciencia, si hemos aguantado los cierres por la pandemia, esto lo aguantamos también. O no, que también puede ser.


Me llevé tres días sin hacerle las oportunas gestiones de logística a la madre de mis hijos, pero estorbando seguía estorbando, y mucho. Al cuarto día otra vez a salir a la calle tirando del carrito de la compra y otra vez por el mismo camino. Si el trayecto lo conoces, para que cambiar ¿no? Vale, que al lado del 0,80 está El Mesón, la bodeguita de Diego, él bar de los Gallegos, él de David, pero eso es  casualidad, que conste.

Foto 3. Fecha 3.09.2021, sigo haciendo fotos con el móvil.



¡¡Ostras!! ¡Pero si está casi terminado! Han abierto el agujero, han metido las nuevas tuberías, han cerrado y están poniendo las losas de las aceras. ¡¡Y en cinco días!! Todo un record. Bueno, un momento, habrá que ver si le dan el visto bueno. Habrá que ver que no se queden sin losas y no lo terminan del todo. Habrá que ver si…


Al día siguiente, sin que mi parienta me ordenase o mandase nada, de mí salió la idea de ir  a por el pan, un manojo de tagarninas, cuatro o cinco plátanos, azúcar, salsa de tomate, un cuarto de calabaza y más cosas. Como siempre a las 13:00 PM que es una hora ideal de salir a por los mandaos un viernes. ¿Y por dónde paso? Por aquí:

Foto 4. Fecha 4.09.2021, aunque parezca mentira esta también con el móvil.



Todo terminado, todo recogido y con el visto bueno del capataz o quién certifique la terminación de obras. Y en una semana de lunes a viernes. Y el cartel quitado. Y Enrique sin abrir porque ni se lo creía. Ni él ni nadie. Otra cosa, que sepáis que en Sevilla, los albañiles SÍ trabajan en verano y a pleno sol.

Prometo no hablar más de la tardanza de las obras del Ayuntamiento. Bueno, esto último no lo prometo porque la línea 3 del metro ¿pa cuándo?; ¿y la 2?; los túneles de la SE40 bajo el Guadalquivir ¿pa cuándo?; el enlace ferroviario con el aeropuerto ¿pa cuándo?, el soterramiento de la Glorieta de San Lázaro ¿pa cuando?...

   



lunes, 14 de febrero de 2022

La Cabeza del Rey. Capítulo 2

 

Capítulo 2.

La anciana era la viuda del carbonero del barrio. Solo tenía un hijo y pasaban muchas penurias. Acuciada como estaba después se haber sido testigo del suceso acaecido junto a su humilde morada y viendo que la justicia buscaba un culpable, pasaba los días y las noches temiendo que los alguaciles se presentaran en su casa para quitarse de en medio al único testigo que podría delatar al monarca que llamaban el Cruel.

Pasaron varios días pero al final se atrevió a contárselo a su hijo. Le daba miedo pensar en las consecuencias, el Rey y los Guzmanes eran de alta alcurnia y ellos unos simples carboneros que pasaban más hambre que un piojo en la cabeza de un calvo.

Preocupado del estado de ansiedad y miedo de su madre, Juan, el hijo de la protagonista, no hacía nada más que pensar en cómo decir lo acaecido y, de camino, conseguir la bolsa de los jurdeles prometidos. Un día se armó de valor y pidió audiencia en el palacio del Rey, que le fue concedida no sin antes advertirles que si mentían serían mandados al calabozo.

Una vez delante del Rey, Juan el carbonero le dijo que su madre era la que vio al causante de la muerte del Guzmán pero que se lo diría a él solo, sin presencia de nadie. Mandó el Rey que desalojaran el salón de audiencias y cuando estaban solos le dijo eso de a ver, buena señora, decidme quién fue el matador.

La viuda le pidió al monarca que se acercara a la pared donde había un espejo y, una vez el Rey Pedro estuvo enfrente, se lo comunicó: Ese que veis vos es quién mató a Don Luis de Guzmán.

Llamó el Rey a su escribano y le mandó que les dieran a Juan y su madre la bolsa con los doblones y maravedíes prometidos y les advirtió que no debían decir a nadie lo que a él le habían dicho so pena de perder la vida.

La noticia del esclarecimiento del crimen, corrió por Sevilla y llegó a oídos de la familia Guzmán que les faltó tiempo para reclamar al Rey la justicia prometida con el asesino de su hijo.

Y el Rey cumplió con su palabra. Unos albañiles hicieron una hornacina en la esquina donde había fallecido Don Luis. A los poco días un cortejo compuesto por alguaciles llevaron en andas un cajón de madera donde iba la cabeza del criminal. El populacho y los nobles se arremolinaban y arrojaban verduras y escupitajos a la caja. La expectación era máxima para ver la cabeza seccionada por el verdugo.

