miércoles, 29 de abril de 2020

La encuesta



Esta historia no es mía, me la han contado, pero como hay gente que seguro que se sienten identificada, paso a transcribir los hechos.

Imagen de la red


Juan y Elena estaban contratados como becarios en una multinacional de productos para la seguridad e higiene en materia sexual. Su primer encargo fue hacer una estadística de la frecuencia con la que los habitantes de un pueblo, alejado de la capital, efectuaban el acto amatorio.

Decidieron hablar con el alcalde y reunir a la población, separándola por sexos para evitar males mayores. Las mujeres irían con Elena al cine del pueblo y los hombres con Juan a la Plaza Mayor. De esa manera se ahorrarían  tiempo y molestias evitando ir casa por casa.  Un acto arriesgado por su parte, porque temían que a la gente le diera corte expresar en público cosas tan, digamos, personales.
El cuestionario era el mismo para todos. Después se reunirían y transcribirían los resultados y analizarían los datos convenientemente.

—A ver —comenzó Juan mientras se apresuraba a tomar buena nota de los resultados— Que levante la mano los que hagan el amor todos los días. Uno, dos, tres… —La de fantasmas que hay también por aquí —pensó  mientras apuntaba los resultados.

—Muy bien, ahora los que lo hagan una vez por semana. Uno, dos, tres…

—Seguimos, una vez al mes. Uno, dos, tres… 

—Vale, una vez al año.

Al fondo de la muchedumbre había un señor que, con aspavientos, saltos y mucha alegría, gritaba para que todo el mundo se enterase

—¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!

Juan dejó de apuntar y llamó al señor para que se acercara.     

—Escúchame —le dijo el encuestador  pensando que le había tocado el tonto del pueblo y que Elena se lo estaba perdiendo— ¿no te has enterado de que va esto?

—Sí, sí.

—Y tú que haces el amor una vez al año, ¿estás contento?

—Sí, sí.

—¿Y se puede saber por qué estás tan contento?

—¡¡¡Porque hoy me toca!!!





lunes, 27 de abril de 2020

Nos vemos en El Tremendo



A través de watsapp me envía un amigo esta foto de una esquela publicada en Diario de Sevilla.



No tenía el gusto de conocer al inolvidable, irrepetible, e insustituible, Federico López Díaz ni a sus familiares, pero el detalle del final no puedo dejar de comentarlo: “Nos vemos en el Tremendo” como él querría.

¿Qué es esto de El Tremendo? Pues el Tremendo es un pequeño bar de apenas diez metros cuadrados que hay muy cerca de la iglesia de Santa Catalina. Está en uno de los principales accesos al centro de Sevilla, lugar de paso constante de personas. No tiene cocina, apenas unos cuantos aperitivos. Pero tiene una de las mejores cervezas que te puedes tomar en la vieja Híspalis. En sus grifos de cobre tiran una media de diez barriles diarios. Pasar por El Tremendo y no pararte es como ir a Roma y no ver el Coliseo. En hora punta parece imposible acceder a la barra para pedir, pero se consigue. Y claro, como es pequeño, la gente se toma sus cervecitas en la calle. Y la calle se llena. Y te puedes encontrar desde un amigo que hace meses que no ves hasta el último ganador del premio Planeta, porque, pared con pared, está resistiendo la Librería Reguera. Lo que hace grande a este bar es la gente que paran en él, amigos, familias, turistas, artistas. Tengo una foto de mi hermana con la bailaora Sara Baras, ambas dos tomándose unas copitas pero como no tengo el teléfono de Sara para pedirle permiso no la puedo publicar.

Si le preguntas a un sevillano que donde está la calle San Felipe seguro que no tiene ni idea, pero si le preguntas por el Tremendo de Santa Catalina te lo indicará con pelos y señales y, a lo mejor, hasta te acompaña.



La foto la he tenido que buscar en la red porque, por razones obvias, hace tiempo que no paso por él. Y en ella, aunque parezca mentira, hay poca gente.

No conocía a D. Federico ni tampoco conozco a su familia pero si él quería encontrarse ahí con su gente, que mejor homenaje que pasar y tomarte una cervecita en su memoria y en la de todos los mayores que nos están dejando. Ojo, que para mí una persona con sesenta y cinco años no es mayor, es una persona con experiencia que enseñarte. Desgraciadamente se nos están yendo gente de las que tenemos muchas cosas que aprender. 

Federico, cuenta que cuando pase por Santa Catalina la primera será por tu memoria.

Y ahora yo también me atrevo a parafrasear a Pablo Milanés y adaptar una de sus canciones:

Yo pisaré las calles nuevamente
De lo que fue Sevilla confinada.
Y en una hermosa plaza liberada.
Me detendré a brindar por los ausentes.

Yo vendré del encierro agobiante
Y saldré a las plazuelas y callejas
Y evocaré las miradas tras las rejas
De los mayores que nos dejaron antes.

