miércoles, 30 de marzo de 2022

El Cristo de las Mieles (II)

 

Ya tenemos el enterramiento de Antonio Susillo, en la calle principal y en una rotonda central. Un montículo lleno de plantas muy bien cuidadas y con un par de carteles informativos.  Uno, una lápida de piedra, señala que es la sepultura del autor de la estatua que corona este particular monte Calvario y en el otro pone, más o menos, que está prohibido depositar cenizas de difuntos. Esto último merece otra historia.

En el capítulo anterior comenté que enterraron al escultor aquí porque la calle no se consideraba tierra sagrada. Bueno, sin que sirva de precedente, contaré la verdad verdadera de la inhumación del finado en cuestión aunque el tema del romanticismo del XIX se nos estropee.  

El tiro, porque se pegó un tiro y está documentado, se lo pegó el 22 de Diciembre de 1896. En principio se enterró en una sepultura de las buenas, de las de calidad duradera. Había dejado un par de cartas y en una de ellas, dirigida al juez, dejaba claro que se suicidaba acuciado por su situación económica. Alguien, no se sabe quién, alteró el parte de defunción diciendo que la causa de la muerte fue debida a una hemorragia cerebral. Cosa cierta porque el tiro se lo pegó debajo de la mandíbula y los sesos se le desparramaron. Pues nada, ya no era suicida y lo podemos enterrar en condiciones cristianas.

No fue hasta el 22 de Abril de 1940 cuando sus restos se trasladaron al lugar donde descansan hoy en día.

Varios meses después de este nuevo entierro, durante la soledad del verano sevillano, ocurrió algo que descolocó a los visitantes del cementerio municipal. El Cristo de Susillo lloraba. De la comisura de los labios  y de sus ojos manaban lágrimas doradas.

Se formó un revuelo en toda la ciudad. De boca en boca corría la noticia y la gente se apresuró a decir que Cristo lloraba por la muerte del escultor y que por fin podría descansar bajo su cobijo y dentro del Gólgota.

El Arzobispado tomó cartas en el asunto y, para lavarse las manos, se puso en contacto con los señores del Vaticano. ¿Un milagro? Pues que sean los jefes los que lo digan. Y la máxima autoridad en esta materia, o sea, los de Roma, mandaron a un especialista en asuntos milagrosos.

 

Foto de la red.

Un viejo sacerdote, parecido al padre Karras de El Exorcista, con mucha experiencia en materias de este tipo, estaba plantado delante de la inmensa escultura. Sus viejos ojos y la altura de la estatua no le permitían definir los rasgos de la imagen. Lo que sí apreciaba era ese brillo dorado de las lágrimas sagradas. Como era también un entendido en Arte Sacro, supo ver la influencia de escultores como Rodín en la hechura de esta obra maestra pero poco más.

Cuando estaba ensimismado con el milagro que casi veían sus ojos, pasó un empleado del cementerio, Antoñito el sepulturero, camino de sus quehaceres.

—Buen hombre, ¿podría usted ser tan amable de hablarme de este milagro que ven mis ojos?

—Claro que sí, Páter —dijo quitándose la boina que protegía su cabeza— a mandar lo que usted quiera y Dios Nuestro Señor. Usted no es de aquí ¿verdad?

—No hijo mío, soy de Turín que está en el norte de Italia.

—Ya me parecía a mí por cómo está sudando con ésta caló. Mire usted Páter, Don Antonio hizo esta estatua en bronce. Bueno primero en barro y después la fundió en bronce. Como pesaba tanto la hizo hueca por dentro. Y resulta que a unas abejas no se les ha ocurrido otra cosa que hacer su colmena dentro de la estatua. Pero claro, esto es Sevilla, y en Sevilla hace calor todo el año, mucho calor como notará. ¿Qué pasa con la calor? Pues que derrite la miel que hacen las buenas de las abejas. Y la miel sale por los ojos y la boca de Nuestro Señor Jesucristo y parece que está llorando. Y así va a seguir hasta que me jubile porque con la altura que tiene yo no me subo a una escalera y menos para quitar una colmena.

Foto de la red.


