I.
De como el licenciado Ramírez defendió los
colores de sus competidores.
El licenciado Don Manuel Ramírez y Rubio
dejó hace mucho sus labores como visitador de galenos para dedicarse a unos de
los mejores cometidos que se puedan facer en la muy heroica ciudad de Sevilla.
Abrió en el 17 de la calle Ancha de San Bernardo, para deleite del barrio
extramuros del mismo nombre, lleno de toreadores y artilleros, un figón al que
le puso de nombre el de su apellido paterno, que su augusto progenitor le
transmitió como muestra de la hidalguía
y limpieza de sangre, no en vano era cristiano viejo. Tan cristiano como él,
que es hermano practicante de la Real,
Ilustre y Fervorosa Hermandad Sacramental de la Pura y Limpia Concepción
de la Santísima Virgen María, Animas Benditas del Purgatorio y Cofradía de
Nazarenos del Santísimo Cristo de la Salud, María Santísima del Refugio, Santa
Cruz, Nuestra Señora del Patrocinio, Santa Bárbara y San Bernardo.
Con frente despejada y canoso
mostacho, sonríe detrás del viejo mostrador de madera cuando su ilustre
clientela abandona los taburetes de recia encina, y presta se encamina a subir
el viejo puente del arrabal después de degustar las viandas y probar los
generosos caldos y el frío zumo de cebada con un dedo de espuma. Tarea ardua esta de
subir el puente con el estomago lleno y los ojos chisposos.
Pero permitan vuesas mercedes que
no les hable de sus albóndigas de choco y gambas, ni de sus croquetas de cola
de toro, ni de su bacalao con tomate o las espinacas con garbanzos. Tampoco les
hablaré de sus pavías de merluza, de sus quesos ni de sus chorizos. Ni siquiera
de su pollo al ajillo o de las lagrimitas del mismo alado. Les hablaré de uno
de sus amores, de una de sus pasiones. Pasión que le hace sufrir y al mismo
tiempo le da gran consuelo cada domingo, día de Nuestro Señor. De hecho, su
limpia sangre, demostrada muchas generaciones atrás, no es del color carmesí
como la mayoría de los temerosos de Dios.
Concédanme vuesas mercedes el
privilegio de su tiempo para relatarles lo acaecido al Licenciado Ramírez
(titulo real, rubricado por el Rey Nuestro Señor como reconocimiento a su
erudición sobre la Historia del Arte, que consta en un pergamino de gran tamaño
que los ojos de este humilde narrador
han podido ver) en unos de los mentideros de la Villa y Corte del Reino.
Hace tiempo, el licenciado dejo
la ciudad del Guadalquivir (río con dos corrientes, una, hacia el sur en busca
de los doblones de las américas y otra, hacia el norte para pagar las deudas de
la corona), para visitar una muestra del glorioso arte del sevillano de oro,
Don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, gran maestro de la pintura universal.
Después de deleitar sus ojos y su alma con las pinturas del genio de los
pinceles barrocos, Ramírez se dejó acompañar por viejos camaradas de licenciatura,
todos ellos nacidos en la capital del reino, hacia uno de los numerosos
bodegones de puntapié que apaciguaban la sed y la glotonería de los ociosos en
el crepúsculo madrileño. Luego de dar
buena cuenta de los morapios y aguapiés, la conversación se tornó en vil
mentidero con el arrejuntamiento de más villanos que venían de disfrutar de una
victoria de su cuadrilla en un juego de pelota. Sabedores los concurrentes del
origen meridional del respetable Ramírez, siguieron con la burla por lo abultado del resultado infringido
al otro equipo de la capital hispalense. Observó nuestro licenciado pequeños
broqueles sobre los jubones, todos ellos de colores morados y blancos y notó
como las bilis se le revolvían en lo más dentro de su ser. Sin exagerar el gesto y sin hacer gala de
ostentación, se desembarazó de la capa que lo cubría mostrando su espada ropera, forjada en tierras toledanas
y templada en las aguas del Tajo. Sobre
su jubón lucia con orgullo su pequeño broquel dorado, en el que se apreciaba
treces barras, seis verdes y siete blancas.
-Perdonen ucedes y aplaquen su
jolgorio, que este nacido en otra orbe de las Españas, no permite que hidalgos,
pajes, ganapanes, estudiantes, criados, campesinos o mendigos de esta Villa y
Corte, se mofen de los desdichados seguidores del color rojo que habitan en mi
ciudad. Pardiéz que el único con licencia para descuajaringarse de las
desdichas de mis contrincantes deportivos es este hijo de sevillana y sevillano
que por sus venas corre sangre verdiblanca.
No es de bien nacido dejar de
defender a parientes, vecinos, clientela y demás vulgo de tu sitio y
residencia, aunque tengamos nuestra particular contienda. El único con licencia
para la sátira, es éste que tenéis aquí delante y plantado presto a lo que haga
menester. Sigan vuesas mercedes
aplaudiendo a portugueses, flamencos y demás
traídos de otras tierras y déjenme en paz a los seguidores del equipo de
la colación de Nervión, que para eso estoy yo que soy verdolaga y a mucha
honra. Señores ¡queden ustedes con Dios!.
Marchose el licenciado Ramírez ya
de anochecida, camino de la posada donde descansar su cuerpo. Al amanecer, le
aguardaba un largo trayecto de regreso, pero satisfecho de todo lo que le había
acontecido en Madrid. Por el camino,
seguía escuchando cantos y vítores de la chusma y pensó…
Cuan gritan esos
malditos,
Parece que les dan
cuerda.
Más yo respondo a sus
gritos:
¡Viva el Betis manque
pierda!
Acabose de escribir el día 8 de Marzo del año de Nuestro
Señor de Dos mil y doce, festividad de San Juan de Dios.
¡¡ Llevátelo a papel !!
Maese Naranjito:
ResponderEliminarHe habido mucho plazer en leyendo aquesta aventura de caballero tan valiente y osado.
Recibidid saludos y naranjas verdiblancas.
Me ha encantado la entrada, tienes un gran blog, enhorabuena. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Amigo Naranjito, extraordinario Bético, cofrade de San Bernardo hasta el tuétano, amante de las artes de los fogones y la fotografía, y excelente sevillano el bueno del Licenciado Manuel Ramirez, pero creo que su taberna, ¡ que albóndigas de choco más ricas!, en la calle Ancha a cambiado de dueño.Un abrazo
ResponderEliminarbueno bueno, deberias dedicarte a esto... me encantó la entrada.
ResponderEliminar¡¡¡Quiloooooooooo!!! ¿Dónde te metes?
ResponderEliminarTe voy a meter una pedazo de multa por absentismo bloguero que te voy a dejar seco, jajajaja.
Saludos, Naranjito. Vuelve.
¿Quilooooooooo?
ResponderEliminarYa vólverás.
Salu2 con naranja.