Bueno, poeta lo que se dice poeta, no soy ¿se nota mucho?




sábado, 25 de abril de 2020

Feria de Abril, Noche del Pescaito




Esta noche sería la cena del pescaito y la prueba del alumbrado para dar inicio a la otra semana grande de Sevilla. Daríamos  el pistoletazo de salida para disfrutar de la Feria de Abril. Bueno, ya sabéis el motivo por el cual no tenemos Feria, que tampoco se trata de ser pesao

Y para no ser cansino y extenso, puntualizaré unas cuantas cosillas que debéis tener en cuenta.

Las casetas son privadas.

A ver, no son bares públicos, las casetas son una extensión de tu casa en el Real, que es como se conoce al recinto donde se monta esta ciudad efímera. ¿En tu casa quién entra? ¿Eh? Exactamente, pero un pequeño ejemplo:

Hace unos años reté a una pareja amiga que nos visitaba en esos días. Él, más catalán que el marido de Shakira. Les propuse que se acercaran ellos solos a una caseta al azar y, con educación, les solicitaran poder entrar para conocerla por dentro. ¿Resultado? Entraron en más casetas que yo en toda la semana.

Se me olvidaba, hay más de mil, de amigos, de clubes, de empresas, de asociaciones, de gremios, de peñas y también hay muchas que son  públicas. Incluso hay una para guiris, entiéndase turistas. 

Los sevillanos estamos una semana de juerga.

Mentira cochina. La semana de Feria es laborable todos los días excepto el miércoles que es fiesta local. ¿Eso que significa? Pues que del trabajo a la Feria y de la Feria al trabajo. ¿Cómo? Pues como podemos, muchos muy perjudicados de tanto cante y baile, pero a cumplir con nuestra obligaciones laborales. Vale que hay algunos y algunas que van casi toda la semana, pero estos días se los quitan de sus vacaciones. Y otra cosa, normalmente a partir del viernes no pisamos el Real, nos vamos a las playas. Estos días  los dejamos para que nuestros ilustres visitantes disfruten.

La Feria es en Abril.

De eso nada. Las Fallas el diecinueve de Marzo, vale. San Fermín el siete de Julio, vale. Pero aquí, no. El único requisito es que tiene que haber dos semanas entre Semana Santa y Feria. O sea, que si cae en Mayo no pasa , la Feria de Abril en Mayo y ya está. ¿Qué hay un virus que está fastidiando más de la cuenta? La cambiamos a Septiembre y tenemos la Feria de Abril en Septiembre, o no la tenemos, que tampoco pasa nada, es lo más sensato y es lo que queremos los sevillanos, a pesar de los 900 millones de euros de impacto económico. Esto último quizás no se lo crea nadie, pero es real, los sevillanos no queremos Feria este año. 

Podría contar qué es eso de la cena del pescaito, el rebujito, el paseo de caballos o la calle del infierno. Podría contar que él traje que lucen  las mujeres se llama traje de flamenca y no de faralaes o gitana. Podría contar que la Feria la inventaron un catalán y un vasco que llevaban más tiempo en Sevilla que la fuente de la Pila el Pato, pero entonces nos podríamos llevar aquí hasta la Feria de 2021, que no es el tema.

Y como él que no se consuela es porque no quiere, aquí os pongo un vídeo de hace unos cuantos años para que os deis una vueltecita, escuchéis unas sevillanas, os toméis una copita de rebujito y os peguéis unos bailes, invito yo. De camino aprovecho a ver si me acuerdo como se hacía lo de insertar un vídeo que lo de disfrutar de la Feria no se me olvida y lo haré el año que viene.

Sevillana, “Si usted no ha visto la Feria”, cantan, Amigos de Gines.



jueves, 23 de abril de 2020

La Canción del Pirata




Nada, que  hoy 23 de Abril, Día del Libro, como no tengo otra cosa que hacer, me pongo a releer y analizar con detenimiento algunas poesías que todo el mundo nos sabemos de memoria. Por lo menos los que tenemos cierta  edad de merecernos algo bueno.

Hoy le ha tocado a La Canción del Pirata de J. Espronceda, de nombre verdadero José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda y Delgado. Por cierto, cuando su madre lo llamaba para comer, se presentaba toda la calle. Este poeta, uno de los grandes iconos del Romanticismo, nació en el pueblo extremeño de Almendralejo igual que Rafael Gordillo, el del Betis. Vale, venga, no me enrollo, a la poesía.

«Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela,
Mi velero bergantín:
Bajel pirata que llaman…»

Paremos un momento. Analicemos la situación. ¿Qué pasaría si en vez de 1830, en pleno auge del Romanticismo literario, hubiera publicado el poema en la actualidad? ¿En plena época de ilustrados  contertulios de televisión y de comentaristas sabihondos en redes sociales? ¡A los leones!

