Entro por el portal y me encuentro de sopetón con un cartelito mu simpático que dice, más o menos, que
cortarán los ascensores durante una jartá
de tiempo con motivo de fumigar el hueco de los mismos, que ya va tocando. Po eso, que nada más que entro en casa,
me falta tiempo para comentárselo a mi sufridora.
-¿Cuándo? -Me inquiere ella
clavando sus pupilas azules en mis pupilas marroncitas.
-Pues este viernes, desde las
20:00 hasta las 09:00 del sábado sabadete.
-¿Desde las ocho de la tarde
hasta las nueve de la mañana? –Me contesta ella demostrándome que sabe traducir
el formato horario 24H al formato de las personas normales. -¿Y el viernes? ¿El
único día que quedo con mis amigas y despejarme un poco? ¿Qué pasa? ¿No pueden
parar un ascensor y al día siguiente el otro? ¡Que para eso tenemos dos
ascensores!
-Es que me han dicho que ambos
huecos se comunican y tienen que aprovechar para que las cucarachas…
Craso, enorme, burdo, inexcusable
y garrafal error por mi parte. Es que es nombrarle a mi parienta esos insectos
hemimetábolos paurometábolos de cuerpo aplanado que los frikis de los bichos
conocen con blatta orientalis, y se convierte en otro ser. Escalofríos, repelús,
mosqueos, enfados, falta de apetito, asco y paro de contar. Vamos, que no
puede, que es superior a ella, que ni se las menciones. Así que continuo con la
historia sin mencionar a las cucas.
A día siguiente, en el curro, se
lo comento a un compañero.
-¿Cuál es el problema?
-Joé, que vivo en un octavo.
Diez minutos se llevó riéndose y
diciendo eso de ¡qué putada jajaja!
Foto de un servidor |
Nada, que llega el viernes
“negro”. Y como era verano y en la cálida Sevilla salir a la calle antes del
lubricán es de personas insensatas y encima las sillas de las terrazas de los
bares están más calientes que el aceite de una freiduría de pescaito frito, esperamos a una hora
prudencial. Mientras mi cónyuge se acicalaba, algo sencillito, elegante, como
siempre, yo le eché valor y tiré escaleras abajo.
Justo en el portal me encontré
con el señor ascensorista.
-Valla tela quillo, mira que cortar los ascensores un viernes.
-A mí no me digas nada, se lo
dices al fumigador que ahora viene. ¿Qué problema tienes?
-Joé, que vivo en el octavo.
Esta vez fueron cinco minutos
riéndose, pero lo de ¡qué putada jajaja! sí que me lo dejó claro.
En esto que llega el matabichos y
el grasioso del nota
del ascensor le faltó tiempo para indicarme que este era el responsable.
-Mira es bueno que periódicamente
se fumiguen los huecos de los ascensores porque es por ahí por donde pueden
subir los insectos y…
-No no, si eso está muy bien
–contesté raudo y veloz- todo lo que sea higiene zoosanitaria nunca está de
más. Lo que pasa que yo soy él del octavo.
-¡Ostia! ¡Qué putada! ¡jajaja! ¡Sin
ascensor hasta mañana por la mañana!
Ná, dos minutos de risas, más o menos.
Mi parienta bajó como pudo, no
por cansancio ni por esfuerzo, sino por el miedo cerval a los bichos
innombrables. La verdad que una vez sentados bajo las estrellas de la noche
sevillana, mejor, sentadas las féminas bajo las estrellas de la noche sevillana y los
tíos de pie, en la ventana del bar solucionando los problemas del país
(entiéndase hablando de furbo, caló y de ¿a ti cuando te toca pasar la iteuve?) pasamos una velada muy
entretenida, fresquita y agradable. Pero llegaba la hora de regresar a casa no
sea que los churumbeles llegasen antes que nosotros y las buenas costumbres hay
que conservarlas.
Paseando tranquilamente y
disfrutando de la suave brisa que corre por las noches de final de Julio en
esta bendita ciudad (entiéndase por suave, ná
de ná) nos encontramos con una pareja vecina acompañada por su pequeñín.
Aunque no venga a cuento diré que el niño de nuestros vecinos llevaba una
camiseta con trece barras que le hacía juego con sus ojos verde. Esto último es
una licencia que me he tomado y algunos lo entenderá, vamos que mi vecinillo
llevaba la camiseta del Betis. Bien, vecino, bien.
Mientras charlábamos
amigablemente nos acercábamos a nuestro bloque. Lógicamente el tema de
conversación era la putada de los ascensores. Yo estaba callado, cosa
extrañísima en mí, pero conforme nos acercábamos al portal notaba que mi
sonrisa iba in crescendo. Abrimos la puerta y poquito a poco fuimos subiendo
los pisos, desde el bajo hasta el octavo. Cuando llegamos a nuestra planta yo
ya no sonreía, simplemente me reía con esa risita irónica y satírica que se nos
escapa en alguna que otra ocasión.
-Bueno, vecino que descanséis, que vivir en el noveno ¡en el noveno! y sin
ascensor es una putada, jajaja
Sobre la foto:
Lógicamente la he hecho con el
móvil, pa que voy a par
explicaciones. Ha salido un poco movida porque mi sufridora se llevó una temporaita mirando por todos lados y
cada vez que escuchaba un ruido raro miraba como una posesa. Cuando hice la
foto íbamos en el ascensor ¿y como queréis que enfoque si tengo a mi parienta
agarrada a mí brazo porque ha escuchado un pequeño ruido en el tubo
fluorescente del techo?
Sí es una putadita, yo vivo en un tercero con entreplanta, osea que es como un cuarto. Pero mi suegra vivía en un séptimo y sé lo bien que se pasa, llegas con disnea
ResponderEliminarY peor es quedarse encerrado y que te tengan que sacar los de la manguera por fallo eléctrico, como les pasó a mis dos hijas que se rompieron hasta las medias.
Ja,ja.
Qué historias.
Y no te digo nada de bajar, en una mudanza, un frigorífico que no cabe en el ascensor. No veas como terminé.Y no cabía por cinco centímetros.
EliminarAl final va a ser que el tamaño importa.
Un abrazo.
Pos eso, peor el noveno que el octavo. ¿Dónde va a parar? jajajajajajaja
ResponderEliminarBesos, Naranjito!!
Pues no te digo ná del vecino del primero, ese mamón si que se reía.
EliminarUn besote.
y yo me quejo de vivir en el 4º
ResponderEliminarHay que ver el lado positivo, seguro que tienes más vecinos de los reírte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ojú Naranjito, que putada!!! jijijijijijiji. ¿Y lo bien que te vino para darle juego al esqueleto y la musculatura?
ResponderEliminarUn abrazo
No, si el caso es que ese día hice más ejercicios que toda la semana anterior.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminar¡Ay, Naranjito, eso es toda una penitencia! ¡Ofú!
Nosotros vivimos en un 2º, (hay que ser precavidos), jaaaaaaaaaa...
¿Agujetas? no, que me he caido, jeeeeeeeeeeUn abrazete, salao.
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