Bueno, po ya estamos aquí de nuevo. Se acabaron las vacaciones, se
acabaron los días de asueto, se acabaron los días de “no hacer nada” y, de
cabeza, a la bendita rutina. Vamos a dejarlo en rutina, lo de bendita no sé a
quién se le ocurrió.
Que eso, que mu bien el merecido descanso, que mu bien la playita y todo lo que eso conlleva. Pero por cuestiones
de genes, de lo saborio que puedo
llegar a ser, y de quejarme por naturaleza, hoy toca protestar.
Vamos por parte. Yo soy un
ferviente defensor de la Madre Naturaleza. El medio ambiente, mejor el ambiente
entero (no confundir con “de ambiente”, que lo he consultado en el diccionario
de la RAE, ¿vale?), hay que mantenerlo, cuidarlo, preservarlo para las próximas
generaciones y de camino hacernos la
vida un poco más natural, placentera y… bueno, to eso.
Pero claro, tenemos la Ley de
Costas. ¿Qué no sabes lo que es? Atención al cortaypega investigado en mi
extensa biblioteca:
“Hasta
2013 ha estado vigente la Ley
22/1988, de 28 de julio, de Costas, que derogaba a la Ley de Costas de 26 de abril de 1969,
y estaba desarrollada en el Reglamento de
la Ley de Costas,
aprobado en Real
Decreto 1471/1989 de 1 de diciembre de 1989. Esta ley fue modificada por la Ley 2/2013, de 29 de mayo, de protección y
uso sostenible del litoral y de modificación de la Ley 22/1988, de 28 de julio,
de Costas, actualmente en vigor.”
O sea, en resumen, que a nosecuantos metros, tierra a dentro del litoral marítimo, a partir
del sitio donde las olas se paran y vuelven otra vez pa la mar, no puede haber
construcciones fijas, edificios y cosas por el estilo.
Entonces, tú estás en las costas
onubenses, con tu parienta, con tu sombrilla, con tu sillita comprada en el
chino del barrio, tus gafas de sol para que no te moleste el Lorenzo y de
camino poder admirar el paisaje veraniego, bien pertrechado como manda los
cánones, pero… ¡falta algo!
¡¿Dónde está el chiringuito?!
Después de años convenciendo a la
madre de tus hijos para que no vayamos a la playa como dos sherpas himalayos
(bueno, en realidad un sherpa, yo. Ella con su pareo, una esterilla, una
gorrita del declatón, el bikini, una
toalla de las grandes y poco más, va de
lujo), ahora resulta que el único chiringuito que queda está donde aparcamos el
coche. Más o menos en el quinto pino o el sexto, en Mazagón hay muchos pinos.
No te lleves nada de comer, nos
acercamos al chiringo y nos tomamos algo. Un día es un día y una semana es una
semana. Venga, no te líes en la cocina, si con cualquier tapita estamos
apañaos.
Esto fue lo que le decía a la que
me aguanta a diario, pero es que ahora ¡no hay chiringuitos! Esos templos
culinarios donde te comías un plato de paella que de paella solo tenía el
nombre. O una ración de almejas a la marinera. O un espeto de sardinas. O unos
calamares fritos. O una jartá de viandas veraniegas. Por supuesto todas
estas viandas acompañadas de un tintito de verano o, como en mi caso y por
prescripción facultativa, una cervecita bien fresquita. Esos grandes
protectores solares que hacían que volvieras de las vacaciones igual de blanco
que en Navidad porque no te movías de su sombrajo.
Ahora no, ahora el chiringuito no
está a pie de playa, está una jartá
de lejos y encima parecen gastrobares. Como te descuides te aparece Ferran
Adriá y te pone un miniplato con una “decostrución de atún barbateño, acompañado
de ortiguillas marinadas al pilpí con salsa
azerbaijana y brotes de espuna de mar”. Eso si, presentado en una
tapadera de bote de mayonesa y con un precio como si pagaras la
suscripción al Nefli para el resto de tu
vida.
Algo tienen bueno esto “nuevos”
establecimientos, la noche. Ojú que
lujo, como han cambiado. Si tuvieran
camas balinesas me haría un selfi y lo subiría al feisu. Un poco de postureo no viene mal, y si tú no puedes, te
aguantas.
La música regular. Mucho Rosalía
pero nada de Status Quo ni de Los Chichos. ¿Y las copas? Tres días me costó
explicarle a la morena de la barra que un gintonic es hielo, ginebra y tónica.
Al final lo aprendió.
Bueno, que al final, como no
tenía a mano el chiringuito, volvimos a lo clásico: Nevera azul, filetes
empanados, tortilla sin cebolla, un poquito de patatas aliñadas, una botella de
tinto, otra de casera y volver de vacaciones moreno moreno. Todo por no andar
trescientos metros hasta el establecimiento de bebidas a pie de playa.