¿Cómo te atreves, Pepe Espronceda, a hacer apología de la piratería? Un barco pirata que se dedica a surcar los siete mares y medio, atacando a mercantes cargados de productos de la China y crudo de la península arábiga. Tendrás la oportuna denuncia en los Juzgados de Plaza Castilla y en la Sociedad General de Autores y Editores.

Seguimos. En otra parte del poema:

«Veinte presas
Hemos hecho
A despecho
Del inglés,
Y han rendido
Sus pendones
Cien naciones
A mis pies»

¿Cómo? ¿Qué has secuestrado a veinte mujeres? ¡Eso es trata de blancas! ¡Te vas a enterar! ¡Esto lo subo a mi Instagram para que se enteren mis seguidoras! ¡Faltaría más! ¡Proxeneta!

Seguimos otra vez, más adelante dice:

«En las presas
Yo divido
Lo cogido
Por igual;
Sólo quiero
Por riqueza
La belleza
Sin rival.»

¡Lo que faltaba! ¡Machista! ¡Solo te fijas en la belleza exterior! ¿Quién te crees que eres? ¿Un muyahidín esperando su premio en el séptimo nivel del cielo musulmán? Hoy, precisamente hoy que empieza el Ramadán. Te mandaremos al censor de lo políticamente correcto para el oportuno escarmiento. ¡Se te va a hacer el pelo! ¡A los leones!

En fin, como decía aquel:

«Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.»

Hablando de pirateo: esta imagen es de la red.




martes, 21 de abril de 2020

La historia de amor de Romeo y Julio





A lo mejor el vídeo de más abajo ya lo conocéis, pero yo lo descubrí hace un par de días y como la historia merece la pena verla, hoy la quiero compartir.

Es un anuncio publicitario de una empresa de VTC, que me perdonen mis amigos taxistas, no volverá a ocurrir. Además es del año pasado, este no podría ocurrir porque un virus venido de la antigua Catay nos lo impide y nos encierra.

Él vídeo nos muestra que a pesar de nuestras convicciones arcaicas intolerantes con las personas que son distintas o sienten de forma diferente; a pesar de estereotipos impuestos por una sociedad que a veces resulta intransigente; a pesar de fanatismos acérrimos, el amor de un padre hacia su hijo está por encima de todo. 

Por un hijo somos capaces de cambiar y aceptar lo que de otra forma seriamos incapaces. Nuestros hijos están por encima incluso de nuestros propios sentimientos.

Intentaré ponerlo en grande, como si fuera en cinemascope. Hay que verlo hasta el final para comprender todo el rollo que he soltado antes. No preocuparos porque también está subtitulado, cosa que no me explico porque se entiende perfectamente el idioma de D. Antonio Gala.

Nada, que le deis al plei y no olvidaros que esto es La Bodeguita del Naranjito con su mijilla de...



     
                             





domingo, 19 de abril de 2020

Contraseña




Llegó el día. Ya no esperaba más. Ahora tenía tiempo. Lo tenía que hacer. Su mente no daba para más. No podía recordar tantas palabras distintas. Si las apuntaba ¿dónde estaba el papel con las anotaciones?

Hizo una lista mental: la compañía del teléfono móvil; del fijo; las redes sociales; los accesos a las plataformas de streaming; la banca en casa; el correo electrónico; las compras on line; el acceso a la compañía de luz; a la de  agua; el portal del ayuntamiento; la página de Hacienda; ...

Tenía que unificar criterios. Tenía que encontrar una palabra fácil de recordar y difícil de olvidar. Una palabra, como él “ábrete sésamo” de Alí Babá, que le abriese sus puertas y portales. Una contraseña única, exclusiva y fácil con la que acceder a todos esos servicios que tenía contratados y los futuros que podría contratar.

Pero ¿Cuál? ¿Qué palabra podría unificar contraseñas y claves de acceso? ¿Qué santo y seña exclusivo le serviría ahora y en el futuro?

Sonó el pitido en el portero electrónico. Con parsimonia se levantó de su sillón de pensar y descolgó el telefonillo

— ¿Quién es?



Por fin la encontró. Fácil de recordar. Imposible de olvidar. Simple para usar. Ya tenía su contraseña

SoyYo




viernes, 17 de abril de 2020

Consejos para hombres II



Como decía aquel nefasto presidente del Betis de cuyo nombre no quiero acordarme: “tomen buena nota señores”.

Resulta que, como colaborador y participe en las tareas domésticas, me presto a echar una mano para hacer más llevadero el día a día. ¿Qué queréis que haga hoy? Pues mira podrías ir al Mercadona que hacen falta algunas cosillas, toma la lista. Ipso facto, allí que va el tío.

Y andando. Y con el carrito de la compra. Y eso que el supermercado está en la otra punta del barrio donde el padre de Paris Hilton puso un hotel. Esto último es verdad, lo juro.

Una calle, otra, la cabecera con las novedades, sin problemas. La lista completándose poco a poco  ya que me habían encargado sota, caballo y rey, es decir lo imprescindible.

Venga, para el final los artículos de droguería e higiene que están cerca de la salida.

