Capítulo 2.
La anciana era la viuda del carbonero del barrio. Solo tenía
un hijo y pasaban muchas penurias. Acuciada como estaba después se haber sido
testigo del suceso acaecido junto a su humilde morada y viendo que la justicia
buscaba un culpable, pasaba los días y las noches temiendo que los alguaciles
se presentaran en su casa para quitarse de en medio al único testigo que podría
delatar al monarca que llamaban el Cruel.
Pasaron varios días pero al final se atrevió a contárselo a
su hijo. Le daba miedo pensar en las consecuencias, el Rey y los Guzmanes eran
de alta alcurnia y ellos unos simples carboneros que pasaban más hambre que un
piojo en la cabeza de un calvo.
Preocupado del estado de ansiedad y miedo de su madre, Juan,
el hijo de la protagonista, no hacía nada más que pensar en cómo decir lo
acaecido y, de camino, conseguir la bolsa de los jurdeles prometidos. Un día se armó de valor y pidió audiencia en
el palacio del Rey, que le fue concedida no sin antes advertirles que si
mentían serían mandados al calabozo.
Una vez delante del Rey, Juan el carbonero le dijo que su
madre era la que vio al causante de la muerte del Guzmán pero que se lo diría a
él solo, sin presencia de nadie. Mandó el Rey que desalojaran el salón de
audiencias y cuando estaban solos le dijo eso de a ver, buena señora, decidme
quién fue el matador.
La viuda le pidió al monarca que se acercara a la pared donde
había un espejo y, una vez el Rey Pedro estuvo enfrente, se lo comunicó: Ese
que veis vos es quién mató a Don Luis de Guzmán.
Llamó el Rey a su escribano y le mandó que les dieran a Juan
y su madre la bolsa con los doblones y maravedíes prometidos y les advirtió que
no debían decir a nadie lo que a él le habían dicho so pena de perder la vida.
La noticia del esclarecimiento del crimen, corrió por Sevilla y llegó a oídos de la familia
Guzmán que les faltó tiempo para reclamar al Rey la justicia prometida con el
asesino de su hijo.
Y el Rey cumplió con su palabra. Unos albañiles hicieron una
hornacina en la esquina donde había fallecido Don Luis. A los poco días un
cortejo compuesto por alguaciles llevaron en andas un cajón de madera donde iba
la cabeza del criminal. El populacho y los nobles se arremolinaban y arrojaban
verduras y escupitajos a la caja. La expectación era máxima para ver la cabeza
seccionada por el verdugo.
Cuando llegaron a la esquina, depositaron la caja en la
hornacina. La caja cerrada, claro, y
pusieron unos barrotes para que nadie la
pudiese abrir. Y dictó el Rey otro edicto de los suyos que decía más o
menos…
Como el asesino de Don Luis Guzmán, ilustre hijo del Conde de
Niebla, es persona importante, es de justicia divina que se mantenga en
anonimato. Si alguien osase en abrir y dejar en descubierto su cabeza, será
ajusticiado en la Plaza Mayor para escarnio de su descendencia. Que piqueros
armados hagan guardia y custodia en esta esquina.
Bueno, más o menos eso decía el bando, que yo tampoco soy
historiador, pero se entiende ¿no? Vale, pero la historia no termina aún.
Al cabo de unos años, como entonces no había ni referendum ni mociones de censura, el Rey Pedro fue asesinado por su
hermano bastardo Don Enrique de Trastamara. ¿Os acordáis de los Trastamaras?
Exacto, de la familia de los Guzmán que les faltó tiempo para adueñarse del
mando de la ciudad. ¿Y qué fue lo primero que hicieron? Quitar las rejas de la
hornacina, abrir la caja y descubrir que lo que había era un busto en mármol a tamaño natural de Don
Pedro I el Cruel o el Justiciero.
Foto de ABC de Sevilla |
Se sigue manteniendo la hornacina con el busto y, hoy en día,
la calle se llama Cabeza del Rey Don
Pedro. Y hace esquina con la calle Candilejo.
