Capítulo 1.
Otra vez toca historia, leyenda, o curiosidades de esta muy
noble, muy leal, muy heroica, invicta y mariana ciudad de Sevilla. La he tenido
que dividir en dos porque hoy he tenido tiempo libre y me he enrollado más de
la cuenta.
Pues resulta que por el siglo XIV vivía por aquí el rey Pedro
I, al que sus amigos le llamaban el Justiciero y el resto de los humanos el
Cruel. Este monarca estaba enfrentado con los Guzmanes, hijos del conde de
Niebla que apoyaban para reinar a la familia Trastamara.
Esta ilustre familia, los Guzmanes, iba largando bulos por la
ciudad para liar al pueblo y que este se mosqueara y se levantara en armas.
Bueno, al pueblo, al clero, a los nobles y, a ser posible, a todo el mundo.
El rey estaba enterado de todo, para eso tenía su propio
servicio de información, pero no podía hacer nada al respecto porque los
Guzmanes estaba emparentados con su esposa del momento. Sí, he dicho del
momento porque llegó a tener 6 esposas y 9 hijos.
Pero mira por donde que una noche que el rey iba solo por la
calle, embozado en una capa buena, se cruzó con el hijo del conde de Niebla. A
saber de dónde vendrían estos dos. Y esta es la mía, pensó Pedro. Dicho y
hecho, en la media oscuridad de la noche, se batió en duelo a espada y, como
era muy diestro aparte de siniestro, le dio una estocada en todo el pecho y lo
dejó pajarito. Vamos, que se lo cargó y se fue por patas.
Lo que no sabía era, que al ruido de las espadas, una anciana
se asomó a la calle con un candil en la mano para poder alumbrarse y ver lo que
ocurría. Por cierto, un candil es como la linterna del móvil pero con aceite.
Al descubrir el asunto y reconocer al autor del estocazo, cerró el portón de su casa con tan mala suerte que se le
cayó el candil.
A pesar de la oscuridad de la noche y la poca luz que
alumbraba su humilde linterna, no tenía duda de quién era el duelista vencedor.
Había una característica muy peculiar que tenía el cruel o el justiciero
(según). Las rodillas le hacían un ruido muy particular, como si chocaran dos
nueces. Esto era debido a que este hombre tenía una degeneración del cartílago
articular que le provocaban que les chocasen los huesos de la rodilla.
No veas la que se formó cuando el conde de Niebla se enteró
que uno de sus vástagos había sido vilmente asesinado en una calle oscura de lo
que después sería el barrio de La Alfalfa. Don Tello de Guzmán, que así se
llamaba el noble, pidió audiencia con el Rey para exigirle y reclamarle
justicia para su hijo.
El Rey no quería remover mucho el asunto por lo que le dijo
que su servicio de investigación le había dicho que la muerte era como
consecuencia de un duelo en buena lid y por lo tanto no se podía interpretar
como asesinato.
Pero el Guzmán insistía una y otra vez en que de duelo a
espada nada, que asesinato. Y la prueba estaba en el candil que se encontró
junto al cuerpo de su hijo. Ha sido una emboscada, le dijo, más o menos, ha
sido atacado por sorpresa y a traición.
Pedro I no sabía aquel asunto de la lámpara y eso le cogió en
fuera de juego. Aunque las pruebas eran circunstanciales la cosa se podía liar
más de la cuenta.
Mira conde de Niebla, le dijo con cara seria y regia, delante
de todos mis caballeros, de los eminentes,
destacados, respetados e ilustres miembros de esta mi corte, te digo que
no descansaré hasta ver decapitado al matador de vuestro hijo Don Luis de
Guzmán. En aquesta muy noble y leal ciudad no hay delito sin castigo. Otrosí
digo que será recompensado con una bolsa bien repleta de doblones y maravedíes
a todo aquel o aquella (según) que dé pista fehaciente para descubrir al
malhechor o malhechores de tan vil crimen. Ítem digo que la cabeza del
facineroso será colocada para escarnio público en la pared del lugar de tan
luctuoso suceso.
