Los hombres, en nuestra inmensa originalidad, tenemos una
frase muy recurrida en ciertos momentos para salvarnos de situaciones en las
que puede peligrar nuestra integridad. Verbigracia:
Vestuario del trabajo. Por pura coincidencia tienes la taquilla en la calle más
concurrida. Llegas tempranito, a eso de las 6:28 mucho antes de AM para
cambiarte de ropa y ponerte el elegante uniforme de trabajo. Fila de taquillas
a la izquierda, fila de taquillas a la derecha y en medio, un banco corrido a
todo lo largo. Por la parte siniestra te encuentras al “Chino”, al “Velasco”,
al “Lolo”, al “Maire”, al “Juanma”, al “Crasti”, al “Mancha”, al “Civiquito” y
ya está porque el resto son del turno anterior.
Por la diestra. Te encuentras al “Romana”, al “Rafi”, al “Negro, al “Muerto”,
al “Topo”, al “Maromo” y ya está porque el resto son del turno posterior.
Intentas llegar a tu taquilla que, por pura casualidad, se
encuentra justo en la mitad, y no paras de escuchar eso de
¡Que corra el aire!
Como este blog es para todos los públicos, obviaré la
situación a las 15:10 cuando terminamos la jornada y vamos a las duchas. Pero…
¡Que corra el aire!
Puesto de trabajo. Estás enfrente de una pantallita táctil calibrando un
detector de etiquetas que lleva dando porsaco
todo el día y te encuentras que se te arrima por la parte de atrás tu compañero nuevo que quiere aprender; el
“Rafaserna” el eléctrico, a ver si aplicas bien lo que te enseñó cuando instaló
el aparato; tu jefe directo para interesarse por el motivo que la línea de producción
esté parada; el jefe de sección, que como siempre, por pura casualidad, porque
pasaba por allí, también quiere saber por qué no salen cajas camino del
departamento de expedición. Todos juntitos y detrás de ti. Y entonces tú
sueltas la frase
¡Que corra el aire!
En la Peña los Trastornaos. Llegas tarde, como siempre. El partido lleva un
cuarto de hora y seguimos cero a cero ¡bien! El local a rebosar, un Derby es un
Derby. Los buenos, los del Betis, están todos juntitos al fondo. Los del otro
equipo de la ciudad, al principio del establecimiento. Y tú te enfrentas al
reto de llegar junto a los tuyos.
Sorteas como puedes obstáculos humanos intentando no rozarte con nadie mientras
pides la correspondiente cervecita y escuchas varias veces eso de
¡Que corra el aire!
En el autobús de la línea 3 camino al final de la Palmera. (Si queréis saber qué significa eso
de “Al final de la Palmera” buscarlo en San Gugle Coronado) Te subes, acercando
tu bonobú con trasbordo al lector y,
por la parte la parte de atrás, se te cuela un señor mayor (en este caso un viejoporculero) que quiere picar antes
que tú para sentarse junto a la ventanilla y acaba arrimándose más de lo
permitido por los cánones varoniles. Entonces, con tu exquisita educación,
dices eso de
¡Que corra el aire!
Está claro lo que significa la frase ¿no? Pues nada, ahora a
aplicarla en el día a día que nos toca lidiar con esto del confinamiento,
cuarentena o como queráis llamarla. Si tenéis que salir a la calle porque no
tenéis más remedio que ir al super a por papel higiénico. Si tenéis que esperar
cola para comprar la verdura y la fruta. Si tenéis que esperar en cola de a uno
para comprar el paquetito de tabaco, ya sabéis aplicar la máxima que tenemos
algunos:
¡Que corra el aire!
Y si son dos metros en vez de uno, mucho mejor.