Foto de la red. No soy yo.


Champú, fácil, el bote blanco con el tapón verde y una margarita en la etiqueta. Y no está. Y otra vez han cambiado los reponedores el sitio de las cosas, mamones. Y ahora ¿Qué hago? Nada, a buscar. ¿Sabéis la cantidad de champuces distintos que hay? Anticaspa, anticaida, con camomila, con aloe vera, con miel, para el cabello apagado, para el cabello largo, para el rubio, para el moreno, el dermo, el forte, el nutrive, el fresh, el…

Bueno, no pasa nada,  esto es como cuando vas a comprar una bombilla H7 55W 12V de Osram para el faro del coche y no hay, ¿Qué haces? , la misma pero de Philips. Esto se llama solución alternativa sin tener que pensarla.

Coges un bote, el más parecido al que tú recuerdas haber visto junto a la ducha en la estantería de las féminas y ya está. Ahora a por lo otro que debe estar aquí juntito.

Poca información me han dado, piensas viendo la cantidad de opciones que ponen a tu disposición: de día, de noche, fina, muy fina, gorda, normal, clásica, moderna, con alas, sin alas, una gotita, dos gotitas, tres gotitas… Vale, estas son, creo.

Terminas y rapidito para casa. Esta vez sin entretenerte, cosa rara, pero sin entretenerte. Y cuando llegas a casa, una vez sacada la compra del carrito:

—Olle, estas compresas no son, te dije  que (aquí me dio una disertación de cinco minutos sobre la diferencia del grosor, la capacidad de absorción, la sujeción, lo de las alas, lo de las gotitas, lo de que no prestas atención, y yo que sé) ¿Y el champú?

—Hay está.

—Esto es acondicionador, te dije que (obviamente no voy a transcribir la segunda disertación que me  dio)

Y ahora los esperados consejos:

Opción A.

Coger el teléfono móvil y hacerle una foto al artículo del que tengáis la más mínima duda. De esta forma podréis comparar lo solicitado con lo dispuesto en la tienda.

Opción B. (recomendada)

Para evitar que cuando lleguéis al supermercado o tienda, os encontréis con la sorpresa de que al celular se le ha acabado la batería y no podéis ver la foto, recortar el cartoncito del envoltorio y llevároslo junto con la lista.

Se lo enseñáis a una dependienta o dependiente, diciéndole eso de “hola buenos días” (o tardes, según) “¿serías tan amable de indicarme donde está esto?”  (le muestras el recorte).

A mí me funciona. Normalmente me suele contestar eso de “en la segunda calle a la derecha en el estante de en medio. Si no hay, enfrente tienes de otro tipo”

Ultimo consejo, este también gratis, si no hay lo que te han encargado, vente con las manos vacías. Es mejor.




miércoles, 15 de abril de 2020

Daños colaterales del confinamiento IV




Suelo comenzar estas entradas con un símil cinematográfico pero es que no se me ocurre ninguno. La culpa: esto de estar encerrado como un anacoreta. ¿Pero, si ahora es cuando puedes ver películas y series y buscar el ejemplo? se preguntarán las lectoras y lectores de esta vuestra Bodeguita. Venga, no me enrollo, al lío.

Soy un serieadicto, o como se diga. Tengo un gusto un tanto particular como casi todo el mundo. Me gusta sentarme en la soledad de las primeras horas de la noche, acompañado solo por Micaela que, como buena gata, siempre va a su bola. Y yo, tranquilito, agustito, solito, disfrutando del mando de la TV.

Pero ahora, con esto de estar encerrados, las que se han apoderado del mando son ellas. Y ellas son las que se sientan a primera hora de la noche con Micaela en un rinconcito del sofá. Yo, a no protestar, a la cama, a leer. En diez días me he leído tres libros y voy por la mitad del cuarto que es un tostón tan malo que ni me duermo. Mira, esto de leer es una consecuencia buena, no me había dado cuenta.

Bueno, que ellas se ponen a ver sus series. De todo tipo, de acción, históricas, de suspense, documentales, de lo que sea, el caso es estar solas, ambas dos. Y encima con comentarios y dándole al pause y al regüin para enterarse mejor.

No es que yo no las pueda ver, es que muchas ya las he visto en mis ratitos de soledad. Y encima, como soy un malaje,  les adelanto tramas y les cuento espoliers, spoilers, espuliers o como se diga. Sí, vale soy mu malaje, pero me da igual lo que le pase a un Profesor en Tokio, en Bombay o en Maiami, por ejemplo.

Foto de la red. No he tenido tiempo de encontrar otra mejor


Anoche por fin tuve la oportunidad de ponerme al día. Tranquilito, agustito, solito y con el mando bajo control. Me puse una cualquiera, la cuestión era de actualizarse para no quedarse anticuado. Y entre que hacía tiempo que no las veía; que me acordaba poco de las que había visto; de la hora tan intempestiva que me había levantado por la mañana; de la modorra como consecuencia de no haber tenido una siesta de las largas, me quedé obnubilado. Los parpados se me bajaban como las persianas de un escaparate de una tienda en época de rebajas. Solo vi un capitulo, hoy espero poder continuar porque no me quedó claro si:

Lagertha se unió con los Peaky Blinders para hacerse con el control de Chernobyl con la ayuda de Daenerys Targaryen.

