viernes, 12 de junio de 2020

Café, tostada y periódico


—Hoy tenemos que estar rápidos que se esperan muchos clientes. Empieza el puente y la gente tiene ganas de playa.

 Antonio llevaba muchos años trabajando con su jefe en la cafetería de la estación y estaba acostumbrado a lidiar con multitudes que trasegaban a diario por el local. A esa hora de la mañana solo estaban desayunando maquinistas, limpiadoras, revisores y algún que otro trasnochado con pinta de haber dormido poco o nada.

Un hombre alto, bien peinado, vestido informal pero elegante, con una pequeña mochila colgada al hombro, entró en el local. Antes de que mediara palabra ya estaba Antonio pendiente de atenderlo.

—Caballero, buenos días ¿un cafelito con leche?

—Venga —respondió el señor de la mochila.

—De comer ¿le preparo una tostaita?

—Vale.

—¿Qué le pone?

—Yo suelo tomármela con mantequilla.

—Eso está hecho.

Mientras degustaba el desayuno, el hombre de la mochila se entretuvo en ojear un periódico que estaba encima del mostrador y que momentos antes había dejado un guardagujas. Una vez terminado de leer todos los titulares, recogió la mochila que había dejado en un taburete, se la colgó al hombro y se encaminó hacia la puerta.

Antes de salir al andén, escuchó la voz de Antonio.

—Caballero, no me ha abonado la consumición.

—¿Qué consumición le tengo que abonar?

—Pues el café y la tostada con mantequilla.

—A ver, yo he entrado en el bar buscado a un compañero que por cierto no está. Usted me ha preguntado que si quería café a lo que yo le he dicho que venga. Después  me ha dicho que si quería una tostada con mantequilla y yo le he contestado que vale. ¿Me puede decir que es lo que le he pedido? Creo que nada. Caballero, que pase usted un buen día, adiós.

Antonio notó como un calor le subía desde lo más dentro y se le quedaba en las mejillas dando un exagerado tono rojo chillón a los mofletes. Se giró para buscar la ayuda de su jefe y se lo encontró junto a la puerta de la cocina, doblado, con las manos en la barriga, con lágrimas en los ojos y riéndose a más no poder.

Historia cien por cien real ocurrida en la antigua estación de Cádiz o de San Bernardo. Desde aquél día, Antonio, después de un cordial saludo, siempre dice eso de.

—¿Qué va a pedir?


 

Las estaciones de tren dan para muchas historias. Gracias Ester por hacer de musa.


¡¡ Llevátelo a papel !!

35 comentarios:

  1. el camarero fue demasiado 'proactivo'. al preguntarle directamente "un café?" y "una tostada?", era más un ofrecimiento que una invitación a que el cliente indicara qué iba a pedir. hay que tener cuidado con las matices del lenguaje!! ;)

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    1. Lo mejor es esperar a ver que dice el otro. Y en las cafeterías, más.

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  2. Qué recuerdo me trae San Bernardo...!!

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    1. Y a mí. Sobre todo los viernes cuando llegaba de Cádiz de cumplir con mis obligaciones con la Armada.

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  3. ¿Qué deseaba, señor?
    Deseo tomar un café.
    Al instante lo tiene “usté”
    encima del mostrador.
    ¡Camarero! por favor:
    El café, ¿quiere cambiarme?
    pues me apetece tomarme
    una copa de licor…
    Cuestan lo mismo ambas cosas
    así que a mi me es igual,
    yo le preparo un coñac
    y a otra cosa, mariposa.
    ¡Quede con Dios!, camarero.
    ¡Muy buenas tardes!, señor;
    pero escuche, por favor;
    no me ha entregado el dinero.
    ¡Nada le debo yo!
    ¿Cómo que no? ¿Y el coñac?
    Me lo acaba de cambiar
    por el café que quitó.
    ¡Pero no pagó el café…
    que dice que le he quitado!
    Si tampoco lo he tomado,
    ¿Por qué me reclama “usté”?
    Lo publiqué en marzo ya ves que hay cierta similitud, te ha quedado genial y el detalle del dueño muerto de risa ha sido guay, gracias por decir que hago de musa, con ser amiga me siento contenta. Abrazucos

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    1. Que otra cosa iba a hacer que no fuera reírse. A mi me hacen lo del café y el coñac y seguro que encima le pongo una tostada. Un liante con clase.
      Abrazos, amiga.

