Todos los días, antes, durante y
posteriormente a los aplausos de las ocho de la tarde, me acuerdo de mi prima
Angustias.
Es auxiliar de enfermería. Si los
médicos y médicas, enfermeras y enfermeros, celadores y celadoras, y el resto
de personal sanitario, incluyendo personal de limpieza, de vigilancia, de
administración y un largo etcétera, son
primera línea de batalla en esta guerra que tenemos hoy, los, y sobre todo las
auxiliares, no es que sean la primera
línea, no, ellas está donde caen las bombas, en las trincheras, en la
vanguardia y en la retaguardia.
Ella, mi prima Angustias, comenzó
su andadura en residencias de mayores por la Sierra Norte de Sevilla. Continuó
muy cerquita de mi barrio, en el antiguo hospital psiquiátrico Miraflores con
sus “viejecitos” y sus niños con necesidades especiales, muy especiales. Poco a
poco fue cogiendo experiencia lo que le llevó a pasar al Hospital Universitario
Virgen del Rocío.
En este Hospital Público, pasó
por lo más granado de los departamentos. A saber: Hospital Infantil, oncología
en el Hospital de la Mujer, urgencias, quirófanos, traumatología, quirófano de
traumatología, UVI, UCI, unidad de quemados. Lo dicho, lo más selecto, lo más
cañero, siempre al pie del cañón.
Al cabo de los años consiguió
cambiar de hospital y la destinaron a la quinta planta de Hospital
Universitario Virgen Macarena. Ahora estaba un pelín más tranquilita. Ya podía
apuntarse en la Facultad de Medicina, que está justito al lado, para cursar
estudios de enfermería. No es que sea una chavalita, pero su afán de progresar
le lleva a seguir formándose. No consiguió plaza pero, qué más da, el año que
viene seguro que la consigue.
En la quinta, en otorrinolaringología, parecía
que la cosa estaba un poquito más
tranquila. Oído, nariz y garganta, vale, no es el estrés de una UCI de quemados, o trauma, o
urgencias, pero también tiene sus “cosillas”.
¿He dicho que en la quinta planta?
Sí, junto al ala que estaba preparada para recibir enfermos de infecciones
“raras”. Èbola, gripe aviar, gripes de las malas y todas las enfermedades raras e infecciosas
que podemos prever. Y ahora el COVID19, con este no contábamos.
Cuatro alas o zonas. Una con los contagiados confirmados. Dos con los
posibles. Y otra, la de mi prima, la que era de otorrino, ahora convertida en
zona de estambay. Por si la cosa se complica. Y la cosa se complicó hace
tiempo. Y el ala prevista por si acaso la
cosa se complica, a tope. En la zona de posibles contagiados, no están ni veinticuatro
horas pues pasan directamente a la zona de “que sí, que si” que lo cogiste.
¿Y cómo trabajan? Sin parar, sin
apenas descansar, sin rutina. Sí, sin rutina, en los hospitales no hay rutina. Es lo habitual en un hospital si es que en
los hospitales hay algo habitual. Es una lucha constante contra reloj y contra
todo.
Mi prima me cuenta lo sucinto. Le
digo que me mande fotos con los EPIs y no tiene tiempo para hacerlas. Y eso que
sus jefes les piden que muestren en las redes sociales las condiciones de
trabajo. Pero que no, que no tienen tiempo, que me llama el paciente de la 504.
Angustia siempre tiene una
sonrisa en la cara y siempre positiva. Lo de al mal tiempo buena cara lo decían
por ella. Cuando va al supermercado a comprar lo de toda una semana y va con
sus guantes y su mascarilla, todavía hay gente que la miran rara. ¡Anda que
exagerada! Seguro que piensan. Y ella lo que piensa es en eso de “si yo te
dijera donde y con quién trabajo”.
A mi prima no le falta el sentido
del humor. Ella y yo bromeamos conque a nosotros no nos pasará nada, que el
virus no aguanta en el aluminio y como nos gustan las latas de cervezas, pues
eso, inmunizados.
Pero cuando hablas con ella se le
nota, aunque siempre este sonriendo y bromeando, esa angustia como su nombre,
que reside en toda la gente de la sanidad. Los que de verdad lo viven y sienten
la dureza de la situación. Y nosotros, mientras tanto, mandándonos memes,
bromas y chascarrillos, yo el primero. Y
conforme va pasando los días se le nota más. Pero lo disimula, no exterioriza
la dureza de la situación.