Daredevil visitó a Freud porque un mandaloriano estaba haciendo Stranger Thing por House of Cards.

Los Walking Dead estaban con Penny Dreadful para ver si Killing Eve antes que cogiera la Enterprise.

Los de Westworld estaban con los Watchmen y el Witcher para hacer un Locke & Key y localizar a The Man in the High Castle después de ver como Jack Ryan se escapaba a Carnival Row.

Los de Gomorra quedaron empatados con los de Boardwalk Empire en el partido de las nueve.

Creo recordar que  lo puse fue el segundo capítulo de La Conjura contra América en versión original subtitulada. ¿O fue el Ministerio del Tiempo? no sé, me acosté diciendo eso de hiueputamalparido, senquiu, yurgüelcon, oh may got, hasta tumorrou.


¿Se nota que necesito calle?



lunes, 13 de abril de 2020

Para evitar los virus



Los meses que tuve la Bodeguita cerrada coincidió con un periodo de tiempo en que mi viejo ordenador estaba fallando. No “arrancaba”, se apagaba cuando le parecía y no había manera que empezara a andar. Mi mujer no me prestaba su Tablet ni yo la quería. Él de mi hijo lo utiliza también para el trabajo y no me lo dejaba, lógico. Y a mi hija no me atrevía a pedírselo. Bueno, un día, en una ocasión, en un momento que la pillé cariñosa, me dejó pedir algo a Amazon, para ella, claro.

—¿Qué es eso que tapa la cámara? —Un posit, —me contestó sonriendo. —¿Pa qué? —Para que nadie se conecte a mi ordenador y vean lo que no quiero que vean. —Po vale, mu bien.

Ante mi duda, reclamé los conocimientos informáticos que tiene mi churumbel el mayor.

—Oye, que tu hermana tiene tapada la webcam con un papelito porque dice que se pueden conectar y hacer un uso indebido de ella.

—Sí papá, hay spyware que, a distancia, se te cuelan en el ordenador y controlan la cámara. Es más común de lo que parece.

—Tú no la tienes tapada.

—Yo tengo el portátil preparado y las páginas que visito son de plena confianza. Además en el sistema operativo que uso no entran virus. Aparte que el cortafuego es de los buenos.Tú debías de tapar la tuya, a saber lo que visitas.

—Gracias por el consejo, Hofstadter.

—De nada, Wolowitz.

Transcurridos unos días me atreví a acercarme a una tienda que, aparte de venderlos, arreglaban ordenadores. Iba con las carnes abiertas pensando en que se le había pirado la fuente de alimentación lo que suponía ordenador nuevo. Y estando a final de mes como que no, que hay otros gastos.

Pero no, no era la fuente de alimentación. Y me lo dijeron antes de abrir en canal el aparato. Era un nosequé, que estaba en la parte de nosedonde y que regula unacosa para que la corriente entre con los debidos voltios/watios/amperes/ohmios para que el cacharro furule. Total cincuenta pavos, todo incluido. De lujo, ¿Cuándo lo recojo? Mañana.

Y al día siguiente, después del ángelus, sobre las trece treinta, me acerqué a la tienda de informática. Lo de la hora es anecdótico. Lo digo de pasada, es que frente a la tienda es donde paran los colegas para el tema del refrigerio.

—Pasa al taller ya te lo tenemos arreglado.

Y, efectivamente, arrancaba a la primera, perfecto. Allí, en una mesa corrida llena de cachivaches tenían  mi ordenador junto al suyo ¡con la webcam tapada!

—Quillo ¿y eso?

—Hombre, veras, nosotros tenemos buenos programas antivirus, pero nunca viene mal un poquito más de protección.

Total, para finalizar, que nada más  llegar a casa tapé la camarita por lo de  cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar.

Aquí la prueba. Y a ver quién se da cuenta del gran detalle que se me ocurrió. Uno, que es muy original, un poco chapucero pero original, le pese a quién le pese.






sábado, 11 de abril de 2020

La torta inglesa y Micaela




 Bueno, parece que los orígenes de mi gata, la historia de Murat y Aysel, que conté en una entrada anterior, no se la han creído algunas mentes desconfiadas. Peor para ellos. De tontos y saborios está el mundo lleno. Pero verán todos ustedes juntos como esta otra versión si se la creen. Como en la anterior, he contrastado todos los datos después de una ardua investigación. Podéis rebuscar por donde queráis si lo que cuento es cierto o no. A vuestra elección lo dejo, mientras tanto yo a lo mío, empiezo:

Resulta que por el año mil ochocientos y pico, arribó a la ciudad sevillana de Carmona, Mr. George Edward Bonsor, en adelante lo conoceremos por Jorge el inglés. Para no ser extenso e ir al grano de la historia solo diré unos cuantos datos, a saber.

