jueves, 11 de enero de 2018

El que se ríe del último...


Entro por el portal  y me encuentro de sopetón con un cartelito mu simpático que dice, más o menos, que cortarán los ascensores durante una jartá de tiempo con motivo de fumigar el hueco de los mismos, que ya va tocando. Po eso, que nada más que entro en casa, me falta tiempo para comentárselo a mi sufridora.

-¿Cuándo? -Me inquiere ella clavando sus pupilas azules en mis pupilas marroncitas.

-Pues este viernes, desde las 20:00 hasta las 09:00 del sábado sabadete.

-¿Desde las ocho de la tarde hasta las nueve de la mañana? –Me contesta ella demostrándome que sabe traducir el formato horario 24H al formato de las personas normales. -¿Y el viernes? ¿El único día que quedo con mis amigas y despejarme un poco? ¿Qué pasa? ¿No pueden parar un ascensor y al día siguiente el otro? ¡Que para eso tenemos dos ascensores!

-Es que me han dicho que ambos huecos se comunican y tienen que aprovechar para que las cucarachas…

Craso, enorme, burdo, inexcusable y garrafal error por mi parte. Es que es nombrarle a mi parienta esos insectos hemimetábolos paurometábolos de cuerpo aplanado que los frikis de los bichos conocen con blatta orientalis, y  se convierte en otro ser. Escalofríos, repelús, mosqueos, enfados, falta de apetito, asco y paro de contar. Vamos, que no puede, que es superior a ella, que ni se las menciones. Así que continuo con la historia sin mencionar a las cucas.

A día siguiente, en el curro, se lo comento a un compañero.

-¿Cuál es el problema?

-Joé, que vivo en un octavo.

Diez minutos se llevó riéndose y diciendo eso de ¡qué putada jajaja!


Foto de un servidor

Nada, que llega el viernes “negro”. Y como era verano y en la cálida Sevilla salir a la calle antes del lubricán es de personas insensatas y encima las sillas de las terrazas de los bares están más calientes que el aceite de una freiduría de pescaito frito, esperamos a una hora prudencial. Mientras mi cónyuge se acicalaba, algo sencillito, elegante, como siempre, yo le eché valor y tiré escaleras abajo.

Justo en el portal me encontré con el señor ascensorista.

-Valla tela quillo, mira que cortar los ascensores un viernes.

-A mí no me digas nada, se lo dices al fumigador que ahora viene. ¿Qué problema tienes?

-Joé, que vivo en el octavo.

Esta vez fueron cinco minutos riéndose, pero lo de ¡qué putada jajaja! sí que me lo dejó claro.

En esto que llega el matabichos y el grasioso  del nota del ascensor le faltó tiempo para indicarme que este era el responsable.

-Mira es bueno que periódicamente se fumiguen los huecos de los ascensores porque es por ahí por donde pueden subir los insectos y…

-No no, si eso está muy bien –contesté raudo y veloz- todo lo que sea higiene zoosanitaria nunca está de más. Lo que pasa que yo soy él del octavo.

-¡Ostia! ¡Qué putada! ¡jajaja! ¡Sin ascensor hasta mañana por la mañana!

, dos minutos de risas, más o menos.

Mi parienta bajó como pudo, no por cansancio ni por esfuerzo, sino por el miedo cerval a los bichos innombrables. La verdad que una vez sentados  bajo las estrellas de la noche sevillana, mejor, sentadas las féminas  bajo las estrellas de la noche sevillana y los tíos de pie, en la ventana del bar solucionando los problemas del país (entiéndase hablando de furbo, caló y de ¿a ti cuando te toca pasar la iteuve?) pasamos una velada muy entretenida, fresquita y agradable. Pero llegaba la hora de regresar a casa no sea que los churumbeles llegasen antes que nosotros y las buenas costumbres hay que conservarlas.

Paseando tranquilamente y disfrutando de la suave brisa que corre por las noches de final de Julio en esta bendita ciudad (entiéndase por suave, ná de ná) nos encontramos con una pareja vecina acompañada por su pequeñín. Aunque no venga a cuento diré que el niño de nuestros vecinos llevaba una camiseta con trece barras que le hacía juego con sus ojos verde. Esto último es una licencia que me he tomado y algunos lo entenderá, vamos que mi vecinillo llevaba la camiseta del Betis. Bien, vecino, bien.

Mientras charlábamos amigablemente nos acercábamos a nuestro bloque. Lógicamente el tema de conversación era la putada de los ascensores. Yo estaba callado, cosa extrañísima en mí, pero conforme nos acercábamos al portal notaba que mi sonrisa iba in crescendo. Abrimos la puerta y poquito a poco fuimos subiendo los pisos, desde el bajo hasta el octavo. Cuando llegamos a nuestra planta yo ya no sonreía, simplemente me reía con esa risita irónica y satírica que se nos escapa en alguna que otra ocasión.

-Bueno, vecino  que descanséis, que vivir en el noveno ¡en el noveno! y sin ascensor es una putada, jajaja



Sobre la foto:

Lógicamente la he hecho con el móvil, pa que voy a par explicaciones. Ha salido un poco movida porque mi sufridora se llevó una temporaita mirando por todos lados y cada vez que escuchaba un ruido raro miraba como una posesa. Cuando hice la foto íbamos en el ascensor ¿y como queréis que enfoque si tengo a mi parienta agarrada a mí brazo porque ha escuchado un pequeño ruido en el tubo fluorescente del techo?





¡¡ Llevátelo a papel !!

10 comentarios:

  1. Sí es una putadita, yo vivo en un tercero con entreplanta, osea que es como un cuarto. Pero mi suegra vivía en un séptimo y sé lo bien que se pasa, llegas con disnea
    Y peor es quedarse encerrado y que te tengan que sacar los de la manguera por fallo eléctrico, como les pasó a mis dos hijas que se rompieron hasta las medias.
    Ja,ja.
    Qué historias.

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    1. Y no te digo nada de bajar, en una mudanza, un frigorífico que no cabe en el ascensor. No veas como terminé.Y no cabía por cinco centímetros.
      Al final va a ser que el tamaño importa.
      Un abrazo.

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  2. Pos eso, peor el noveno que el octavo. ¿Dónde va a parar? jajajajajajaja

    Besos, Naranjito!!

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    1. Pues no te digo ná del vecino del primero, ese mamón si que se reía.
      Un besote.

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  3. Hay que ver el lado positivo, seguro que tienes más vecinos de los reírte.
    Un abrazo.

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  4. Ojú Naranjito, que putada!!! jijijijijijiji. ¿Y lo bien que te vino para darle juego al esqueleto y la musculatura?

    Un abrazo

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    1. No, si el caso es que ese día hice más ejercicios que toda la semana anterior.
      Un abrazo.

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  5. ¡Ay, Naranjito, eso es toda una penitencia! ¡Ofú!

    Nosotros vivimos en un 2º, (hay que ser precavidos), jaaaaaaaaaa...

    ¿Agujetas? no, que me he caido, jeeeeeeeeeeUn abrazete, salao.

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