Desde entonces, a este Cristo, se le conoces por El Cristo de las Mieles. Si tenéis la suerte de visitar el cementerio de San Fernando, por gusto ¿vale?, no dejéis de acercaros a este Cristo. Nada más entrar lo veréis desde lejos, fijaros en la particularidad de los pies y en la expresión del rostro. Entonces imaginaros que sigue brotando la miel aunque, con un poco de suerte, no tendréis que imaginarlo.

Otra cosa, algunos personajes como el padre Karras y Antoñito el sepulturero, son ficticios. Los he colocado para “adornar” una mijilla la historia. Bueno, a lo mejor no son tan ficticios como os imagináis.



¡¡ Llevátelo a papel !!

18 comentarios:

  1. Con lo imprescindibles que son las abejas para la vida, situarlas en un lugar lleno de muertos tiene tela, Así que entre el arte de un escultor, que parece haber muerto de dos maneras, y tu arte narrativo la historia ha quedado de dulce. Un abrazo

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    1. En este sitio hay un montón de flores y las abejas seguro que disfrutan. Además de su labor como polinizadoras ayudan a crear esas leyendas tan curiosas.
      Saludos.

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  2. Impresionante escultor y tú historia, bordada, como solo tú lo logras.
    Un abrazo.

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    1. Lo que tiene esculturas por toda Europa es cierto. Aunque la mayoría están en Sevilla. Los artistas del romanticismo dan juego hasta después de muertos.
      Un saludo.

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  3. ¡Qué arte tienes, miarma!

    Su padre tenía un puesto en el que vendía aceitunas, en la misma calle donde una menda nació, en la calle Feria, al ladito de Jesús de la Rosa, alma mater de Triana...
    Lo has expresado muy bien, fue uno de nuestros más grandes escultores.
    Esa retranca trianera ¡Olé!
    Un abrazón.

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    1. Cuentan que lo descubrieron de chiquitito en la Alameda haciendo una escultura con el barro que había en la calle. A lo mejor es otra leyenda pero está muy bien.
      Abrazos.

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    1. Tranquila que me quedan muchas más historias o leyendas como esta.
      Un abrazo.

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  5. Me ha encantado y ahora necesito ver ese cementerio. Gracias

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    1. Está lleno de historias curiosas como cualquier cementerio. Pero una cosa te digo, mejor de visita turística. Y si lo visitas en día de los difuntos te puedes encontrar con el fantasma de D. Juan Tenorio o D. Luis Mejias. Hacen escenas de la obra de Zorrila al caer la tarde, medio en penumbra con actores aficionados.
      Una reverencia, Alteza.

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  6. Sigo anotando lugares para recorrer cuando haga nuestro postergado viaje a España. Al final con tantos lugares no voy a tener tiempo para el resto de España ni para pasar a saludarte. jajajaja

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    1. Pues prepárate que pienso contar curiosidades de otros sitios como El Tremendo, Casa Vizcaino, El Jota, Las Columnas, Casa Moreno, Casa Ovidio, ...
      Entonces será cunado no te vuelvas a tu Argentina.
      Un saludo.

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  7. No me ha decepcionado en absoluto la continuación, sino más bien todo lo contrario. Los milagros se cotizan caros y hay gente que es muy dada a verlos en cualquier sitio y a cualquier hora.
    Un abrazo.

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    1. Además hay que rentabilizarlos aunque en este caso es gratis.
      Un abrazo.

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  8. Soy de los que se sorprenden con estos milagros, un minuto o dos.
    Al tercero ya le estoy buscando una explicación científica-natural.
    Será por eso que en mi (ya mencionada) tierna infancia me expulsaban de las iglesias. Como al mago que explica los trucos, no me acepta la comunidad.

    Bonita historia, Naranja

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    1. Pues ya somos dos. La verdad es que todo el mundo sabía el origen de las lágrimas, pero queda más "romántico" decir que lloraba.
      Abrazos.

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  9. Naranjito:
    ¡buena anécdota para que la gente vaya a ver ese monumento!
    Salu2.

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    1. Pues hay otros en ese mismo sitio que mejor no mostrarlos por como son. Pero la gente va y encima se hacen fotos. (por ejemplo una escultura de un torero que era marido de una tonadillera, ¡que escultura más fea!)
      Un saludo

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