Aunque nacido en Francia, era británico y residente en España. Era pintor, ceramólogo, historiador y arqueólogo autodidacta. Precursor de la arqueología moderna ya que implantó el dibujo técnico para reflejar y catalogar todos los yacimientos. A él se le debe, entre otros muchos descubrimientos y estudios, el hallazgo de la Necrópolis romana de Carmona. Incluso fue nombrado hijo predilecto o preferido, no sé, algo de eso. Con esto de momento vale.

Pues resulta a Jorge le gustaba un dulce con una base de bizcocho cubierta de hojaldre, espolvoreada de azúcar glas y canela, rellena de cabello de ángel. Tanto le gustaba que a diario mandaba a su sirvienta a comprar una de estas tartas. La doncella se acercaba a la confitería y decía eso de: ”Niña, dame la tarta del inglés que él nota se quiere tomar el té”.  Por lo visto de ahí viene el nombre de esta delicatesen que ya hacían en Carmona mucho antes de la llegada del nota.

Aunque por otro lado tenemos al director del Conjunto Arqueológico de Carmona, Ignacio Rodríguez, que discrepa una mijilla del asunto. Está documentado que Jorge era de la hermandad del puño, un poco mezquino a la hora de pagar. Cuando iba a escarbar al campo se llevaba un bollo y un huevo duro. Si iba con el ayudante, dos bollos y dos huevos. Además anotaba todos los gastos y en sus cuadernos no hay ninguna anotación de desembolso para estos pasteles. Y aunque hacía una gran vida social y se apuntaba a todos los saraos, lo hacía de válvula, de gañote, vamos lo que se dice sin pagar ni un duro.  Vale que el nombre de tarta inglesa se le deba a Jorge pero es un dulce tradicional de la repostería de la zona.

Hoy se rellenan de todo y aunque la de cabello de ángel es la TOP, tiene hasta 50 rellenos distintos. A mi hija, que es mu moderna, la que le gusta es la de Nutella. A mí me da igual, soy de buen yantar. Y, de pasada, como el que no quiere la cosa, diré que hace mucho tiempo que no la cato. ¿Motivo? Pues que mi hijo, cuando puede regresar a su hogar paterno desde su hogar provisional (creo) en la bonita Carmona, dice eso de: Nena, se te ha olvidado traerles a mi padres una tarta inglesa, a lo que ella, su Nena, siempre responde: ¡Que enrrea eres! ¡Si eras tú él que tenía que pasarse por la confitería! ¡Otra vez se te ha olvidado!


Tarta inglesa


Bueno, nada, que hace tiempo que no la cato. Y ustedes todos vosotros os preguntareis eso de ¿Qué tiene que ver la tarta inglesa con el origen y la raza de Micaela? Pues ahora lo cuento.

Como hemos visto, el nombre de tarta inglesa es debido al gusto de Mr. Jorge por este dulce. Mr. Jorge, antes de acabar en Carmona, estuvo de expediciones arqueológica por medio mundo. Una de esas excavaciones era el antiguo santuario de la Colina del Ombligo que está en la ciudad de Edesa en el sudeste turco. Allí, en Turquía, vivían una extensa colonia de gatos blancos, de pelo largo, con cola anillada, ojos ámbar y con la huella de Alá en la cabeza.

Mr. Bonson, el inglés, se enamoró de estos felinos y se trajo varias parejas de regreso a la milenaria ciudad de la campiña sevillana, a Carmona, por si todavía no os habéis enterado. Allí vivieron felices desde el año mil ochocientos y pico.

Y ahora conclusiones finales que hoy me estoy pasando.

¿Dónde recogimos a Micaela? En el polígono industrial El Pilero. ¿Dónde está el P.I. El Pilero? En Carmona. ¿Quién vivió en Carmona? Mr. George Edward Bonson. ¿Dónde estuvo Jorge el inglés? En Turquía. ¿Qué se trajo de las tierras del antiguo imperio bizantino? Varias familias de gatos ¿De qué raza eran los gatos? Pues eran Van Turco, como Micaela.

Micaela en plan jarrón.


Venga Germán, a ver si ahora eres capaz de refutar mi investigación.

Sobre las fotos:

La primera la he buscado en interné. El pobrecito de mi hijo no puede traerme una de verdad por esto del confinamiento. Y no, los cortes no representan a la Union Jack británica, es para servirla  mejor.
La segunda la he realizado con eso que ustedes sabéis.

Y ahora al Cesar lo que es del Cesar:

Gracias a Ezequiel García de El Correo de Andalucía por los datos y a “mi extensa biblioteca” y recordarles a V. y L. que a mí me da igual el relleno, como si es de crema catalana.





viernes, 10 de abril de 2020

Todos los días son La Madrugá



Posiblemente esta entrada sea muy localista, pero es que soy un sevillano atípico, así de entrada. Para empezar no nací en un corralón de Triana, ni en la colación de la calle Feria, ni en ninguno de esos barrios tan señeros que tenemos por aquí, nací en un pueblo de la Sierra Norte.

