martes, 3 de septiembre de 2019

Una de chiringuitos



Bueno, po ya estamos aquí de nuevo. Se acabaron las vacaciones, se acabaron los días de asueto, se acabaron los días de “no hacer nada” y, de cabeza, a la bendita rutina. Vamos a dejarlo en rutina, lo de bendita no sé a quién se le ocurrió.

Que eso, que mu bien el merecido descanso, que mu bien la playita y todo lo que eso conlleva. Pero por cuestiones de genes, de lo saborio  que puedo  llegar a ser, y de quejarme por naturaleza, hoy toca protestar.

 Vamos por parte. Yo soy un ferviente defensor de la Madre Naturaleza. El medio ambiente, mejor el ambiente entero (no confundir con “de ambiente”, que lo he consultado en el diccionario de la RAE, ¿vale?), hay que mantenerlo, cuidarlo, preservarlo para las próximas generaciones  y de camino hacernos la vida un poco más natural, placentera y… bueno, to eso.

Pero claro, tenemos la Ley de Costas. ¿Qué no sabes lo que es? Atención al cortaypega investigado en mi extensa biblioteca:

Hasta 2013 ha estado vigente la Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas, que derogaba a la Ley de Costas de 26 de abril de 1969, y estaba desarrollada en el Reglamento de la Ley de Costas, aprobado en Real Decreto 1471/1989 de 1 de diciembre de 1989. Esta ley fue modificada por la Ley 2/2013, de 29 de mayo, de protección y uso sostenible del litoral y de modificación de la Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas, actualmente en vigor.”

O sea, en resumen, que a nosecuantos metros, tierra a dentro del litoral marítimo, a partir del sitio donde las olas se paran y vuelven otra vez pa  la mar, no puede haber construcciones fijas, edificios y cosas por el estilo.

Entonces, tú estás en las costas onubenses, con tu parienta, con tu sombrilla, con tu sillita comprada en el chino del barrio, tus gafas de sol para que no te moleste el Lorenzo y de camino poder admirar el paisaje veraniego, bien pertrechado como manda los cánones, pero… ¡falta algo!

¡¿Dónde está el chiringuito?!

Después de años convenciendo a la madre de tus hijos para que no vayamos a la playa como dos sherpas himalayos (bueno, en realidad un sherpa, yo. Ella con su pareo, una esterilla, una gorrita del declatón, el bikini, una toalla de las grandes  y poco más, va de lujo), ahora resulta que el único chiringuito que queda está donde aparcamos el coche. Más o menos en el quinto pino o el sexto, en Mazagón hay muchos pinos.

No te lleves nada de comer, nos acercamos al chiringo y nos tomamos algo. Un día es un día y una semana es una semana. Venga, no te líes en la cocina, si con cualquier tapita estamos apañaos.

Esto fue lo que le decía a la que me aguanta a diario, pero es que ahora ¡no hay chiringuitos! Esos templos culinarios donde te comías un plato de paella que de paella solo tenía el nombre. O una ración de almejas a la marinera. O un espeto de sardinas. O unos calamares fritos. O una jartá  de viandas veraniegas. Por supuesto todas estas viandas acompañadas de un tintito de verano o, como en mi caso y por prescripción facultativa, una cervecita bien fresquita. Esos grandes protectores solares que hacían que volvieras de las vacaciones igual de blanco que en Navidad porque no te movías de su sombrajo.

Ahora no, ahora el chiringuito no está a pie de playa, está una jartá de lejos y encima parecen gastrobares. Como te descuides te aparece Ferran Adriá y te pone un miniplato con una “decostrución de atún barbateño, acompañado de ortiguillas marinadas al pilpí con salsa  azerbaijana y brotes de espuna de mar”. Eso si, presentado en una tapadera de bote de mayonesa y con un precio como si pagaras la suscripción  al Nefli  para el resto de tu vida.

Algo tienen bueno esto “nuevos” establecimientos, la noche. Ojú que lujo, como han cambiado.  Si tuvieran camas balinesas me haría un selfi  y lo subiría al feisu. Un poco de postureo no viene mal, y si tú no puedes, te aguantas.

La música regular. Mucho Rosalía pero nada de Status Quo ni de Los Chichos. ¿Y las copas? Tres días me costó explicarle a la morena de la barra que un gintonic es hielo, ginebra y tónica. Al final lo aprendió.

Bueno, que al final, como no tenía a mano el chiringuito, volvimos a lo clásico: Nevera azul, filetes empanados, tortilla sin cebolla, un poquito de patatas aliñadas, una botella de tinto, otra de casera y volver de vacaciones moreno moreno. Todo por no andar trescientos metros hasta el establecimiento de bebidas a pie de playa.

Ahora la foto:




La he encontrado en la red. A la playa no me llevo la réflex porque no tengo. El móvil no sirve de , no veo bien la pantalla y si hago una foto al final me aparece la vecina de sombrilla que, por cierto, era teutona.