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  4. Los hijos de puta simpáticos no dejan de ser hijos de puta.
    Un abrazo.

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    1. Bueno, peor los que son unos siesos y saboríos.
      Abrazos.

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  5. ¡Hola, Naranjito!
    Siempre hay uno como el de la mochila haciéndose el desentendido. Jijiji.
    Me voy a corriendo a prepararme un café y mis tostadas con mantequilla, ya me hiciste provocar con tu divertido relato.
    Un abrazo.

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    1. Ya van quedando menos, pero hay gente con arte hasta para gorronear.
      Abrazos.

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  6. No sabía que había sido una historia real... mira que lo he oído muchas veces, pero pensaba que era un chiste... Os habéis puesto de acuerdo Ester y tú hoy para hacernos la mañana divertida!!

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    1. Estación de San Bernardo antes de la Expo. Después se mudaron a una cafetería en un edificio de oficinas. Antonio y su jefe se jubilaron hace un par de años después de toda una vida juntos.

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  7. Jajaja. Hay que tener cuidado en cómo preguntar.
    Un abrazo.

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    1. Y medir muy mucho las palabras y más en un sitio con tanto trasiego.
      Abrazos.

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  8. Esa manera de atender al cliente es muy habitual, sobre todo si es ya conocido. Pero si entra un listillo, caradura y guasón, puede ocurrir que desayune gratis, porque ya sabes que somos el país de la picaresca.
    Me has hecho reír una vez más, amigo.
    Kisses for you,

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    1. La picaresca la llevamos en los genes. Muchos años usándola, antes para sobrevivir y ahora para ir de espabilado por la vida.
      Besos.

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  9. Una historia curiosa, en esas cafeterías de tanto trasiego tienen que ocurrir cosas de todo tipo, también los que se van corriendo sin pagar porque pierden el tren.
    Un abrazo.

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    1. Ahora lo han solucionado cobrándonte por adelantado. Y en el aeropuerto no veas los precios.
      Abrazos.

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  10. Me has recordado lo de ¿que le pongo al señor?
    .- Al señor un par de velas, a mi una caña de cerveza.
    Un abrazo.

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    1. Esa la escucho muy a menudo, sobre todo en época de Semana Santa.
      Saludos.

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    1. Y yo que me alegro, se trata de pasarlo bien aunque sea por un ratito.
      Saludos.

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  12. Si es que hay mucho espabilao por el mundo. Antonio aprendió la leccón.
    Cuídate.
    Un abrazo.

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    1. Y tanto que la aprendió, no se le olvido nunca.
      Abrazos y bienvenida.

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  13. jajaja Creo que conozco al de la mochila

    Abrazos Naranjín!

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    1. Bueno, pero que conste que con el tiempo maduró. Poco, pero algo maduró.
      Abrazos.

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    1. Todos lo días cuando salimos a la calle. Y esto va a durar bastante.

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  15. Hola Naranjito, que bien lo dijiste
    y la verdad me hiciste reir, primera
    vez que te visito y me agrada lo que
    escribes.

    Besitos dulces
    Siby

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  16. Lo conocía como chiste, pero no sabía que había ocurrido de verdad.
    Salu2, Naranjito.

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    1. Años después de esto, el jefe de Antonio se lo seguía recordando. Pero no se lo tomó a mal, simplemente se partía de risa.
      Un saludo.

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  17. Aunque he llegado tarde a la publicación, tengo que decir que eso mismo me ocurrió a mi, en un bar de la Calle San Eloy.
    Saludos.

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