No sé cantar, no sé tocar la guitarra, no sé bailar sevillanas, a lo sumo, acompaño con las palmas. ¿Montar a caballo? Sí, eso sí, pero hace años que no lo hago. Y ahora la Semana Santa.

No soy hermano de ninguna cofradía. Ni siquiera la de mi barrio que prácticamente la he visto nacer. Pero si me gusta la Semana Grande de Sevilla y eso que soy medio agnóstico. A ver como lo explico.
Hoy, Viernes Santo, a estas horas, nueve de la mañana, estaríamos pensando en regresar a casa después de una larga madrugada mi mujer y yo. Ella sí es sevillana, sevillana, aunque no canta, no sabe montar a caballo pero si baila sevillanas. Nacida en la calle Pasaje Mallol, pared con pared con el Convento de Santa Paula, en pleno centro. Siempre presume que, desde su ventana, escuchaba a las monjas de clausura cantar maitines. Su padre era hermano de Los Gitanos y El Calvario, dos de las hermandades que procesionan en la Madrugá, aunque siempre salía, acompañando al crucificado, con la túnica negra de ruán. Él fue quien le inculcó el mundo cofrade y le enseñó lo que es una Hermandad, y, claro, ella me lo trasmitió a mí. O al menos lo intentó. Pero hay algo que quiero destacar, a ver si no me enrollo:

Mucha gente no lo sabe  pero la mayoría de las hermandades son de origen laico. Los integrantes  buscaban ayudarse en momentos difíciles y apoyarse mutuamente. Las “salidas” a la calle las hacían a modo de penitencia. Pero hay algo que ha perdurado en el tiempo desde que allá por el siglo IV, se empezaran a fundar hermandades, la Cariad.

Todas las hermandades tienen una bolsa de Caridad. Normalmente el diez por ciento de las cuotas de hermano van destinado a estos fines. Durante todo el año realizan infinidad de actos y eventos para obtener fondos con lo que ayudar a multitud de colectivos necesitados. Esto no sale en televisión, ni se trasmite en directo diciendo eso de ¡guapa! ¡guapa! y ¡guapa!

A modo de ejemplo comentaré un evento de hace dos o tres años. Se organizó un campeonato de futbol entre los costaleros del paso de Cristo contra los del paso de Palio de una hermandad de la Madrugá. ¿Requisito para entrar al recinto deportivo? Un kilo de alimentos como mínimo. El ambigú con precios populares. Se llenó el polideportivo. El partido lo de menos, muy malo, y el resultado…

Los alimentos fueron llevados en tres furgonetas al Banco de Alimentos de Sevilla. La recaudación del bar no sé si fue para Save the Children o para los campamentos de niños saharauis. Y en la puerta del polideportivo un autobús para concienciar en la importancia de la donación de sangre y órganos.

Esto es una pequeñísima muestra. Cerca de ochenta hermandades lo hacen durante todo el año. Ayudan a enfermos, a personas mayores, a discapacitados, a mujeres maltratadas, a personas en riesgo de exclusión, a drogodependientes, a niños desprotegidos, etc. Sin bandas de cornetas y tambores, sin bambalinas, sin incienso, sin revirás, sin saetas, solo haciendo Hermandad. Repito, todo el año.

Foto rescatada de la memoria de mi celular.


Este año no he podido acompañar a mi mujer en su recorrido nocturno por el centro de Sevilla. No he podido ir detrás de ella para intentar ver a los Gitanos, a su Manué, en el Palacio de las Dueñas, ni ver al Gran Poder antes que entre en la Carrera Oficial, ni a la Macarena por la Alameda, ni el Silencio cuando pasa por la calle Orfila, ni al Calvario saliendo de la Catedral, ni a la Esperanza de Triana por el arco del Postigo.

Pero a este sevillano atípico, agnóstico, malaje, saborío, que le da igual quedarse en casa cuando en la calle suena una marcha de Semana Santa, se le cae, disimuladamente, una lagrimilla al ver la cara iluminada y los ojos brillantes de su mujer, bajo esa vidriera natural que es la Luna llena, en la madrugada mágica sevillana. Madrugá que, gracias a la labor altruista de miles de Hermanos, dura 365 días.



miércoles, 8 de abril de 2020

Esto no va de futbol




Esta entrada no va de futbol aunque lo parezca, va de rivalidad según Sevilla. Verbigracia:

En "consejo para hombres I", comenté lo conveniente que es tener amigos que le gusten a tu esposa. Pero, ¿y si tu amigo resulta que es del otro equipo de la ciudad? No pasa , peor para él.