Con esta premisa regia se dictó un bando que fue
convenientemente repartido por toda la ciudad. Los alguaciles se encargaron de
hacer las pesquisas oportunas entre los distintos mentideros de la ciudad. El asesino o asesina no escaparía de cumplir
con lo dictado por Rey.
Hasta aquí por hoy. La resolución y consecuencias de lo
acaecido la conoceréis en el próximo capítulo, solo en La Bodeguita.
Foto de la red. Esto es un candil ¿vale?
Aquí me quedo esperando la resolución, porque la solución la conocemos falta saber como lo solucionas tu sin jugarte el pescuezo. Abrazossss
ResponderEliminarBueno, a ver, spoiler no valen. Pero lo que hizo el Pedrito ha perdurado hasta nuestros días. Doy fe porque la semana pasada estuve muy cerquita del lugar de los hechos pero como no tengo reflex no pude inmortalizar el sitio. Dentro de poco el final del la historia.
EliminarSaludos.
¿Tú crees que entonces ya eran tan tontos como nuestros políticos de ahora y decían el asesino o la asesina?
ResponderEliminarEl caso es que nos has dejado con las ganas del final. Quedamos a la espera.
Entonces eran tela de listos, no como ahora que son unos espabilaos. Nada, el final muy prontito.
EliminarSaludos.
Lo cierto es que este rey tiene historia para muchas entregas. me gusta como lo relatas.
ResponderEliminarUn abrazo
Y casi todas por el estilo, nada más tienes que ver que para unos era el Cruel y para otros el Justiciero.
EliminarUn abrazo.
Buen post el de hoy, y me va genial para el post operatorio.
ResponderEliminarBueno, cuídate y espera la final de la historia. Te va a sorprender.
EliminarAbrazos.
Me quedo esperando con ansias la segunda parte. :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Tranquila, no esperaras mucho. Permanece atenta a la pantalla :)
EliminarAbrazos.
antiguamente no había cámaras de seguridad ni análisis de adn ni esas cosas que salen en las novelas policiacas, pero tenían otros recursos para descubrir al autor de un crimen. en la segunda parte veremos si sacan algo en claro...
ResponderEliminarabrazos!
Sin spoilers: tiene que tener en cuenta él presunto culpable es el Rey. Te puedes esperar de todo.
EliminarUn abrazo.
Por Córdoba también hizo de las suyas el Pedro ese...Menos mal que pronto le dio matarile su medio hermano ,porque sino se queda solo en Castilla jajajaj
ResponderEliminarMe tienes "en ascuas". Espabilados hoy día?, listillos más bien.
EliminarBuenas tardes señor.
MariÁngeles es que lo de Cruel se lo ganó a pulso.
EliminarAirblue, lo de hoy en día viene de lejos.
EliminarAbrazos.
A ver qué treta ideó el Cruel, primer apodado "El terror de las nenas candil en mano" y con un careto más duro que una piedra.
ResponderEliminarEsperando desenlace, y hasta más leer, ahí le va un saludo, a vuesa mercé.
Pues eso de más duro que una piedra tiene mucho que ver con la historia. Lo veras en el capítulo 2.
EliminarUn reverencia, mi señora.
Ya ves si se lo ganó a pulso... No tenía malaleche ni ná
EliminarUn abrazo
Tu relato está muy bien llevado y escrito con muy buen humor, vale la pena leerlo. Ahí voy por la continuación.
ResponderEliminarTe mando un abrazo desde ultramar.
Gracias Nocturno, la Historia con un poquito de humos es más amena.
EliminarUn abrazo.
Ni idea lo que era un candil, gracias por la fotito, me voy a leer la 2da parte, está buenísimo esto!
ResponderEliminarCon un candil se ha alumbrado muchos hogares durante mucho tiempo.
EliminarUn abrazo.
Pues ya que he llegado tarde a la fiesta, me voy a ver ya la resolución...
ResponderEliminarVale compañero, no te quedes con las ganas.
EliminarUn abrazo.