En la oficina de la obra solo
quedaban el aparejador, el encargado de los albañiles, el vendedor y el joven
administrativo que se acercaba todas las semanas para recabar los documentos,
partes de trabajo, pedidos y demás papeleo que surgía de la construcción de doscientas y picos de
viviendas. La obra estaba al final del barrio, pero esta pequeña construcción
provisional era lo más cercano a las viviendas antiguas y junto al piso piloto
que era visitado a diario por vecinos y futuros compradores.
A esas horas pocas personas se acercaban por allí, pero
aquella tarde fue especial. En la puerta, llamando con muchos aspavientos, se
encontraba una señora de edad avanzada, con cara asustada, una bolsa de
supermercado en la mano y lágrimas en los ojos.
-Señora ¿qué le ocurre?
-¡Que me han robado! ¡Que me ha
pegado un tirón un niñato que iba en una moto!
Como pudieron la tranquilizaron y
después de sentarla y darle un poco de agua, el encargado comenzó a curarle el
brazo herido. Una vez que la buena
señora pudo por fin recobrar el resuello, intentaron que explicara el suceso
por si podían ayudarla.
-Pues mira hijo, venía a ver el
piso piloto porque mi hija se ha comprado uno en el primer bloque y me ha dicho
que es muy bonito y muy grande; que se lo ha comprado con cuatro habitaciones
por si un día yo me tengo que venir a vivir con ella. Cuando venía para acá, he
escuchado una moto que venía como un loco por la acera. Al volverme he visto un
niñato con unos pelos muy largos y antes que me diera cuenta me ha agarrado del
bolso y se lo ha llevado. ¡Fijarse en el arañazo que me ha dejado!
Después de un buen rato hablando
con la señora, consiguieron que se calmara y se dispusieron a acompañarla hasta
su casa. Una vez en la puerta de la oficina, la señora se paró y comenzó a
reírse de una forma consistente y un tanto extraña. Se miraron unos a otro con
cara de extrañeza por la reacción de la señora e intentaron tranquilizarla una
vez más.
-Permita el Altísimo que gastes
lo que me has robado en limpiarte el culo después de las cagaleras que te
tienen que entrar.
-Señora, por favor, hable usted
bien y no diga esas cosas.
-No hijo, no, es que verás: Antes
de entrar en el supermercado he estado en la tienda de Rosita, que es donde
compro el papel higiénico ese es que es tan suave y que sirve para todo. Como
no me gusta que en una tienda vean lo que compro en otra, cogí los cuatro
rollos y los metí en el bolso. Después de comprar en el súper, salí a la calle con mi bolsa de la compra, ¡que me han cobrado 3 céntimos por
ella!, y mi bolso con el papel higiénico. El
monedero, con lo poquito que me ha sobrado, lo metí sin darme cuenta en
la bolsa de plástico. Así, que el niñato ese que por poco me tira al
suelo, se ha llevado un bolso viejo comprado en el mercadillo de los jueves,
lleno de papel para el culo. Lo dicho, hijos míos, que utilice el fruto de su
robo para limpiarse después de la gastroenteritis que le va a entrar cuando vea
lo que me ha quitado. ¡Sinvergüenza!.
El administrativo acompañó a la
señora hasta su casa riéndose todo el camino y pensando en la cara que pondría
el tironero cuando abriese el bolso.
¡¡ Llevátelo a papel !!
¡Ja! Bien merecido, para el "desgraciado" tironero...aunque el susto de la pobre señora no se lo quita nadie, calro está.
ResponderEliminarUn beso dominguero.
El suto y las magulladuras.
EliminarOtro beso para ti.
Un historia igual pasó en Chipiona, pero en esta ocasión se llevo la bolsa de la basura, pero la señora también se llevó un susto, un saludo.
ResponderEliminarLo malo es que la mayoria de las veces consiguen algo mas que papel higiénico y bolsas de basura.
EliminarUn abrazo.
Me he hecho seguidora de nuevo, un follón de cuentas desvinculadas de correos, estaré en este pérfil en lo sucesivo. un saludo.
ResponderEliminarUn saludo mamá araña, sabes que esta es tu casa sevillana.
Eliminar¡Pa cagarse!(con perdón). Un abrazo.
ResponderEliminar¡Del susto! y encima le mangaron el papel.
EliminarOtro abrazo para ti.
¡Bonísimo! Bien por la señora.
ResponderEliminarSalu2
Se sedaogó a gusto.
EliminarUn estrechón de manos.
Ea!, le está bien empleado al tironero.
ResponderEliminar¿Para que utilizaría el resultado del botín?
EliminarSaludos Pater
Naranjito:
ResponderEliminarUna anécdota similar ocurrió en Murcia, dicen, aunque no sé si será verdad o no. A una señora mayor le robaron el bolso y cuando la mujer se repuso de la caída y del susto empezó a reirse porque llevaba un par de gatitos muertos para tirar al contenedor de basuras...
Salu2 sin robos.
Esta historia es cierta, de hecho uno de los protagonistas está escribiendo estas lineas.
EliminarAbrazos D. Dyhego.
Ni lo he dudado un solo segundo, amigo Naranjito.
ResponderEliminarLa anécdota que refiero no podría yo darla ni por cierta ni por no cierta, porque me la contaron.
Salu2.
Es que, amigo Dyhego, lo cotidiano ( me refiero a los tirones) desgraciadamente ocurre en todos lados. Con lo que me gustaria que se convirtieran en leyendas urbanas.Pero me parece que de monento será puñetera realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
No solo te dan el tirón, sino que a veces, vienen a casa con el bolso. diciendo que se lo han encontrado, en busca de propina.
ResponderEliminarSaludos, manolo
Eso si que es rizar el rizo, pero seguro que la pasta no esta en el bolso.
EliminarUn saludo, D. Manuel