Un compañero de trabajo,
llamémosle F para preservar su intimidad no sea que tenga represalias, me contó
lo que le ocurrió mientras paseaba a su perro. El bueno de Fran, digo F, lo
saca a pasear a diario turnándose con su compañera y esposa. Pasea por las
calles de la urbanización y el labrador (labrador de raza, que no de los de los
arados y el campo) aprovecha estos paseos para hacer sus necesidades
fisiológicas. F lo lleva siempre con su correa, pero en una ocasión que iba suelto, el animalito no se le ocurrió otra
cosa que hacer sus caquitas en la mismísima entrada de un chalet. Pero nada,
sin problema, F armado de la consabida bolsita, se agacha para coger los
excrementos y en ese momento se percata del lugar donde su can ha dejado un
recuerdo. ¡En la mismísima puerta de la casa del Jefe! Pero no de un jefe
cualquiera de los veinte que tenemos, no, del Jefe Jefe Jefe. Ese Jefe que por
encima de él no hay nadie ni nada. Si el perro tardó poco en hacerlo, él tardó
menos en recogerlo. Rápidamente le puso la correa y se marchó de allí no sin
antes mirar a todos lados para comprobar si alguien había visto algo. De camino
a casa empezó a educar al chucho con sabias palabras.
-En la puerta del que nos da de
comer no se caga uno, apréndetelo o te llevo al veterinario para que te
corte tus atributos masculinos.
A los pocos días de contarme esto
me encontré bien tempranito con mi amigo Javi, él de los toldos (hoy no digo el
nombre de su empresa porque todavía no me ha invitado a la cervecita
pendiente). Otro amante de estos animales y otro que se turna con sus hijos y
su mujer para sacarlo a pasear. A estas alturas ¿alguien duda a quien le toca
siempre sacar a los perros? Vale, los tenéis claro, ahora sigo con la historia.
A esas horas de la mañana, sobres
las siete y media más o menos, muchos vecinos y vecinas del barrio hacen la
peregrinación de las correas acompañados por
“amigos” con cuatro patas. En una zona despejada de las pocas que quedan
sin construir, coinciden varios canes y ya se sabe los distintos caracteres y
educación que tienen estos animales. Siempre está el más pequeño y porculero incordiando a los demás. Y siempre
está la señora que no tiene otra cosa que ponerse para bajar al perro que una
bata güatiné y unas babuchas.
Y ahí están, el perro porculero y
la señora de la bata. El perro, ladra que te ladra a todo bicho viviente, la
señora, protesta que protesta por todo lo que le parece bien. Pero Javi no se
inmuta, ni Javi ni Urko. Este último, pendiente
de las palomas e ignorando los ladridos. Los ojos abiertos como platos,
las orejas tiesas, las piernas en tensión, la lengua fuera, la respiración
jadeante pero tranquilo, de espaldas al caniche peleón. La señora no puede más
-¡Este perro me tiene jartita!
Cada vez que lo saco igual, se quiere pelear con todo el mundo. ¿Usted como
hace para que el suyo sea tan bueno?
-Mire usted señora, yo llevé a mi
perro a Estados Unidos para que lo educara Cesar Millán, el encantador de
perros de la tele. Yo por mi perro lo que haga falta. ¡Vamos Urko!
Le dio un pequeño tirón a la
correa, comenzó a andar y Urko,
obediente lo siguió pegado a su pierna derecha camino de casa. La señora se
quedó con el suyo en brazos y cara de envidia.
Se lo conté a Fran, perdón, a F,
para que aprendiera lo que es un buen perro educado y no tener el problemilla
de que el suyo se acostumbre a hacer sus cosas en la puerta del Jefe Jefe Jefe.
Anda F llévalo a un buen adiestrador
como hizo mi amigo Javi, le dije. Después me preguntó por la raza de Urko y yo
le contesté gustoso: Bulldog francés albino.
Lo de albino podría ser
secundario pero, no se lo digáis a la señora de la bata güatiné, no sea que
sepa que el Bulldog francés albino es propenso a padecer !sordera bilateral!.
Para proteger la identidad de Urko, he buscado en interne la foto de un pariente muy parecido |
Los perros me hacen poca gracia, la verdad.
ResponderEliminarSalu2 animalescos.
Dyhego, ¿ni siquiera un Buldog francés? y encima educado en los USA. Bueno, vale admitimos pulpo.
ResponderEliminarUn saludo.
Ja jajajja, que bueno, naranjito, gracias a F por compartir sus vivencias, no podia ser otro. El gran fran, un abrazo a todos.
ResponderEliminarGracias Lolo, a ti tambien te tocará ser protagonista de una historia en la Bodeguita. Te la debo.
EliminarUn abrazo.
Mi Frida tb está un poco sorda. Bueno, un poco no, está sorda del tó. A ratos da coraje, porque parece que pasa de nosotros, pero ea, que resulta que los cocker tienen propensión a pillar infecciones jodidas de oído.
ResponderEliminarEs curioso porque lo de "Toma" sí lo oye la tía petarda... O bueno, igual lo "intuye", que todo puede ser.
:)
Besossssssss!!!
A el Quillo, el gato de mi mujer, le pasa algo parecido. En este caso se trata de pasotismo. Solo atiende cuando le interesa o le duelen los huesos de estar tumbado en su canasta de mimbre o en su caja de cartón.
EliminarUn besote.
ajjaja que buena contestación por dios...
ResponderEliminarMaria Eugenia, no te puedes ni imaginar la güasa que tiene mi amigo el de los toldos. Salir con él es un peligro.
EliminarUn beso.
Este ha sido bueníiiiiiisimo Naranjito. Una pregunta, el jefe... ¿no tendrá cámaras de seguridad en la puerta del chalet? Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPepe, acabas de darle el día a mi compañero Fran, digo F. Le has recordado que en la fábrica tenemos camaras de seguridad por todos lados. Seguro que en el chalet también. !Pero recogió la caca! ¿vale, Jefe jefe jefe?.
EliminarOtro abrazo para ti.
Que vida de perros, por ahora no tengo, pero algún día caerá, un saludo.
ResponderEliminarYo tambien, pero es que yo quiero un mastin. En casa no cabe, asi que a esperar poder comprarme un cortijo.
EliminarUn saludo.
Con lo de puertas que debe haber en la urbanización. Pero, bueno, me parece que habría sido peor si el de la caquitas fuera tu amigo Fran, digo F. ;-)
ResponderEliminar!Hombre Pater! que F. es un tío de los buenos, esas cosas no las hace, creo. Y encima la parienta tambien trabaja en el mismo sitio, vamos, que es compañera. !ostras! ya no doy más pistas que me han dicho que algún adlátare del Jefe Jefe Jefe se pasa por la Bodeguita. Un saludo a los adlátares y a Don J. y su augusta esposa Doña C. que también es Jefa Jefa Jefa.
ResponderEliminarBueno, Pater otro saludo para ti.