Po que hace unas semanas acompañé a mi hijo a reparar una plancha
de la ropa que se le ha escacharrao a
la novia. Parece que el principio del texto es un poco raro pero resulta que en
un barrio sevillano, hay la mejor tienda para arreglar estos artilugios que
desprenden mucho calor y te dejan la espalda molida. Esto último me lo ha
contado mi señora, es que yo soy un negado para el uso de estos cachivaches y
mientras pueda seguiré siéndolo, es que me dan yuyu.
Bueno, pues que mientras mi
churumbel el mayor debatía con el encargado de la tienda sobre válvula
antirretorno, balastro electrónico, calderín de presión, juntas tóricas y otras
lindezas por el estilo, yo me salí a la calle a estirar las piernas. Un pequeño
inciso: con la Ley antitabaco no puedo decir que iba a fumarme un cigarrito.
Que si, que lo estoy dejando, poco a poco, pero lo estoy dejando; tengo la
réflex punto de mira y voy a conseguir las dos cosas, dejar el tabaco y la
cámara de fotos. Ya me estoy enrollando, será la caló.
Ya se me iba a olvidar lo más
importante, el barrio. Se trata del Cerro del Águila, el Cerro, como lo
conocemos los sevillanos. Es un barrio que tiene un carácter y una personalidad
propia. La mayoría de las viviendas son autoconstruida lo que le da esa manera
de ser tan peculiar. ¿Y de arte? De arte tela, hasta para ponerle nombre a los
negocios. Como he dicho, mientras estaba estirando las piernas me encontré con
esto:
Foto con el móvil, de momento. Recomendado ampliar |
Yo no soy mucho de medicina
alternativa, ni de homeopatía que no me ha hecho nada, ni de hierbas que …
vamos a dejar lo de las yerbas, pero una cosa tengo clara, a
saber:
La próxima vez que me dé uno de
mis queridísimos cólicos nefríticos y necesite ese brebaje a base de
herbensurina que me recomendó un supuesto amigo y supuesto experto en la
materia, ya se donde tengo que dirigir mis pasos. No es por ná, es simplemente por conocer a un
discípulo del gran Panoramix. De camino le pediré un chupito de la poción
mágica que le daba fuerza a los galos, si cuela, claro.
Aunque por otro lado, como mi
queridísimo y eficiente médico de cabecera me recomendó, mi mujer está de
testigo, que para echar las piedras renales por los conductos reglamentarios lo
mejor que hay es una bebida rubia, fría, con un dedo de espuma y en vaso fino,
le haré caso. Seguro que al lado de la tienda de El Druida hay otro tipo de
locales donde disfrutar de la medicina tradicional y autentica.
Lo único que me mosquea es que
justo al lado lo que hay es una sucursal de una empresa aseguradora
especialista en decesos. No sé, será por si acaso.