De camino a casa, después de toda
una noche trabajando, escucho una noticia en la radio que me llamó la atención.
Entre avisos de corruptelas varias, pactos pre y post electorales, conflictos
en los vestuarios de equipos de futbol, información del tráfico (como si yo no
supiera como está la SE30 a las siete de la mañana a la altura de la Gota de
Leche) e inauguraciones varias, un ínclito locutor desgrana una historia
acaecida en un restaurante de comida rápida de Hong Kong. Cuando me refiero a “restaurante de comida
rápida” quiero decir un McDonald´s, como el que tenemos en mi barrio que abre
las veinticuatro horas.
Escucho atentamente mientras
mantengo mis reservas, ya que, en estos restaurantes, cíclicamente, nos
sorprenden con sucesos como que ha aparecido una rata dentro de una botella de
Cocacola, o un dedo de un nota de Atapuerca en un Big Mac, o vete tú a saber
que chorrada inventada. Pero al parecer el caso no es inventado,
desgraciadamente.
Pues resulta que una necesitada
(en la radio hablan de indigente, pero como no me gusta esa palabra he buscado
un sinónimo que creo que es más adecuado) ha aparecido muerta en el local. Esta mujer sin recursos, que malvivía y maldormía en los alrededores, en un barrio con
grandes rascacielos, entró en el local a eso de las 8:30 de la mañana. No pidió
nada, solamente un vaso de agua en el mostrador y se sentó en una mesa de las
muchas que disponen en estos establecimientos. Sobre la una y media de la
madrugada se desplomó sobre la mesa después de trece horas sola, en medio de
los clientes que seguramente se sentaron a su lado y ante la indiferencia de
los empleados que, siguiendo la política de la empresa, se dedican a hacer su
trabajo.
Tuvieron que pasar siete horas
más, siete, hasta que un empleado se acercó a ella y descubrió con horror que
la buena señora había fallecido.
Foto capturada en la red |
Y ahora me pregunto yo: ¿es
posible que esto pase aquí? ¿En este bendito y puñetero país? ¿Somos tan
indiferentes? Y en mi ciudad, Sevilla, con más de 6.000 bares y restaurantes,
¿dejarían sin atender a una indigente, perdón, necesitada, después de mucho
rato sin pedir nada solo buscando cobijo? O peor ¿la dejarían entrar? Y
nosotros, sentados cómodamente disfrutando de un japimil con muñequito incluido ¿nos molestaría tener a nuestro lado
a una persona con todas sus pertenencias encima?
Yo, de verdad, creo en el ser
humano. Todavía no he perdido la esperanza. Nuestra cultura es distinta a los
asiáticos, aquí no pasaría eso. Entre otras cosas porque todavía hay pocos
restaurantes abiertos 24 horas y porque cuando ha ocurrido un caso similar,
porque ocurrir ha ocurrido, esto ha pasado en la calle, y en la calle no hay
empleados eficientes en limpiar mesas y retirar restos de comida en bandejas y
las familias que paseamos con nuestros hijos, procuramos pasar por la otra
acera.
Bueno, que esta noche seguiré
dándole vueltas al coco, totá esto
pasa en Hong Kong, ciudad con más de 7.500.000 habitantes y unos 2.000 viviendo y
durmiendo en la calle.
Cada vez la gente va más a su bola, Naranjito. No me extrañaría que algo así pudiese pasar en España.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo que vamos a nuestra bola. Lo comento en la entrada, aquí no ocurriría porque no le permiten la entrada, pero en la calle...
EliminarY encima miramos para otro lado.
Así es y pasa todos los días. Prisas, falta de atención ? Yo creo que hemos llegado a un punto que no nos importa nada, ni siquiera la vida humana.
EliminarHace un tiempo viniendo de uno de esos gimnasios donde vas a mortificarte para luego comerte un bocadillo de tortilla bien grande, en un banco de una plaza conocida de Madrid, una señora estaba sentada con el bolso agarrado y debajo de ella un charco de pis, la gente pasaba, miraba, decía que estaba dormida o que había empinado el codo más de la cuenta. La vi desde lejos y cuando me puse a su altura me acerqué, la tomé el pulso y no respiraba. Debía llevar muerta horas, en pleno día nadie acudió en su ayuda, ni se enteraron. Pobres desgraciados que tienen la cabeza llena de pájaros, los ojos vendados y los oídos taponados con la música a tope.
Eso sí, cuando por el móvil llamé a urgencias aquello parecía un mercado de curiosos regodeándose en el morbo del suceso.
Pasa, querido amigo, pasa.
A eso es a lo que me refiero con la entrada, la indiferencia que poco poco se está apoderando de nosotros. Menos mal que aún queda buena gente como tu. Somos cobardes cuando no queremos ver una realidad que no sea la nuestra. Cobardes y miedosos.
EliminarUn abrazo
Era mi deber, soy profesional de la medicina pero si no lo hubiera sido te aseguro que mi forma de proceder no cambiaría en absoluto.
EliminarPues malo o bueno lo cierto y verdad es que cada vez somos más indiferentes al sufrimiento de los demás.
ResponderEliminarY a tu comentario...
si pero no vienen con palillo, sino sueltas en el envase jaaj Yo tampoco las había oído llamar así en toda mi vida. Debe ser cosa de esta sona, igual que al embutido se llama companaje (que no se si es con g o con j)
Parece que no va con nosotros, pero lo tenemos mas cerca de lo que parece.
EliminarAl tiempo. Me parece que por desgracia acabaremos así.
ResponderEliminarEspeluznante lo contado por Airblue
La historia que cuento es real, pero la de la buena amiga Airblue la supera con creces y ocurrió a dos pasos
EliminarUn saludo, el poco tiempo libre me hace "abandonar" la blogosfera, pero no por ello no me acuerdo de los blogs amigos, un saludo.
ResponderEliminarQue el poco tiempo sea porque tienes una jartá de curro. Un abrazo, amigo
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