Cuando llegaron a la esquina, depositaron la caja en la hornacina. La caja cerrada, claro, y  pusieron unos barrotes para que nadie la  pudiese abrir. Y dictó el Rey otro edicto de los suyos que decía más o menos…

Como el asesino de Don Luis Guzmán, ilustre hijo del Conde de Niebla, es persona importante, es de justicia divina que se mantenga en anonimato. Si alguien osase en abrir y dejar en descubierto su cabeza, será ajusticiado en la Plaza Mayor para escarnio de su descendencia. Que piqueros armados hagan guardia y custodia en esta esquina.

Bueno, más o menos eso decía el bando, que yo tampoco soy historiador, pero se entiende ¿no? Vale, pero la historia no termina aún.

Al cabo de unos años, como entonces no había ni referendum ni mociones de censura, el Rey Pedro fue asesinado por su hermano bastardo Don Enrique de Trastamara. ¿Os acordáis de los Trastamaras? Exacto, de la familia de los Guzmán que les faltó tiempo para adueñarse del mando de la ciudad. ¿Y qué fue lo primero que hicieron? Quitar las rejas de la hornacina, abrir la caja y descubrir que lo que había era un busto en mármol a tamaño natural de Don Pedro I el Cruel o el Justiciero.

 

Foto de ABC de Sevilla

Se sigue manteniendo la hornacina con el busto y, hoy en día, la calle se llama Cabeza del Rey Don Pedro. Y hace esquina con la calle Candilejo. ¿Os acordáis del candil de la carbonera?



sábado, 12 de febrero de 2022

La Cabeza del Rey, Capítulo 1

 

Capítulo 1.

Otra vez toca historia, leyenda, o curiosidades de esta muy noble, muy leal, muy heroica, invicta y mariana ciudad de Sevilla. La he tenido que dividir en dos porque hoy he tenido tiempo libre y me he enrollado más de la cuenta.

Pues resulta que por el siglo XIV vivía por aquí el rey Pedro I, al que sus amigos le llamaban el Justiciero y el resto de los humanos el Cruel. Este monarca estaba enfrentado con los Guzmanes, hijos del conde de Niebla que apoyaban para reinar a la familia Trastamara.

Esta ilustre familia, los Guzmanes, iba largando bulos por la ciudad para liar al pueblo y que este se mosqueara y se levantara en armas. Bueno, al pueblo, al clero, a los nobles y, a ser posible, a todo el mundo.

El rey estaba enterado de todo, para eso tenía su propio servicio de información, pero no podía hacer nada al respecto porque los Guzmanes estaba emparentados con su esposa del momento. Sí, he dicho del momento porque llegó a tener 6 esposas y 9 hijos. 

Pero mira por donde que una noche que el rey iba solo por la calle, embozado en una capa buena, se cruzó con el hijo del conde de Niebla. A saber de dónde vendrían estos dos. Y esta es la mía, pensó Pedro. Dicho y hecho, en la media oscuridad de la noche, se batió en duelo a espada y, como era muy diestro aparte de siniestro, le dio una estocada en todo el pecho y lo dejó pajarito. Vamos, que se lo cargó y se fue por patas.

Lo que no sabía era, que al ruido de las espadas, una anciana se asomó a la calle con un candil en la mano para poder alumbrarse y ver lo que ocurría. Por cierto, un candil es como la linterna del móvil pero con aceite. Al descubrir el asunto y reconocer al autor del estocazo, cerró el portón de su casa con tan mala suerte que se le cayó el candil.

A pesar de la oscuridad de la noche y la poca luz que alumbraba su humilde linterna, no tenía duda de quién era el duelista vencedor. Había una característica muy peculiar que tenía el cruel o el justiciero (según). Las rodillas le hacían un ruido muy particular, como si chocaran dos nueces. Esto era debido a que este hombre tenía una degeneración del cartílago articular que le provocaban que les chocasen los huesos de la rodilla.

No veas la que se formó cuando el conde de Niebla se enteró que uno de sus vástagos había sido vilmente asesinado en una calle oscura de lo que después sería el barrio de La Alfalfa. Don Tello de Guzmán, que así se llamaba el noble, pidió audiencia con el Rey para exigirle y reclamarle justicia para su hijo.

El Rey no quería remover mucho el asunto por lo que le dijo que su servicio de investigación le había dicho que la muerte era como consecuencia de un duelo en buena lid y por lo tanto no se podía interpretar como asesinato.