Angustias trabaja esta noche.
Ahora seguro que estará descansando o, por lo menos intentándolo, porque le
espera un montón de horas al pie del cañón, a pie de cama, pendiente de
respiradores, de medicinas, de que el oxígeno no falte, de tener los guantes y
la mascarilla bien puestos para no contagiarse. Porque si esta gente cae,
caemos todos. Esta gente, las auxiliares de enfermería, que cuando estas en un hospital te solucionan más que el mismísimo director quirúrgico, que también, pero son ellas las que siempre están ahí.
Nada, que seguro que todos
tenemos una prima Angustias. Y por ella y todas y cada una de las auxiliares de
enfermería, esas con las que siempre puedes contar, va mi reconocimiento y mi gratitud.
Mi aplauso virtual y decirles que
yo me quedo en mi casa. Que me separo de la gente todo lo que puedo y que
aguantaré y resistiré lo que haga falta. Que me lavo las manos constantemente y
que nos hacen falta muchas Angustias para salir de esto.
Angustias |
¡¡ Llevátelo a papel !!
Todo nuestro sgradecimiento para los verdsderos héroes. Un beso
ResponderEliminarHay otros pero esta gente están metidos de lleno en el problema.
EliminarUn beso.
Los oftalmólogos, los pediatras, estomatólogos, todos han acudido a colaborar, y hacen falta mas, he oido a alguien decir que no tendremos suficientes vidas para darles las gracias a los sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad, bomberos, conductores, limpiadores... me dejo muchos pero hasta los que no menciono nos cuidan con dedicación. No olvidemos reconocerlo cuando todo acabe y reclamen mejoras laborales, mas personal y mejor salario. Un abrazuco
ResponderEliminarY encima ahora también tenemos a otro grupo de gente que sigue trabajando. Lo digo por mis compañeros que siguen a tres turnos y a tope para que no nos falten artículos de limpieza y, sobre todo, por mi hijo, que pudiendo trabajar desde casa, tiene que ir todos los día para que no nos falten bandejas de filetes de pollo en el frigo.
EliminarAbrazos.
Mi aplauso también para ella.
ResponderEliminarNi te imaginas lo que están haciendo y lo que se lo merecen.
EliminarSaludos.
Mucha fuerza para Angustias y todos los compañeros que están poniendo sus vidas en peligro para salvar las nuestras, ánimo Angustias y graciass mil gracias de corazón 😘😘😘😘💪💪💪💪
ResponderEliminarLo bueno es que todos estos mensajes y agradecimiento les llegan. Saben que estamos con ellas y ellos.
EliminarAbrazos
Tu prima Angustias, mi prima Eva, m amigo y casi primo Salvador, médico precisamente en el MACARENA, ellos son para mi ESPAÑA amigo Naranjito, no un trapo colgado en la terraza o una cintita de colores en la muñeca o en el cuello del polito, para después, como las ratas, salir huyendo para MALAGA que en MADRID está la cosa mu fea.
ResponderEliminarTodos tenemos gente muy cercana llamémosle Angustias, Eva o Salvador. Lo malo es que también tenemos capullos que no se quieren enterar del problema que tenemos y lo que puede durar con su aptitud.
EliminarUn abrazo.
Una auténtica heroína.
ResponderEliminarSalu2, Naranjito.
Afortunadamente tenemos mucha gente así. Los que hacen buena a la sanidad española son la gente que trabaja en ellas.
EliminarUn abrazo.
Tuve la suerte de conocer a tu prima Angustias hace un par de años,es amiga de mi esposa, una gran mujer siempre sonriente tal cual la describes,hazle llegar saludos y un fuerte abrazo de Francisco,de Caudete,Peluchin le resultará también familiar... jajaja.
ResponderEliminarCuidaros mucho y os envío mucho ánimo y fuerza para superar esto...
Muchas gracias en su nombre. Ya le he mandados los saludos de tu parte. Os manda muchos abrazos.
EliminarUn fuerte aplauso para ella y para todos los que trabajan en Sanidad. No a mí, que si bien trabajo en sanidad, sólo asisto a los que ponen el cuerpo y hago teletrabajo.
ResponderEliminarPero para todos mis compañeros médicos, enfermeros, auxiliares, técnicos, camilleros, administrativos, etc etc etc
¡clap clap clap clap!
Todos aportáis, algo. Nunca podremos agradecer lo que estáis haciendo.
EliminarUn abrazo y muchos aplausos.