El grupo de mirmidones
llegó cuando el Sol empezaba a terminar su periplo y se ocultaba tras las
suaves colinas de poniente. Descabalgados de sus monturas, que por fin
descansaban de la dura jornada de correrías, se sentaron en la escalinata del
templo y prestos, desabrocharon los barbuquejos de sus cascos plateados que
depositaron junto a ellos. Se secaron el
sudor de la frente con sus quitones oscuros y estiraron las piernas ocupando
los pocos escalones que daban acceso al templo.
Sacaron de sus zurrones los brebajes que habían dejado sin
tomar durante el día y, poco a poco, gracias al efecto de la espiritualidad de
las bebidas, sus conversaciones pasaron de recodar sus últimas correrías a alabar
los logros de su admirado líder, el joven, aguerrido y rubio Aquiles, al que
esperaban con ansias.
Cuando la Luna comenzó a despuntar por las copas de los
árboles llegó su líder. En esta ocasión venía acompañado de una princesa
troyana vestida con un cortísimo peplo de color azul que dejaba al aire el
tatuaje tribal que marcaba su espalda. Aquiles saludó a sus adeptos estrechando
las manos y juntando su hombro derecho contra los homónimos de cada uno
de ellos. La princesa troyana le dio a cada uno un casto beso en las
mejillas y acepto un trago de la bebida que le ofreció el más jovén de los aguerridos
mirmidones.
Acobijados bajo el peristilo de la edificación, y ocupando
toda la entrada a la cella, comenzaron con sus historias, alzando la voz cada
vez más fuerte. Todo giraba en torno a su paladín y el conflicto paterno que
mantenía con Peleo, su progenitor. Este, día atrás, le había confiscado su
caballo, su amado caballo, después que los soldados de la polis
le avisara de los abusos que hacía el joven Aquiles con su
cabalgadura, amparado en su leyenda
personal y su holganza guerrera.
Cuando la diosa Selene ya resplandecía con todo su esplendor
en lo alto de la bóveda celeste, desde lo alto de frontis se oyó la voz de una
de las guardianas del templo, la abuela Remedios:
-¡Oye! ¡Ya está bien! ¿No? ¿Es que no hay otro portal en la
calle? ¿Por qué no os vais a vuestra casa a dar porculo? Que la gente queremos descansar. Y tú, rubio, que ya nos
hemos enterado que tu padre te ha castigado sin moto. Antes lo tendría que
haber hecho. Y las motos las quitáis de la entrada ¡coño! Y tú, niña, como
mañana vea a tu madre se va a enterar, que la conozco. Venga, iros a otro
portal a dar porsaco y las latas
vacías del redbul las tiráis a la
papelera que mañana las tenemos que recoger nosotras.
Entrada sin mirmidones, sin Aquiles y sin princesas troyanas |
¡¡ Llevátelo a papel !!
¡Vaya dominio del griego! me ha gustado mucho tu parrafada y me has hecho reír, veo que tambien dominas el argot de doña Remedios. Genial de verdad
ResponderEliminarjajajaaj no hay como entrar por aquí para echarse unas risas...
ResponderEliminarEster:
ResponderEliminarDomino mejor el lenguaje "normal" de Remedios. Lo que pasa es que ella se atreve a echar a los mirmigones del portal
Abrazos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaria Eugenia:
ResponderEliminarLa vida hay que tomársela con un poquito de humor, sino sería muy aburrida.
Abrazos
Anda que... Remedios se tenía que llamar... !!
ResponderEliminarPobre Aquiles, tan rubio y a la luz de Selene ni siquiera ha podido fumarse un cigarro...
He traducido tantas veces el griego que me gusta hasta su queso feta.
Salud y risas.
Airblue:
ResponderEliminarLo de que se llame Remedios es pura casualidad ;).
Joroña que joroña esta cuadrilla aposentan su traseros en los escalones, pero ese día el mirmigón encargado de los cigarritos de la risa no se presentó.
Saludos.
Los mirmidones andan por todos lados, basta observar los rastros de redbul (por estos lares suelen consumir Speed, que parece crecer de los árboles).
ResponderEliminarEstaré atento cuando salga de mi casa (y más hoy que es viernes), pues la entrada a mi templo no es tan amplia como esa doble hoja y puedo caer en una emboscada.
Tendremos que conocer cuál es su talón.
Me gusta esta bodega, tiene cosas interesantes.
Abrazo!
Frodo:
ResponderEliminarMuchas gracias Frodo, a lo mejor con un poquillo de eso que llaman educación, se resuelve el problemas. Si no, siempre estarán personas como Remedios para poner a estos notas en su sitio.
Un abrazo.