Pero el Guzmán insistía una y otra vez en que de duelo a espada nada, que asesinato. Y la prueba estaba en el candil que se encontró junto al cuerpo de su hijo. Ha sido una emboscada, le dijo, más o menos, ha sido atacado por sorpresa y a traición.

Pedro I no sabía aquel asunto de la lámpara y eso le cogió en fuera de juego. Aunque las pruebas eran circunstanciales la cosa se podía liar más de la cuenta.

Mira conde de Niebla, le dijo con cara seria y regia, delante de todos mis caballeros, de los eminentes,  destacados, respetados e ilustres miembros de esta mi corte, te digo que no descansaré hasta ver decapitado al matador de vuestro hijo Don Luis de Guzmán. En aquesta muy noble y leal ciudad no hay delito sin castigo. Otrosí digo que será recompensado con una bolsa bien repleta de doblones y maravedíes a todo aquel o aquella (según) que dé pista fehaciente para descubrir al malhechor o malhechores de tan vil crimen. Ítem digo que la cabeza del facineroso será colocada para escarnio público en la pared del lugar de tan luctuoso suceso.

Con esta premisa regia se dictó un bando que fue convenientemente repartido por toda la ciudad. Los alguaciles se encargaron de hacer las pesquisas oportunas entre los distintos mentideros de la ciudad.  El asesino o asesina no escaparía de cumplir con lo dictado por Rey.

Hasta aquí por hoy. La resolución y consecuencias de lo acaecido la conoceréis en el próximo capítulo, solo en La Bodeguita.

 

Foto de la red. Esto es un candil ¿vale?



miércoles, 9 de febrero de 2022

Blas de Lezo y el mayor troleo

 

Esta batallita es antigua y seguro que ya la conocéis pero como hace unos días salió el tema en una conversación entre amigos se me ha ocurrido recordarla. Bueno, he dicho que es antigua, del año 2016 tampoco hace tanto, o sí, que también puede ser.

La “Royal Navy”, o sea, la marina inglesa, construyó un nuevo buque rompehielos y de investigación oceanográfica y submarina. Uno de esos que están pintados de rojo por normativa en este tipo de barcos, como el Hespérides nuestro pero inglés.

Al gobierno inglés se le ocurrió la feliz idea de lanzar una campaña por la red, para decidir entre los internautas el nombre con el que bautizar al nuevo barquito de su grasiosa majestad. Y empezaron a surgir nombres a cual más “grasiosos”, a saber:

Poppy May, Usain Boat, Boatimus Prime, What Iceberg, Boatasaurus Rex, y paro de contar porque estos ingleses y su humor tan especial me dan sarpullido.

Pero claro, hay estaban los señores de ForoCoches para votar y hacer votar a los internautas españoles y proponer un nombre adecuado para un barco de la marina inglesa que se iba a dedicar, entre otras cosas, a la investigación submarina.

¿Qué nombre propusieron? Pues Blas de Lezo. ¿Y quién fue Blas de Lezo? Pues fue un almirante español, uno de los mejores estrategas que ha existido por los siete mares. Para no alargarme mucho solo diré que él dirigió la defensa de Cartagena de Indias del asedio de los hijos de la gran Bretaña. Los británicos con 180 barcos, el Blas con poco más de 6 y las defensas y los habitantes de la ciudad colombiana. El Almirante español les dio tela marinera a los invasores y les hundió unos cuantos de navíos. Nada, que los ingleses tuvieron que dar media vuelta y olvidarse de aquellas aguas. Incluso, los muy chulos, tenía acuñadas monedas y medallas conmemorativas de lo que ellos creían una victoria fácil. Pero no solo en esta batalla les hundió barcos no, en otras ocasiones también mandó a pique muchos navíos con la bandera de la Union Jack en popa.

Foto de Diario de Sevilla 


Volvemos a la encuesta. El gobierno inglés, al darse cuenta que el nombre de insigne marino vasco iba ganando, lo retiró de inmediato y no permitió que se pudiera votar por esta alternativa histórica. Ni se les pasaba por la mente que un almirante español, al que llamaban medio hombre, azote de ingleses, corsarios y filibusteros, tuerto, con solo una pierna, con un brazo inutilizado y más cicatrices en su cuerpo que un torero que se arrima al toro, le diera nombre a su ultima joya de la corona en materia de investigación.

De nada sirvió la excusa de que nadie había contribuido como él para fomentar esa investigación marina que iba a hacer el barco mencionado. Bueno, es que se dieron cuenta también, porque listos, lo que se dice listos, un poquito son los súbditos de Isabel II, que gracias a este señor, existen infinidad de pecios ingleses donde poder sumergirse para investigar. ¿No queríais investigaciones subacuáticas? Pues ahí tenéis una jartá.

