Que los sevillanos somos mu ombliguistas es sabido por todo el
mundo menos por los sevillanos. Así tal como suena y que no se me molesten mis
paisanos. Pero es una verdad tan grande como la Catedral que tenemos que es la
más grande entre todas las catedrales góticas cristianas del mundo. Pero bueno,
estamos acostumbrados a ello y lo llevamos relativamente bien. Tan bien, que el
80 % de los vecinos de la Ciudad del Guadalquivir nunca hemos subido a lo más
alto de la Giralda, entre otra cosas porque no la han inaugurado hace
poco, entonces hubiéramos hecho cola
durante varios días. Otra cosa no, pero una bulla
y una cola nos gusta más que comer pescaito
frito con las manos o asistir a un pregón de Semana Santa, de Gloria o de lo
que sea, totá, los hay durante todo
el año.
Presumir, presumimos tela. Todos
hemos nacido en plena Triana, juntito a la calle Alfarería o en la otra orilla
de río, a lo mejor en la Plaza de los Terceros. Bueno, mi mujer si, ella nació
en la calle er Sol, en pleno barrio
de San Román, pero en este caso yo tengo pruebas de ello. Mi rubia dice que nació
a la sombra de la Giralda. Alargado y
fresquito es el perfil de la Turris Fortisima.
¿Duales? ¡una jartá!:
macarenos o trianeros, Béticos o
sevillistas, de botellín o de caña y así un motón de disyuntivas en las que nos
enfrascamos continuamente.
Pero, eso sí, listos pa reventá. Tan listos que nos enteramos
antes que nadie cuando empieza el plazo pa
conseguir una plaza en la piscina municipal del barrio y hacer natación
tres veces por semana o realizar un curso de macramé en el centro cívico. Mi cuñá la Concha se fue anteayer a las
cinco de la mañana y consiguió el número cientoventitre pa lo de la piscina.
¡No sabe ná mi cuñá!.
Y de cultura ni te digo, fíjate
tú que Blanco White es la última parada del autobús que te lleva al Hospital
del Valme, donde hay un colegio mu
grande y Pablo de Olavide es el nombre de la otra universidad que tenemos, sí,
hombre, si, esa que está camino de Montequinto, justo enfrente del Carrefu y de la ciudad deportiva del
Sevilla. Bueno, ¿y que me dices de Joaquín Guichot? Ná, que es el nombre de una calle al lao del ayuntamiento.
Pero cuidaito, cuidaito, lo que el buen sevillano no tolera ni permite
es que se metan con su Semana Santa, la mejó
de todas las semanas santas. Hace unos días salió en los medios la siguiente
noticia:
“La Banda del Sol expulsa a un músico que prestó su uniforme para una fotografía”, (enlace al ABC, de sevillanas manera)
Y aquí la prueba de tan sacrílego acto:
Foto rebuscá en el intrné |
La foto ha pasado de tuiter en
tuiter y de feisbu en feisbu provocando un pequeño revuelo. Bueno, a vé puntualicemos el asunto. De momento
de uniforme ná, a lo sumo el casco con las plumas y el banderín que lleva la
trompeta o el cornetín o como se llame el instrumento. Pero resulta que las
normas de la banda no permiten estos actos y con objeto de mantener el respeto
al uniforme, le han dado un pequeña patadita en el trasero al autor de tan
impío acto.
Seguramente, pienso yo como buen
sevillano, que er nota, en un momento
de postbotellón, quiso ronear con la chica de grandes ojos (he intentado
tapárselos pero no se utilizar el fotochó)
y le dijo eso de “anda, póntelo”.
Tranquilo chaval, que seguro que
en la próxima cabalgata de reyes te permiten vestirte de beduino con la cara pintá de negro y tocar durante todo el
recorrido esas composiciones musicales que nos ponen los pelos de punta:
Paquito el chocolatero, Que la detengan, Iuro livin e selebreshion, etc., como
todo buen componente de Banda de Corneta y Tambores que se precie.