Hacía días que se le veía solo y
triste. Se sentaba en un banco en la plaza del pueblo y no hablaba con nadie.
Todos lo conocían pero no se acercaban a hablar con él. La mirada perdida, ojos
lagrimosos y el cuerpo cada vez más encorvado.
En otra época fue una de las
personas más importantes, respetadas y queridas. Empezó a trabajar con catorce
años y cuando su padre, maestro y antecesor en el cargo falleció, él pasó a
formar parte de los empleados del ayuntamiento, heredando de alguna manera una
profesión que en este municipio se transmitía de padres a hijos.
Veinticuatro horas, todos y cada
uno de los días del año. No importaba el momento ni la ocasión, siempre
dispuesto. Solucionaba problemas y la gente se lo agradecía con el corazón. –
He hablado con los familiares de los vecinos
de tu madre y me han dicho que no volverá a ocurrir. Gracias Manué. –Los papeles
para el cambio ya lo tenéis en la oficina de la alcaldesa. Gracias Manué. –No te
preocupes, te dejo las llaves en la hornacina de la entrada y tú
entras cuando quieras para arreglar lo de tu abuelo. Gracias Manué. – Yo me encargo de tenerlo encalado para el
aniversario. Gracias Manué.
Esta puñetera crisis también llego
al pueblo. Aún recordaba las palabras de la alcaldesa el día que le comunicó su
prejubilación.
-Mire usted Manué, como bien
sabrá, la anterior corporación efectuó una serie de gastos inútiles con el
dinero que recibió para el progreso de
la comarca. Ahora este equipo municipal
tiene el deber y la obligación de rentabilizar esas inversiones. En base
a esta rentabilización y después de un exhaustivo estudio, no vemos en la
necesidad de prescindir de algunos servicios que presta el ayuntamiento. Como también
usted sabrá la mentalidad y los habitos de nuestros vecinos, así como la
calidad de vida y longevidad de los mismos, han cambiado mucho de un tiempo a
esta parte. Usted lo sabe, Manué, cada vez fallecen menos vecinos y los que lo
hacen, sus familiares deciden incinerarlos. Cosas del adelanto. Tenemos que
capitalizar el horno crematorio y es por lo que hemos decidido suprimir la
figura del enterrador. ¡Pero no me mire usted así, el horno lo compró el anterior
alcalde!
Manué se acerca de vez en cuando,
si su tristeza se lo permite, a su viejo lugar de trabajo. A las afuera del
pueblo, en la vieja carretera que lleva hacia el naranjal que en las noches de
primavera perfumaba de azahar el camposanto, está el nuevo edificio. De piedra
de granito gris, nada de tapias encaladas y adornadas de hiedra.
Pero lo que más le duele a Manué,
más que su repentina jubilación, más que la gente no se quiera enterrar, es la
placa metálica, con el logotipo de la norma ISO 9001, que reza en un costado
del horno crematorio:
Topf & Sohne
Erfurt (Deutschland)
Ahí sigue Manué, en la plaza del
pueblo, solo y triste, acordándose de la mentalidad europea, de la tecnología
alemana, de la Merkel, de la crisis, de los alcaldes modernos, esperando que
por lo menos, la madre que los parió a todos, tenga
sus huesos en un buen nicho como Dios manda.
la merkel nos está jodiendo a todos
ResponderEliminar¿Solo la Merkel? Anda que no hay políticos por aqui que se merecen una patadita en ciertas partes, pero para hecharlos del sillón.
EliminarUn abrazo.
Naranjito, como siempre de arte, lo haz clavao.Encima el hornito tenía que ser alemán.Un abrazo amigo.
ResponderEliminarPaco, encima tenemos que comprar su tecnología.
EliminarOtro abrazo para ti.
Ay, Naranjito, es que no podemos ni respirar por si se les da por recortar el volumen de aire que consumimos..."dita" crisis (como ellos la llaman). Pobre Manué, si es que no hay paz ni para los que ya no tienen miedo a la crisis.
ResponderEliminarMe encanta el reencuentro de tu página, mil besos.
Un placer Susana, hasta los sepultureros se quedan sin curro.
EliminarUn beso.
La crisis lo está cambiando todo y para peor, de pena...
ResponderEliminarAl final todo acabaremos más quemados de lo que ya estamos.
Esperemos que sea en un horno de picón, por lo menos es de la tierra.
EliminarUn estrechón de manos.
Como le ocurre a Manuel, no es solo la maldita Crisis.
ResponderEliminarEs las secuelas que va dejando.
Un Cordial saludos Naranjito, de tu amigo manolo
Gracias D. Manuel por la visita. Al menos a Manué le quedaba la pensión, de momento.
EliminarUn abrazo.
Joé, me ha llegado. Muy bien escrita, sí señor. Y por desgracia muy cierta.
ResponderEliminarHola Pater, gracias por los alagos. Es solo una pequeña muestra de las consecuencia de los requeterrecortes.
EliminarUn abrazo.
Qué triste historia la de Manué, y cuantos miles de ellos deben estar en una situación parecida... Y lo peor de todo es la insensibilidad de los gobiernos para hacerse cargo del desastre que están haciendo. Allí está el pueblo de España, tan indignado como el pueblo de Argentina. Alguna vez las voces que se levantan deberán ser escuchadas.
ResponderEliminarTu relato, mi querido ammigo, es tan impecable como siempre, hay arte en tu pluma, palabra:)
Es un gran placer volver a pasar por esta, tu casa. Espero que el tiempo (y la vida) me den la oportunidad de seguir haciéndolo.
Un cariño enoooooooorme!!
Liliana, el placer es mio cada vez que te veo por la Bodeguita. El tiempo y la vida te deben mucho, aprovechate.
EliminarEl pueblo argentino y el español tienen muchas cosas en común a parte del idioma.
Un beso mi querida Liliana.
Muy bueno el comentario tuyo amigo
ResponderEliminarUn saludo muy cordial y todo esto pasara
Vicente, seguro que pasará y espero que pronto, no sea que me toque a mi lo de la prejubilación años antes que me corresponda.
EliminarUn saludo.
Naranjito:
ResponderEliminar¡Por lo menos que tenga una pensión digna para vivir, que se la merece!
Salu2 vivificantes.
Dyhego, tendríamos que especificar lo de "pensión digna" despues de tantos años dedicado en cuerpo y alma a sus muertos.
EliminarUn abrazo.
Es una pena que estemos llegando a estos extremos. Muchos Manués están pasando por lo mismo, y yo, particularmente, sufro con ellos.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Verdial, Manué es simplemente una muestra de la situación. Por lo menos a él le queda su "paguita".
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