¡¡ Llevátelo a papel !!

14 comentarios:

  1. Lo de los chiringuitos es un drama. :). Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un culebrón, como dice mi amigo venezolano. Pero siempre nos quedará la nevera azul.
      Un besote.

      Eliminar
  2. Quillo... qué pechá de reír!!!!.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, si yo también me río. Si hasta he hecho biceps estos días. ¡No pesa la neverita azul!.

      Eliminar
  3. Como dice Tracy, me he hartado de reír, porque tener tienes toda la razón pero tal y como lo cuentas aunque no la tuvieras te la daba. Yo que no llevo ni silla si no hay chiringuito no voy a la playa. Abrazucos resalaó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que estamos perdiendo la esencia de las tradiciones. Nada, todo sea por el medio ambiente.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Naranjito:
    me alegra saber que has disfrutado de la playa pero me entristece que no tengas aún la réflex...
    ¿Chiringuitos de playa? Calla, calla. Media hora para que te atiendan, un segundo para que te claven, cervezas que se ponen calentujas en dos segundos y gracias si no se cuela arenilla en el botellín... ¡Cuánto mejor una nevera!
    Salu2.
    Ya me pongo al día poco a poco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y los de la mesa de al lado. Y el niño dando por saco con el frigodedo. Y el camarero que no te trae tu plato. Y la cola esperando que termines y te levantes. Nada, volveremos a la nevera. Azul, por supuesto.

      Eliminar
  5. jajajaaj me parto!!! Llevas toda la razón, Aquí en Levante los chiringuitos que hay a pie de playa son de copeo, por el día bueno, pero por la noche la marcha es alucinante, y como bien dices.... de día te queda los gastrobares... menos mal que nosotros pasamos poco tiempo en la playa (cuando vamos a bañarnos), que cuando vamos de paseo si que visitamos de noche esos sitios para cenar. Feliz vuelta a la bendita rutina

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro, como tu tienes la playita a tiro de piedra. Pero nosotros, los sevillanos, la mas cercana la tenemos a 100 km. Y encima te encuentras con todo el mundo.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Pues para la próxima se viene usted, con la "family" por supuesto, a mi Málaga de mi alma y prueban.
    Yo no soy muy de playa... suele estar el agua fria y la arena demasiado caliente, hay piedras en la orilla(al menos donde yo puedo ir) y pareces patizambo cada vez que te quieres dar un refrescón, la arena esta hirviendo que te cagas y la dichosa ducha tan en el quinto carajo que cuando vas te quemas y cuando vuelves estas igual de sudando que cuando fuiste, si no te pones protector terminas pareciéndote a un salmonete y si te lo pones pues a una croqueta porque todo el que pasa por ese tramo estrechito que dejamos entre sombrilla y sombrilla.. sillas, mesas, toldo, neveras, flotadores, toallas, y por el que pasa hasta el tato...todos... ninguno tiene cuidado de no echarte arena. Tú... que te has ido sólo con tu pareo que te sirve de toalla y las llaves de casa enganchadas en el cuello por no llevar nada que estorbe.
    Pero es mi Málaga... con un ciringuito cada cien metros como mucho y todos tienen una barquita con ascuas dispuesta para espetar sardinas,o lo que quiera, que ninguno queda lejos y que, como hay tantos no hay que esperar cola y el tinto de verano va con hielo para que esté fresquito, y la cervecita, Cruzcampo... es que a mi no me interesa otra. Y la paella? se vienen ustedes a donde trabajo yo, que no está a pie de playa... lo siento... pero que me vuela de rica que está.
    El año que viene... a Málaga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Varias cosas: apuntado lo del año que viene a Málaga. Lo de la Cruzcampo.. ¡¡¡por favor!!!.Lo de las barquitas con los espetos eso, eso, eso es un lujo y encima te llenas los deos de pringue, vamos, un manjar para los sentidos, apuntao también, Lo de las playas de chinos, bueno a mi me gusta más con arena finita pero con unas buenas chanclas solucionao.
      Pero la nevera azul me la llevo.
      Un besote, Maile.

      Eliminar
  7. Un artículo muy gracioso, Naranja.
    Debo decirle que lo suyo fue una rutina (cómica) de vacaciones, algo que le ocurre a varios de los mortales... me sentí muy identificado.

    Por acá no los llamamos chiringuito, sino "parador", pero la situación veraniega es tal cual. Lo saludo emponchado, desde el frío invernal y la rutina más cruel.

    abrazo grande!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A ver, por estos lares un parador es otra cosa, pero, más o menos el tema playeril lo llevamos al unísono. O sea, que tu también vas cargado.
      Estáis en primavera ¿no? ¿joé que envidia!
      Un abrazo

      Eliminar