¿Os acordáis del candil de la carbonera?
👏👏👏, pero que muy bien contado, eran muy pillines entonces, y tu como narrador y relator de la historia no tienes precio. Y si me acuerdo del candil y tu mención al final es un buen broche de oro o de bronce o de hojalata por el color del candil. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Ester, ya sabes, si vienes a Sevilla y pasas por la calle Cabeza del Rey Don Pedro que sepas que hay toda una historia detrás del nombre.
EliminarUn abrazo.
Gracias por no hacernos sufrir más con la espera de la segunda parte. Ya podemos dormir tranquilos.
ResponderEliminarHa estado muy bien.
Un abrazo.
Tampoco se trataba de alargar la cosa muchos días, esto no es como la tele con sus ganchos para tenerte pendiente del final. Bueno, a lo mejor si.
EliminarUn saludo
Definitivamente excelente tu manera de relatar, con toques de humor que se sienten muy naturales.
ResponderEliminarTambién me quedo por acá.
Saludos.
Esta es tu casa, bueno, tu Bodeguita. Una mijilla de humor nunca viene mal. La vida son dos días y uno de ellos es Lunes.
EliminarUn abrazo.
Me gusta lo que dices
ResponderEliminarsaludos desde America
Muchas gracias.
EliminarSaludos desde Europa.
Interesante final. Cuando vaya a Sevilla buscaré el lugar y haré una foto al busto y otra a la calle Candilejo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues resulta que están en una zona que se conoce como la Alfalfa. Ese nombre da para otra entrada.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado naranjito.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias MariÁngeles, tenemos la suerte que nuestras ciudades tienen historias para contar y no parar.
EliminarUn abrazo.
Guau, muchas gracias por compartir este pedazo de historia. Tras leerte me fui a Google y claro, están las fotos y los antecedentes.
ResponderEliminarQue se vengan más joyitas de la historia española por favor!
un abrazo,
Casi todo lo que cuento por aquí es cierto. Dentro de unos días, y no se lo digas a nadie, voy a contar la historia del nombre de otra calle: Hombre de Piedra. Casi ná.
EliminarUn abrazo.
Así da gusto enterarse de la historia.
ResponderEliminarBuen finde!
Si a nuestros hijos se la contaran de esta forma a lo mejor hasta le gusta.
EliminarUn abrazo.
Estas hecho un historiador de lo más ameno. No conocía de
ResponderEliminarPedro I el Cruel tanto, solo lo que se estudia en el bachillerato y una película que se hizo y que me gustó mucho.
Felicidades, amigo.
Gracias por los cumplido. El Pedrito era todo un personaje. A ver si me pongo y cuento más de sus andanzas.
EliminarAbrazos.
Si hubieran maestros de historia como tú, la historia sería lo más apasionante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues un día tengo que contar algo sobre mi profesión frustrada: meteorólogo. Bueno, sigo en las nubes, por algo será.
EliminarUn abrazo.
Qué linda historia nos contaste, y cuántos años y siglos de historias, de "conquistas" y "reconquistas" tienen por allá, en especial en el sur de la Península. Tendrás historias para tirar al techo.
ResponderEliminarQue algo de todo eso perdure, a modo de punta de hilo de un ovillo, hace que a cada esquina investigues.
Casi voy para allá, lástima que vino la pandemia. Vamos a ver los próximos años qué sucede
Abrazos!
Todavía quedan historias como esta que contar. La pandemia nos ha cortado muchas cosas.
EliminarUn abrazo.
Ostras!!! Casi,casi, y sin saberlo di en el clavo con ese cacho cabezón.
ResponderEliminarSerá por aquello de... del Rey abajo, ninguno? Ve a saber.
Gracias por las risas y el buen rollete.
Saluditos, Naranjito.
Por aquí tuvimos muchos reyes y varias bodas reales. Bueno, de bodas reales ya contaré algo. Y en está ocasión estaba presente.
EliminarSaludos.