Otra vez ando de mosqueo y,
curiosamente, con organismos públicos y oficiales mantenidos con los impuestos
que pagamos todos y cada uno de los sufridos contribuyentes. Al grano.
El pasado Diciembre mi mujer y yo
acompañamos a mi augusta suegra a una revisión médica en el Hospital Virgen del
Rocío de la capital hispalense. Dejé el coche en la primera planta del
aparcamiento subterráneo junto a la puerta de los ascensores que nos llevan a
la entrada principal del recinto hospitalario. La mala suerte, o un traspié,
quiso que la madre de mi media naranja, justo antes de acceder al ascensor, se
cayera de espalda con el consabido susto para todos. A esas horas, sobre las
ocho de la mañana, tuvimos la suerte de que varios médicos y personal sanitario
comenzaban su jornada laboral y, muy amablemente, atendieron a la accidentada
que en un principio no tenía nada de gravedad; incluso ellos mismos se
encargaron de avisar al servicio de urgencia para que nos mandaran una
ambulancia.
Tumbada sobre el parasol que utilizo en verano para proteger el
interior de mi vehículo y tapada con una cazadora aguantó durante cuarenta y
cinco minutos a que llegara la ambulancia. En todo momento el encargado de los
aparcamientos, que a través de las cámaras de seguridad había sido testigo del
suceso, estuvo con nosotros
ayudándonos e incluso cuando termino
todo, me retiro el ticket y no me cobró
el importe del parking. Ni que decir
tiene que fueron innumerables las veces que me acerqué a
recepción para reclamar y preguntar por la tardanza de la ambulancia, no me
podía creer que estando a cien metros del servicio de urgencia no se acercase
nadie con los medios adecuados para atender a una accidentada de ochenta y
cuatro años. Cuando por fin llegó la ambulancia me enteré que venían del Hospital Virgen Macarena,
hospital que para las personas que no conozcan esta bendita ciudad les diré de
pasada que está a unos diez kilómetros de distancia. Nada, que la subieron a
traumatología, le hicieron todas las pruebas habidas y por haber y pocas horas
después le dieron el alta hospitalaria. Afortunadamente no tenía ninguna lesión
y “solamente” estuvo varios días con dolores en todo el cuerpo.
Ahora es donde viene mi mosqueo y
no es precisamente por los interminables
minutos que estuvo la abuela de mis hijos tirada en el suelo junto a la puerta
del ascensor. El mosqueo es por la siguiente carta recibida.
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A ver Antoñito si me explico
bien:
El Aparcamiento Puerta de Córdoba
está justito debajo de la entrada principal al memorable Hospital Virgen del
Rocío, donde prestas tus servicios en la
Unidad de Ingresos Económicos, ¿vale? Comprendo que con la crisis que tenemos y
los recortes efectuados y por efectuar, tengas que buscar por donde sea el peculio
para sufragar los gastos de la asistencia
facilitada. Comprendo que como mi suegra es pensionista y, de momento, tiene
derecho a una atención sanitaria de calidad, que por otro lado la recibió y la
sigue recibiendo, no puedes pasarle a ella la factura correspondiente.
Comprendo que la compañía concesionaria del aparcamiento debe tener una póliza
de seguro de responsabilidad civil, que no sé si cubre los tropezones que nos
podemos pegar cuando andamos por un suelo completamente llano. Todo esto lo
comprendo, pero, como trabajador de una empresa privada (y puntera en su
sector. ¿Se nota que soy un poquito pelota desde que algunos de mis jefes
visitan La Bodeguita?) acostumbrado a intentar solucionar sobre la marcha los problemas que surjen, sin involucrar a más personas que las necesarias,
te propongo:
Antoñito (perdona lo de Antoñito,
es en tono cariñoso y sin segunda intención) cuando salgas a tomarte un
cafelito junto con tus compañeros y compañeras, antes de ir al bar de enfrente
pásate por la garita del encargado del aparcamiento y le solicitas muy amablemente
copia de la póliza que nos reclama, seguro que en un par de días la tienes.
¿Qué no sales a tomar café? bueno pues dile a un compañero celador que cuando,
a eso de media mañana salga a tomarse el piquislabi, el vermut, o la tapita de
espinacas con garbanzos, a la vuelta se pase y pida la puñetera póliza, seguro
que estará encantado. ¿Que el celador pasa olímpicamente? Pídeselo al becario,
que está para solucionar estos asuntos tan trascendentes. ¿No tienes becario?
Pues solicítalo que hay muchos estudiantes que están dispuestos a conseguir
este puesto. ¿Has pensado en mandarle un correo electrónico a la empresa
Aparcamientos Puerta de Córdoba?
Al mismo tiempo, si puedes,
explícale a mi suegra que no intentas cobrarle la asistencia recibida, que no
tiene que ir al juzgado a poner denuncia alguna (yo ya le he dicho que por un
tropezón ella sola, no tiene que ir al juzgado de guardia), y que ustedes, los
buenos profesionales, saben como reclamar y a quién los Ingresos Económicos que
tanto necesita nuestra sanidad pública. Y todo esto a la mayor brevedad
posible.
Antoñito, yo soy un tío que
cumple con los tramites, que intento acatar todas las normas habidas y por
haber, pero desplazarme hasta el aparcamiento del hospital, solicitar copia de
la póliza, andar cincuenta metros y
llevártela a tu oficina, eso no me
da la gana.