Al final, los ingleses escogieron un nombre muy adecuado, muy de humor inglés porque el humor español son tan cortitos que no llegan a entenderlo. A saber, “Boaty McBoatface” algo así como “Barquito Carabarco”.

Bueno, pues nada, que a ver si ahora Mr. Boris Johnson, el Primer Ministro inglés, cuando esté confinado, tomando cervecita española, no Cruzcampo, pero española, se le ocurre algo más inteligente. Y otra cosa Mr. Boris, como te coja la gente de Murillo Peluqueros vas a parecer de buena familia.




domingo, 6 de febrero de 2022

La Puerta Real

 

Bueno, que nada, sin más preámbulos y escusas tontas estoy de nuevo por aquí. De salud bien, el covid ha pasado rozando el larguero en casa y de momento de ná. Lo que pasa es que me he tomado unos mesesitos sabáticos en esto de aporrear teclas. El síndrome del blog es fuerte y puede conmigo. Y para continuar con esta vuestra Bodeguita y para demostrar que soy un tío serio, hoy historia. Antes de continuar os comento que todo lo que cuento a continuación es real. Enga, al lío.

Pues resulta que Sevilla, desde tiempo de los romanos era una ciudad amurallada. Para entrar disponían de más de dieciocho puertas y postigos cada una con sus correspondientes centinelas, cobradores de impuestos, porteros y demás encargados de vigilar  “a ver quién entra y sale”.

Estas puertas tenían sus nombres en función de su situación o en honor de algún o alguna personalidad importante. Por ejemplo los almorávides nombraron Bab al Makrin a la puerta que los romanos llamaron Macaria en honor a la hija de Hércules. Posiblemente de ahí venga eso de Macarena. A mí, eso que la hija de Hércules se llamara Macaria, no sé, no sé.

Romanos, almorávides y ahora un saltito en el tiempo y nos encontramos sobre el siglo XVI. Cuando llegaba la realeza, por ejemplo Isabel y Fernando los de monta tanto tanto monta, adornaban las puertas, arreglaban las calles, le daban la bienvenida y con eso le hacían la pelota una mijilla.

Pero claro, tenemos un problema. La puerta muy grande y muy bonita pero ahora tenían que pasar por las calles y ahí estaba el problema. Estrechitas, los carruajes reales pasaban pegaitos a las fachadas, llenas de gente difícil de controlar, calor sevillano, que no, que por ahí no pueden entrar, busquemos otra puerta más acorde con sus majestades.

¿Solución? buscamos una puerta grande y que dé a una avenida o calle principal. Pero no fue hasta el 1570 cuando se pusieron a ello. El nieto de los católicos, Felipe II, visitaba Sevilla de vez en cuando, que para eso era Puerto de Indias. Entonces escogieron otra puerta y la arreglaron convenientemente. Esta puerta estaba al lado de la casa palacio de D. Hernando Colón, hijo del descubridor de América. En esa casa tenía la biblioteca más grande que existía, un jardín americano con árboles y plantas del otro lado de la Mar Océana como tomates, patatas,…

Uf, ya me estoy enrollando más de la cuenta, perdón.

Bueno, que la situación de la puerta era bastante buena, justito frente al Guadalquivir. ¿Qué puerta era esta? A saber, en tiempos de los romanos se denominaba puerta de Goles. Lo del nombre viene por lo visto de una degeneración del nombre Hércules. Tampoco me cuadra mucho esto, si proviene de Soles y, con el tiempo, se transforma en Goles hubiera sido más sencillo, pero no de Hércules a Goles. A ver quién me explica eso.

Aunque algo de cierto tiene que haber en el nombre porque nuestros antepasado almorávides mantuvieron ese nombre pero a su estilo, digo en su lengua, Bab er Goles la llamaban. Bab en árabe significa puerta, por si no os habéis dado cuenta.

Como a partir del segundo de los Felipes todos los reyes entraban por ahí, el personal y las autoridades empezaron a llamar a esa puerta la Puerta Real. Nombre que llegó hasta que, como otras muchas cosas de Sevilla, la piqueta indiscriminada se encargó de tirar abajo.

Foto obtenida en la red (sigo sin reflex)

Pues eso, hoy, para retomar el blog, me apetecía contaros, torpemente, algo de la historia de esta bendita ciudad. Y qué mejor para retomar mis batallitas que escribir sobre la puerta de GOLES, que después se llamó REAL y que estaba frente al Guadalquivir, que en tiempos de los romanos se llamaba BETIS, por cierto.