Que conste que la fuente de la
siguiente historia no es mía. Lo leí en una página y, por más que he rebuscado
por todos lados no he encontrado el original, para darle la oportuna mención.
Al Cesar lo que es del Cesar, que dicen algunos ilustrados. Pero como resulta
que tengo Patente de Corso, en cuestión de letras,
titulo otorgado por mis viejos capitanes D.
Rodrigo Malaventura y Capablanca y su compadre D. Luis Escarlata y Mejías, y
rubricado por el Rey Nuestro Señor, tomo prestada esa idea, para contar lo que me pudo pasar este último verano en un pequeño
restaurante de la Sierra Norte, pidiendo de antemano perdón por tal
atrevimiento.
Aparqué el Logan bajo los
chamizos que había justo al lado de un pequeño restaurante en una carretera
perdida en la sierra. Restaurante Bar
Casa Pericón, lucía el rotulo sobre la pequeña entrada al establecimiento.
Coqueto salón, con chimenea al fondo apagada en estos días veraniegos. Decorado
con múltiples trofeos de caza y alguna que otra foto antigua. Quince o veinte
mesas, algún que otro aparador y aperos de labranza por todos lados. Pocos
comensales, si acaso tres o cuatro
familias con niños revoltosos, dos o tres lugareños en la pequeña barra y un par de mujeres en una mesa del fondo.
Lejos de esta mesa me sentó un
larguirucho camarero que enseguida me enseñó la carta de viandas. Como soy de fácil yantar, me decanté por un
plato de caldereta de venado, que para eso estaba en tierra de buenos cérvidos.
Degustando el guiso, y como no tenía
otra cosa en que pensar, me fijé en las damas que alegremente charlaban en
aquella mesa alejada. Perdonadme, pero es un defecto que tengo: el mirar a las
mujeres elegantes y guapas, por supuesto siempre con respeto y educación.
Cuando me trajo el postre el
camarero larguirucho, se lo tuve que decir:
-La “chavala” morena aquella se
parece a….
-No se parece, ¡es Mónica Bellucci!
Que sí, la otra señora es su representante. Han estado viendo unas
localizaciones para una nueva película. Pero por favor, no la moleste.
¿Qué no la moleste? ¿Y mi cámara
de fotos en el maletero del coche? Pero claro, no me iba a levantar. Yo soy un
señor y se supone que cuando una estrella de la belleza de la italiana, está
disfrutando de su vida de mortal, no la debemos molestar ni incordiar. ¿Y cómo puñetas funciona la cámara del móvil?
¿Pero este teléfono tiene cámara? ¡Y ahora resulta que han pagado la cuenta y
se marchan!
Se levantó. ¡Que andares! Llenaba
todo el local. Unos zapatos de vértigo. Unas piernas… vale, vale, no comento
nada que mi mujer lee esto de vez en cuando. Una ajustada falda negra que
insinuaba unas caderas…. ¡que sí, que no comento nada más! Bueno una cosa, el
top que llevaba era de una talla menos. Y aquí ocurrió lo bueno.
Se acercó a mi mesa. Se aproximó
despacio, se inclinó, !que visión!, cogió la cuchara de postre, tomó una pequeña porción
del arroz con leche que esperaba sobre
mi mesa. Introdujo la cuchara en su boca. Saboreó el postre casero. Me guiñó un
ojo. Se limpió suavemente los rojos labios con su lengua. Y me susurró al oído,
con ese acento mezcla italiano y español:
-Gentiluomo Naranjito, puedes
contar esto, mio caro amico, porque nadie te va a creer.
Y se marchó. Pero antes de salir
del pequeño restaurante, se giró. Se llevó los dedos a la boca, los besó, y
suavemente me sopló un beso.
Aún recuerdo sus palabras: Puedes
contarlo, mio caro amico, nadie te va a creer.
NARANJITO:
ResponderEliminarEfestiverguonder, "nadie" te vamos a creer.
Seguramente pillaste una insolación y confundiste a la duquesa de Alba con Mónica Bellucci.
Sin duda fue por el esconte que ambas llevan...
¡Mira como a ella no le dices que se tape nada! Jejejejeje ;)
Salu2 mio caro amico.
Vale. ¿Tú sabes que cuando se dicen mentiras se ponen las manos rojas?
ResponderEliminarVale, que te creo, pero
pero
pero...
¡enséñame las manos!
Uffff, no se si sera verdad o no Naranjito, pero me voy ahora mismo a tu entrada anterior.Necesito un buen trago del bucaro pa refrescarme.
ResponderEliminarUn abrazo amico
ayss, y entonces te despertaste....
ResponderEliminarte dejo un premio en mi blog.
Comencé a leer y acto seguido comencé a reír, de tal guisa, que mi hijo mayor se acercó para ver qué era lo que me causaba tanta gracia. En resumen, terminé leyendo en voz alta y ambos reímos a mandíbula batiente.
ResponderEliminarNaranjito, sos geniaaaaaaaal, jajajajaja
Besos encantados.
P.D.: De ilusiones también se vive.
Dyhego, "eso" me pasa con Doña Cayetana y seguro que no lo cuento.
ResponderEliminarArrivederci.
!Que no! que no te las enseños, querida Princesa.
ResponderEliminarGrazie Alteza.
Paco y si hubera ocurrido?. !Que pelotazo!
ResponderEliminarUn saluto.
Mariaeugenia, me parece que aún no me he despertado.
ResponderEliminarBei sogni per voi.
Querida Liliana, dile a tu hijo que se prepare, que me dijo el camarero que el próximo viaje de la italiana será por Argentina, que le gusta mucho la Primavera Austral.
ResponderEliminarUn bacio, mia cara signora
Naranjito, ¿no sería el Antonio Canales disfrazado?
ResponderEliminarMe supongo que después cambiarías la cuchara, sino..........
¡Venga ya, fantasma!
Un abrazo
¡Vaya,vaya!
ResponderEliminarUn besito, Carlos.
Pues yo te creo!!!!!!!
ResponderEliminarRafaé: ¿tú crees que yo sería capaz de contar lo del Canales? La cuchara, la de la Bellucci, a lo mejor la tengo enmarcada.
ResponderEliminarCordiali saluti
!je je je! !que risa más tonta!
ResponderEliminarUn bacio ragazza Lou.
Mamé: !Que buena gente eres! !y que te quiero! Je je.
ResponderEliminarGrazie compagno.
¡JA JA JA!, Yo te quiero creer, ¿porqué no había de pasarte a tí éstas cosas, si te pasa de todo?.
ResponderEliminarY, si no es verdad...(que no lo es), la historia tiene su encanto.
Un microrelato más, como mucha gente escribe ¿no?, pero con tu gracia inconfundible.
Un abrazo y sigue soñando con la Mónica, que los sueños no los vé tu mujer.
No sé que decirte Tortuga, a mi mujer no se le escapa ni una.
ResponderEliminarUn saluti.