Ahora la foto:
La he encontrado en la red. A la
playa no me llevo la réflex porque no tengo. El móvil no sirve de ná, no veo bien la pantalla y si hago
una foto al final me aparece la vecina de sombrilla que, por cierto, era
teutona.
¡¡ Llevátelo a papel !!
Lo de los chiringuitos es un drama. :). Un beso
ResponderEliminarUn culebrón, como dice mi amigo venezolano. Pero siempre nos quedará la nevera azul.
EliminarUn besote.
Quillo... qué pechá de reír!!!!.
ResponderEliminarNo, si yo también me río. Si hasta he hecho biceps estos días. ¡No pesa ná la neverita azul!.
EliminarComo dice Tracy, me he hartado de reír, porque tener tienes toda la razón pero tal y como lo cuentas aunque no la tuvieras te la daba. Yo que no llevo ni silla si no hay chiringuito no voy a la playa. Abrazucos resalaó
ResponderEliminarEs que estamos perdiendo la esencia de las tradiciones. Nada, todo sea por el medio ambiente.
EliminarUn abrazo.
Naranjito:
ResponderEliminarme alegra saber que has disfrutado de la playa pero me entristece que no tengas aún la réflex...
¿Chiringuitos de playa? Calla, calla. Media hora para que te atiendan, un segundo para que te claven, cervezas que se ponen calentujas en dos segundos y gracias si no se cuela arenilla en el botellín... ¡Cuánto mejor una nevera!
Salu2.
Ya me pongo al día poco a poco.
Y los de la mesa de al lado. Y el niño dando por saco con el frigodedo. Y el camarero que no te trae tu plato. Y la cola esperando que termines y te levantes. Nada, volveremos a la nevera. Azul, por supuesto.
Eliminarjajajaaj me parto!!! Llevas toda la razón, Aquí en Levante los chiringuitos que hay a pie de playa son de copeo, por el día bueno, pero por la noche la marcha es alucinante, y como bien dices.... de día te queda los gastrobares... menos mal que nosotros pasamos poco tiempo en la playa (cuando vamos a bañarnos), que cuando vamos de paseo si que visitamos de noche esos sitios para cenar. Feliz vuelta a la bendita rutina
ResponderEliminarClaro, como tu tienes la playita a tiro de piedra. Pero nosotros, los sevillanos, la mas cercana la tenemos a 100 km. Y encima te encuentras con todo el mundo.
EliminarUn abrazo.
Pues para la próxima se viene usted, con la "family" por supuesto, a mi Málaga de mi alma y prueban.
ResponderEliminarYo no soy muy de playa... suele estar el agua fria y la arena demasiado caliente, hay piedras en la orilla(al menos donde yo puedo ir) y pareces patizambo cada vez que te quieres dar un refrescón, la arena esta hirviendo que te cagas y la dichosa ducha tan en el quinto carajo que cuando vas te quemas y cuando vuelves estas igual de sudando que cuando fuiste, si no te pones protector terminas pareciéndote a un salmonete y si te lo pones pues a una croqueta porque todo el que pasa por ese tramo estrechito que dejamos entre sombrilla y sombrilla.. sillas, mesas, toldo, neveras, flotadores, toallas, y por el que pasa hasta el tato...todos... ninguno tiene cuidado de no echarte arena. Tú... que te has ido sólo con tu pareo que te sirve de toalla y las llaves de casa enganchadas en el cuello por no llevar nada que estorbe.
Pero es mi Málaga... con un ciringuito cada cien metros como mucho y todos tienen una barquita con ascuas dispuesta para espetar sardinas,o lo que quiera, que ninguno queda lejos y que, como hay tantos no hay que esperar cola y el tinto de verano va con hielo para que esté fresquito, y la cervecita, Cruzcampo... es que a mi no me interesa otra. Y la paella? se vienen ustedes a donde trabajo yo, que no está a pie de playa... lo siento... pero que me vuela de rica que está.
El año que viene... a Málaga.
Varias cosas: apuntado lo del año que viene a Málaga. Lo de la Cruzcampo.. ¡¡¡por favor!!!.Lo de las barquitas con los espetos eso, eso, eso es un lujo y encima te llenas los deos de pringue, vamos, un manjar para los sentidos, apuntao también, Lo de las playas de chinos, bueno a mi me gusta más con arena finita pero con unas buenas chanclas solucionao.
EliminarPero la nevera azul me la llevo.
Un besote, Maile.
Un artículo muy gracioso, Naranja.
ResponderEliminarDebo decirle que lo suyo fue una rutina (cómica) de vacaciones, algo que le ocurre a varios de los mortales... me sentí muy identificado.
Por acá no los llamamos chiringuito, sino "parador", pero la situación veraniega es tal cual. Lo saludo emponchado, desde el frío invernal y la rutina más cruel.
abrazo grande!
A ver, por estos lares un parador es otra cosa, pero, más o menos el tema playeril lo llevamos al unísono. O sea, que tu también vas cargado.
EliminarEstáis en primavera ¿no? ¿joé que envidia!
Un abrazo