A estas alturas todo el mundo sabe que yo soy Bético, que soy del glorioso Real Betis Balompié. Equipo que juega en el Estadio Benito Villamarín, al Final de la Palmera, en el barrio sevillano de Heliópolis.


Foto de la red. Estadio Benito Villamarín


Mi amigo es del otro equipo, el Sevilla Futbol Club, que juega en un estadio detrás del Centro Comercial Nervión, junto al corteingles, pero no pasa .

¿Conocéis la eterna rivalidad entre Béticos y sevillistas? ¿Entre verdolagas y palanganas? Pues olvidaros de lo que os han contado y visto. Ná de ná. A ver rivalidad hay, son dos aficiones distintas, pero es un tanto especial.

Hay que tener en cuenta que, en cuestiones futboleras como en otras muchas, Sevilla está dividida en dos. Todos tenemos familiares, compañeros, vecinos, comadres, amigos y algún cuñado que son del otro equipo. Gente con la que convivimos día a día y, por regla general, nos llevamos bien. Según resultados la alegría se decanta por un bando o por otro. Siempre con cachondeo, con guasa, con ironía y sin pasar a mayores. Los medios hablan mucho de esta rivalidad, lo que no saben es que la guasa y el cachondeo nos dura hasta el lunes después del partido, porque tras un derbi lo único que hacemos es esperar al próximo. 

Por ejemplo: nos refriegan en toa  la cara que tienen cinco copas de la UEFA, pero nosotros decimos que lo que tienen son cinco paragüeros.  

Y ahora lo de mi colega. Vamos a llamarle Luismi (en realidad se llama Luis Miguel pero como hay que preservar el anonimato…) ¿He dicho que es del otro equipo? ¿Qué es palangana? ¿Sevillista? ¿Sí? Vale.

Un día, antes de un Betis-Sevilla, encontrábamos en el lugar habitual de reunión cultural, al lado de la frutería La Morena. Que sí, que vale, que en el bar. Pero habíamos hecho todos los mandaos encomendados por nuestras respectivas esposas. Y  antes de irnos,  sin pensarlo, me invita a una cervecita.

--Me he dado cuenta –me dice muy serio—que cada vez que te invito a la penúltima ("nunca hay una última") os ganamos el derbi.

--¡Te quié i yá! --Contesté yo raudo y veloz.

Y va el buen hombre y me lo refriega en to la cara. Con datos contrastados, fechas y resultados. Con la complicidad de algunos presentes que otra cosa no, pero de memoria en cuestiones futbolísticas anda sobrados.

Pero Luismi tenía razón. Cada vez que me invitaba el día del partido o como mucho el día anterior, perdíamos. No es que ganaran ellos no, perdíamos nosotros que es bien distinto.

¿Qué hago yo a partir de entonces cuando se aproxima el evento? Desaparecer, o al menos pretenderlo. Intento no salir a la calle. Intento no pasar por cierto "lugares de reunión" en los que me pueda encontrar con él. Porque hay una cosa que tengo clara: tiene razón. Una vez no me invitó y les ganamos 3-5 con goles de Fabián, Durmisi, Feddal, Sergio León y Tello (permitidme esta licencia furbolera, es la única)

Yo intentándome esconder y él intentándome encontrar. Pero como los hombres somos muy simples, al final terminamos juntándonos. Con un poco de ayuda, que conste.

Sábado antes del partido. Caminando por el barrio como Suarseneguer escondiéndose del Predator. Me refugio donde siempre (¿he dicho que los hombres somos simples y animales de costumbres?)

 --Quillo David, ¿ha venido Luismi por aquí? –pregunto mirando a todos lados.

 --No, hoy no ha venido. Seguro que baja más tarde. –contesta el ínclito hostelero.

 --Vale, ponme  una rapidito que me voy a casa corriendo.

Dicho y hecho. Bueno rapidito tampoco fue, en su justo tiempo, que para una vez que sale uno tampoco hay que tomársela a la ligera. Pago la consumición y justo cuando me encamino a la calle me dice el Sr. David:

 --Espera, tienes una pagada.

 --¿Quién?

 --El Luismi.

 --No vale, tiene que ser presencial. El día del partido o, a lo sumo, el día antes. No vale dejarla pagada. Y además, tiene que estar él.

 --Mira a la ventana.

Y allí, en la ventana del bar donde nos reunimos en alguna que otra ocasión, estaba mi amigo partiéndose de risa.

 --¿Qué pasa? ¿Estabas escondido esperándome?

 --No, es que David me ha mandado un wasap diciendo que estabas aquí. Y he tenido el placer de bajar para invitarte.

Luismi me invitó a una cervecita antes del derbi.

David es palangana y chivato.

El partido lo perdimos.

David se llevó riéndose una semana cada vez que se acordaba.

Luismi, seis meses.

Esta se la guardo a ambos dos.

El último derbi se suspendió por lo que todos sabemos. Si algún día se disputa. Me confino una semana en mi casa, totá, ya estoy acostumbrado. 


Foto de la red.  ¿A que es un paragüero?